La autora la chilena —quien acaba de presentar su nuevo volumen de literatura para niños bajo el título de «Baba Yaga» (Cocorocoq Editoras)— fue seleccionada como una de las mayores dibujantes del mundo en la actualidad, en un reconocimiento que le fue entregado en el contexto de la Feria Infantil del Libro de Bolonia 2022.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 10.5.2022
Joanna Mora fue seleccionada como una de las mejores ilustradoras del mundo en la reciente Feria Infantil del Libro de Bolonia. Su última publicación, a cargo de Cocorocoq Editoras, es el motivo de tal reconocimiento: la inquietante Baba Yaga, un relato que adopta tintes de oscuridad gótica.
Esta es una adaptación de la clásica historia de Baba Yaga, donde vemos a una niña que huye de su familia, dominada por el maltrato (de la madrastra, hermana de la bruja protagonista), que el padre parece ignorar.
En su huida se encuentra con la desconcertante Baba Yaga, bruja ambivalente que puede ser una depredadora, pero también una gran ayuda. Ella es una bruja peculiar (no vuela en una escoba, sino en un mortero) y, como nigromante, tiene el poder de oscilar entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
El libro, que impugna la expectativa de una publicación dirigida a un grupo objetivo infantil, adquiere una bella densidad por sus oníricas y deslumbrantes ilustraciones. Ellas representan los escenarios que habitan sus personajes, y captan el estado emocional con el que perciben el entorno.
Hay varios personajes femeninos, dignos de diseccionar, así como una serie de mensajes y alertas para cualquier lector actual. De hecho, aunque el mito (probablemente de origen eslavo) es ya una narración oral fundacional, sus señales adquieren especial resonancia y actualidad hoy, a la luz de la pandemia y de los múltiples conflictos que ha gatillado/generado/agudizado: desde la violencia familiar, hasta la necesidad de auto-valerse y auto-validarse en generaciones jóvenes que, hoy, muestran alarmantes índice de depresión, adicción y comportamientos autodestructivos.
«Somos humanos, animales que extrañan el contacto físico y la materialidad de lo real»
—Este libro tiene una inspiración familiar. Lo dedicas a una abuela contadora de cuentos. Aquí vemos esa experiencia única, que ocurre cuando se traspasa un relato oral. En su ensayo El narrador, Walter Benjamin, apunta: «Diríase que una facultad que nos pareciera inalienable, la más segura entre las seguras, nos está siendo retirada: la facultad de intercambiar experiencias». ¿Cómo ves este trabajo de narración oral transformado en libro? ¿Sientes nostalgia por otros tiempos o formatos de intercambio de experiencias? ¿Qué piensas de los modelos de información digitales que ahora invaden el mercado?
—Sinceramente, no siento nostalgia por otros tiempos o formatos de intercambio de experiencias, porque creo que hoy por hoy todos conviven o pueden convivir sin chocar.
Evidentemente los modelos de información digital fueron nuestro salvavidas en pandemia y nos permitieron juntarnos virtualmente a conversar o recibir clases, ver películas en el sofá de casa y ponernos al día con los amigos, por muy lejos que estuvieran.
Pero somos humanos, animales que extrañan el contacto físico y la materialidad de lo real, así que estoy segura de que los libros de papel, o las abuelas que cuentan cuentos a sus nietos antes de dormir, volverán y seguirán existiendo siempre.
No es sólo una suposición: lo constato en las necesidades de mi propia familia, que pide volver a las salas de cine y a los libros impresos, por ejemplo.
«La literatura infantil se ha ido suavizando en un intento por ‘cuidar’ al niño»
—El relato comienza duramente con la muerte de la madre y la ruptura de las ilusiones. Por más cuidados, el destino es inevitable. Este sino trágico «la niña» (que no tiene nombre) debe enfrentarlo sin anestésicos…
—Sí, porque los cuentos clásicos no fueron escritos estrictamente para niños, la separación etaria de la literatura es algo relativamente moderno. Por lo tanto, un cuento se contaba para todos, y aportaba o traía de la mano el mundo, tal y como lo veían las personas de la época, con toda su sabiduría y también con toda su brutalidad.
La literatura infantil se ha ido suavizando, endulzando, en un intento por «cuidar» al niño, pero en el camino ha ido perdiendo toda la diversidad, la riqueza y los contrastes que hacen que un cuento se considere un clásico.
Me parecía, por lo mismo, fundamental recuperar a la Baba Yaga como fue contada y luego escrita, con toda su maldad, pero también con toda su belleza.
«Necesitamos colaborar unos con otros para subsistir»
—En el cuento vemos la cooperación entre especies (el ratón, el gato, son agentes activos que hablan de una organización más expansiva que la puramente humana). Por otra parte, salvo la sirvienta, las mujeres son figuras peligrosas. ¿Es posible dar por sentado un apoyo solo por el lugar común de una filiación genérica o política? ¿Qué mensaje nos transmite la niña con su viaje de aprendizaje?
—No, no diría que los personajes se apoyan por una semejanza genética o una simpatía política (salvo la bruja y su hermana, obviamente), porque los personajes van acercándose y ayudándose en la medida que se conocen y se necesitan.
La niña y el ratón se ayudan, la niña y la sirvienta, lo mismo; el gato y la niña, igual. Las alianzas no dependen de la especie, ni de la familia, sino de la necesidad.
Este es, a mi juicio, uno de los mensajes que nos trasmite la niña en su viaje: necesitamos colaborar unos con otros para subsistir, para salir adelante y todos, por muy pequeños que seamos, jugamos un papel en la trama total.
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).
Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.
Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Joanna Mora.