[Entrevista] José Ignacio Cárdenas: «El ser humano se adapta a todo cuando hay amor»

La primera novela del escritor y abogado chileno describe —a través de una equilibrada combinación entre rigor histórico y ficción literaria— la dura vida cotidiana de unos personajes que desde sus evidentes diferencias, lucharon por sobrevivir bajo el yugo criminal del Estado Islámico, en el contexto político de ese Oriente Medio surgido luego de la Primavera Árabe de 2011, y de la brutal Guerra Civil Siria que fue una de sus principales consecuencias.

Por Nicolás Poblete Pardo

Publicado el 1.1.2025

Bajo el yugo del califato (Editorial Zuramérica, 2024), de José Ignacio Cárdenas Gebauer (Santiago, 1971) es una novela arriesgada, punzante, pues se mete de lleno en polémicas tan ineludibles como el prejuicio, las fobias sobre las diferencias culturales que están marcando nuestra convivencia social en este mismo momento, las discusiones desde el feminismo respecto al rol de la mujer en el mundo islámico, la responsabilidad del hombre occidental y su mirada dominante sobre aquel exotizado «otro».

José Ignacio Cárdenas Gebauer es abogado y autor de los ensayos políticos El jaguar ahogándose en el oasis (2020) y La trampa de la democracia (2022). Bajo el yugo del califato es su primera obra de ficción.

Con el subtítulo La esperanza de los infieles, la novela se sumerge en los oscuros años de expansión del Estado Islámico en el norte de Siria, a partir de una pareja protagonista: Munira, una joven kurda yazidí y Manuel Jesús Muñoz Amar, chileno con ciudadanía española y periodista del diario El País.

Manuel habla árabe y es apodado «el turco» en su colegio. Su bagaje histórico distingue a su madre, palestina cristiana llegada a Chile. Se explica que: «los primeros inmigrantes palestinos llegaron a Chile con documentación otomana, lo que hizo que se les aplicara el término despectivo de ‘turcos'».

Perteneciente a la etnia kurda y parte de la comunidad religiosa yazidí, Munira, víctima del Estado Islámico, completa el vínculo que configura la trama.

A través de una violenta inmersión cultural, que considera el estudio del Corán, Manuel es ordenado por el califa: «Quiero que escribas en español lo que veas y escuches de nuestros combates y… reuniones». El mundo español y latinoamericano, dice, debe: «comprender el fin sagrado de lo que hacemos para reinstaurar lo que alguna vez se nos arrebató: un Califato árabe».

Este es un mundo donde impera la hijab. Las mujeres son prostituidas a partir de los doce años («la mayoría de las prostitutas en Siria tienen entre doce y catorce años»); son violadas, lapidadas, víctimas de todo tipo de abusos que Manuel observa con impotencia.

Apaleado y ya encarcelado en una mínima celda, él proyecta su necesidad de amor en Munira, ese exótico otro. Manuel, se explica: «se sentía un niño jugando al peligro, pero tenía un propósito, y uno relevante, que lo acompañaba a hacer más llevadera su soledad».

 

«Investigué mucho lo que sentían las mujeres que eran víctimas de violencia sexual»

—Te introduces en la mente de Munira, en su sensibilidad. «Munira ansiaba con todo su ser satisfacer a Manuel, pero le aterrorizaba alejarse de él sin deseos o, lo que era peor, si lo aceptaba queriendo rechazarlo. Decidió apurar su proceso interior, puesto que era cada vez mayor el amor que sentía», leemos. ¿Qué necesitaste para generar un personaje femenino tan deformado por la opresión masculina?

—Fue tal vez lo más difícil, para lo cual investigué mucho lo que sentían las mujeres que eran víctimas de violencia sexual y todo el proceso sicológico, hasta siquiátrico, para lograr recuperarse, si es que es posible llamarlo así.

Conversé con sicólogo(a)s y averigüé acerca de ejercicios físicos tendientes a recobrar los deseos sexuales. Leí muchos testimonios que logré encontrar respecto de mujeres víctimas y la descripción de sus miedos y bloqueos.

Solicité a mujeres de mi confianza que leyeran y releyeran los párrafos que escribía para así recibir sus opiniones y críticas con el fin de acercarme a lo que ellas podrían sentir.

A modo anecdótico, me preparaba mucho para escribir dichas escenas, incluso recurría a música adecuada que lograra despertar en mi la máxima sensibilidad posible y luego me lanzaba a escribir.

 

«El trabajo silencioso, oculto y sin aplausos que muchas organizaciones realizan para liberar a las esclavas»

—Manuel puede verse como un arquetipo heroico. Su propósito es «liberar a mi mujer», como admite. Él encarna la valentía, lucha por el honor de su mujer, inspira y se inspira a sí mismo con su mero despliegue. Cuéntanos sobre el modo en que se configura este arquetipo en Bajo el yugo.

—Más que construir un personaje heroico, mi idea fue representar los esfuerzos permanentes de muchos padres, hermanos y maridos por rescatar a sus hijas, hermanas y esposas.

Obviamente no basta solo la intención por hacerlo, se requiere logística y recurrir a grupos que realizan estas liberaciones en forma anónima y arriesgando sus vidas.

Parte de los hechos descritos fueron reales, y constituye el trabajo silencioso, oculto y sin aplausos que muchas organizaciones realizan para liberar a las esclavas. Debe ser así, sin publicidad, ya que de lo contrario no lograrían sus objetivos.

Lo demás constituye el instinto básico por sobrevivir y lograr torcer el destino impuesto, que fue precisamente lo que Manuel intenta realizar para cambiar su realidad, la cual no buscó ni quiso.

 

«No veo posible que algo así ocurra en Chile»

—Chile (visto como proyección del año 2016) representa la esperanza (el subtítulo de la novela es «La esperanza de los infieles»). Si consideramos que la actual guerra en Siria es una continuación explosiva del conflicto que comenzó el año 2011, ¿cómo te sitúas en esta perspectiva histórica? ¿Qué hay de nuestro país? ¿Sería posible una historia como esta en el momento presente?

—El subtítulo de la novela se refiere a la esperanza de los infieles porque no hay que olvidar que el fundamento de ISIS se basa en una connotación religiosa e histórica, por eso lo de ‘infieles’, es decir, todos quienes no practican su forma de ver la religión islámica podrían ser catalogados de infieles.

La razón del crecimiento geográfico tiene su explicación espacial en la Primavera Árabe del año 2011 y en la Guerra Civil que siguió a esta, lo que posibilitó que el Estado Islámico aprovechara la coyuntura para conquistar vastas zonas de terreno en el norte de Siria e Irak que estaban desprotegidas militarmente.

Pero el ISIS o Estado Islámico no persigue un cambio en la forma de cómo eran gobernados los sirios, como sí lo hacen las fuerzas rebeldes al gobernante Bashar al Assad que hoy hicieron un golpe de Estado.

No, ISIS pretendía crear un Califato a su usanza religiosa, que no tiene relación con la Guerra Civil de Siria. Se trata entonces de una realidad muy distinta a la chilena.

Tal vez lo único que puede tener cierta similitud, guardando las proporciones, fue el estallido social de 2019 que tenía por objeto crear conciencia para posicionar en primera línea un conjunto de derechos esenciales que hasta le facha no han sido satisfechos y que constituyen un mínimo de dignidad para un país que pretende coludirse con países desarrollados.

Si bien la Primavera Árabe del año 2011 persigue más una connotación liberadora respecto de gobernantes de oprimían a sus pueblos, lo cierto es que en ambos casos fueron las masas espontáneas que quisieron revelarse frente a un orden impuesto que lo consideraban injusto.

La diferencia tal vez es que nuestro estallido chileno no buscaba derrocar un gobernante, sino realzar la importancia de derechos incumplidos; en cambio, la Primavera Árabe fue mucho más revolucionaria y pretendía cambiar todo el orden establecido.

No veo posible que algo así ocurra en Chile, salvo que nuestra clase política siga durmiendo, se siga acrecentando la desigualdad y no aborde los temas urgentes que afectan la dignidad de quienes habitamos nuestro país, pero aun así, no lo veo en la magnitud de lo que fue la Primavera Árabe.

 

«Somos personas que necesitamos afectos y esto, muchas veces, está por sobre la religión»

—¿Cómo enfrentas el problema de exotizar a este “otro”? En los personajes de Manuel y Munira es posible observar la proyección de occidente sobre oriente, su inclinación a dominarlo, como especula Edward Said en Orientalismo. Hacia el final de la novela la voz narrativa expresa: «Munira intensificó su aprendizaje del idioma español junto con su adecuación a esa nueva cultura». ¿Es posible una historia de amor entre dos organizaciones mentales tan disímiles? ¿O es el amor entre los protagonistas mera transferencia?

—Hay que recordar que solo en Chile habita la colonia más grande de palestinos fuera de Palestina. Incluso tenemos también una significativa colonia de sirios. Me refiero a que todo es posible cuando el ser humano quiere subsistir y progresar en su vida.

Si a este fenómeno instintivo de sobrevivencia agregamos amor, todo es posible, sobre todo cuando has estado expuesto a fenómenos tan duros que llevan al límite de lo que cualquier ser humano es capaz de soportar.

En el fondo, hay personas que nacen de nuevo y absorben todo lo que ‘el mundo nuevo’ les presenta y ofrece para seguir viviendo. Estaban casi muertos y la vida les dio otra oportunidad, el ser humano se adapta a todo cuando hay amor.

Sin embargo, esto requiere generosidad personal, pero en especial, ganas de seguir viviendo y en esto el amor correspondido puede ser sin duda un gran aliciente.

Ante todo, somos personas que necesitamos afectos y esto, muchas veces, está por sobre la religión, la política y las propias costumbres si logramos combinar este sentir con la tolerancia y el respeto mutuo.

¿Es posible imaginar un matrimonio entre un palestino y una israelí? Difícil, ¿no es cierto?

Pero en Chile existe y la única razón posible fue el amor que se profesan entre sí.

 

 

 

 

 

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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).

Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio, Succión y Corral, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, la novela bilingüe En la isla/On the Island, y el conjunto de poemas Atisbos.

Traducciones de sus textos han aparecido en las revistas The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

«Bajo el yugo del califato», de José Ignacio Cárdenas Gebauer (Editorial Zuramérica, 2024)

 

 

 

Nicolás Poblete Pardo

 

 

Imagen destacada: José Ignacio Cárdenas Gebauer.