La académica de la University of St. Thomas, y quien imparte su cátedra en el campus de esa casa de estudios superiores, que se ubica en la ciudad de Minneapolis —donde ocurrió el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd, a raíz del actuar policial en mayo de 2020—, escudriña en los significados antropológicos y sociales detrás del juicio que acaba de condenar como culpable al exuniformado Derek Chauvin, en calidad de autor del homicidio que provocó un verdadero estallido racial a lo largo del territorio nacional de la principal potencia mundial, hace casi justo un año.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 22.4.2021
Paola Ehrmantraut, PhD, docente y directora del departamento de “Women, Gender, and Sexuality Studies” en la Universidad de St. Thomas, Minneapolis (Estado de Minnesota), ha seguido el caso de George Floyd desde su infame inicio a poco menos de un año (ver nota previa), y hoy, tras el inédito veredicto, nos comparte sus reflexiones en torno a un caso que actúa como sinécdoque de un universo traspasado por la discriminación en su variante más brutalmente racial.
«Se espera que la administración de Joe Biden tenga mayor injerencia en este problema»
—Este veredicto es un caso extraordinariamente excepcional. ¿Por qué?
—Este veredicto es excepcional porque es la primera vez en la historia de Minnesota que un policía blanco es procesado por la justicia y declarado culpable de haber matado a una persona afroamericana desarmada.
Recordemos que el departamento de policía de Minneapolis es considerado uno de los departamentos con más problemas de racismo en sus prácticas, como parar desproporcionadamente a conductores afroamericanos por ofensas de tránsito menores.
El caso de la brutal agonía y muerte de George Floyd el 25 de mayo de 2020, completamente capturada en el video que se hizo viral, ya venía a superponerse a otros casos recientes de alto perfil.
Por ejemplo, el caso de Jamar Clark en 2015, el de Philando Castile en 2016 en Falcon Hights, y más recientemente, la muerte de Daunte Wright el 11 de abril de este año, en un suburbio adyacente a Minneapolis, Brooklyn Center.
Todos los policías implicados que habían sido llevados a juicio habían sido sobreseídos. La gran excepción fue el caso de Mohammed Noor, exoficial de policía de Minneapolis quien argumentó que se asustó durante una ronda y disparó sin ver claramente a su objetivo.
En ese evento, Noor mató a la persona que había hecho la llamada al 911, el número de emergencia. En este caso la víctima fue una mujer blanca, Justine Ruszczyk y Noor, somalí-americano, fue condenado a doce años y seis meses de cárcel.
Es claro que Minneapolis ya era un lugar de tensiones raciales antes del asesinato de George Floyd. La violencia y la forma racista de conducirse que tiene la policía, verdadero bastión de la supremacía blanca más arraigada, había nutrido como respuesta una notable red de activistas del movimiento de antiracismo que en cada una de estas instancias habían organizado protestas y buscado ingeniosas y efectivas maneras de viralizar sus pedidos y mensajes en las redes sociales.
Puede haber resultado sorprendente ver la fuerza de las protestas desde otro punto, pero a nivel local, se sabía que había un nivel de tensión serio, insostenible.
Es por eso que cuando se aguardaba el veredicto, según cálculos de unos colegas en mi universidad, hubo más presencia militar en Minneapolis que en zonas de Afganistán. La ciudad estaba blindada, llegaron fuerzas policiales de Estados aledaños, y refuerzos militares con tanquetas y armas de asalto.
Los negocios usaron maderas para proteger sus vidrieras y las escuelas públicas suspendieron sus clases presenciales durante la semana de deliberación del jurado, ya que se temía otra ola de violencia si el juicio daba como resultado la impunidad del crimen cometido por el expolicía Chauvin.
—¿Qué expectativas se presentan, y qué mensaje político se lee con esta resolución?
—Se espera que, a diferencia de la administración de Trump, que se negó a propulsar cambios o nuevas recomendaciones a la crisis que se vive de muertes de afroamericanos y latinos en manos de la policía, la administración de Joe Biden tenga mayor injerencia en este problema.
Por lo pronto, el presidente ya ha anunciado que habrá una investigación federal a las fuerzas policíacas de Minneapolis.
«El uso de las armas de asalto lleva toda una carga simbólica de poder, destrucción, y violencia»
—¿Cómo evalúas el contexto social en el que recibimos esto, a la luz de la creciente violencia en los mass shootings?
—Evidentemente, hay un problema social y cultural que no se está abordando o se está abordando de manera incorrecta, tal vez, dadas las presiones que pueden ejercer sobre las soluciones legislativas que ejercen los grandes lobbies de las armas. Obviamente, que el cambio legislativo es uno de los aspectos del problema.
Tal vez la tarea más difícil será desmontar los mitos de la masculinidad y la violencia que han sido glorificados por siglos, desde el origen mismo del país. El uso de las armas de asalto, como las que hemos visto en múltiples ataques, llevan toda una carga simbólica de poder, destrucción, y violencia.
Aquí (hablo desde Minneapolis) los medios tienden a catalogar a los asesinos en masa como personas con graves problemas de salud mental, cuando en todos los países hay personas que luchan con su salud mental, sin embargo, no optan por esta manera de buscar una solución a sus problemas.
De acuerdo con el sitio Statista, que compila datos sobre violencia en los EE. UU., la inmensa mayoría de los asesinos en serie son hombres blancos.
—Tu investigación ha estado fuertemente orientada hacia los estudios de género. ¿Cómo se superponen/sobreponen las demandas/derechos de las minorías? ¿Y de minorías dentro de minorías?
—Una de las formas en las que podemos utilizar una perspectiva de género es ver que las mujeres, personas no binarias, trans y queer, nunca se han sentido protegidas por la policía.
Una perspectiva de género parte por preguntarnos cómo podemos conseguir estar más seguros, no más controlados, en manos de una institución que no ha logrado desprenderse de un pasado de racismo y de violencia.
Si estas instituciones que dicen estar a cargo de proteger sus ciudadanos están subvencionadas (y en este estado de Minnesota, de manera opulenta) para proteger a sus ciudadanos, tienen una relación tan violenta y antagónica incluso con las comunidades a las que dicen resguardar, entonces es importante cuestionar el verdadero rol que debemos exigir ya si no de la institución misma, que puede estar más allá de toda recuperación de su rol a través de reformas, del uso de las recursos que invertimos en asegurarnos que nuestras comunidades sean más seguras.
Una mayor inversión en educación pública y servicios sociales de salud y apoyo, al mismo tiempo que se reduzcan los inflados presupuestos de departamentos de policía completamente militarizados, puede ser un cambio concreto por el cual muchos activistas apuestan, agrupados bajo el lema ‘defund the police.’
Simplemente preguntarse por cómo se manejan las denuncias oír abuso y violencia domestica o las investigaciones sobre abuso sexual para confirmar que la institución le ha fallado a las mujeres históricamente.
No son un agente de seguridad, sino una institución que no puede o no quiere tomar en serio la desproporcionada violencia en contra de las mujeres, mujeres de color, la comunidad queer, por no decir los trabajadores sexuales.
Derek Chauvin es parte de esa institución y aunque ahora cumplirá su condena, como feminista es difícil celebrar el ingreso de cualquier individuo a un sistema carcelario, toda una industria en este país, que no ha tenido sino nefastas consecuencias para las comunidades de color, principalmente.
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).
Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, y Dame pan y llámame perro, y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.
Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Asesinato de George Floyd en mayo de 2020.