La autora nacional retorna al ruedo editorial después de seis años de silencio con el volumen «Un amor de pelo atado», un conjunto de versos donde refuerza su visión telúrica, feminista y sensiblemente rebelde —en su afán por renombrar y bautizar—, al entorno que la rodea.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 17.11.2023
María Luisa del Campo García-Huidobro, psicóloga de profesión, escritora de Escisión (Ediciones Asterión 2017), regresa con Un amor de pelo atado (Cuarto Propio 2023), un volumen de poemas que destaca por la intensidad de sus versos, que nacen y son lanzados en un afán de conciencia que habla de sus límites como portavoces de querellas.
Es la localización de la lengua misma, en su sentido más orgánico, la que es impugnada. Las palabras, sí, se originan en la boca, en ese centro de nuestro organismo que produce mensajes sonoros, gracias a su cavidad, asistida por una lengua única, que puede repetir, pero que es irrepetible ella misma, siempre alerta a la barrera de huesos que son sus propios molares, también únicos.
La genial Eugenia Brito presenta estos poemas y destaca la condensación que consiguen, aquella: «articulación de un mundo de una manera lúcida y dolorosa… Es el descubrimiento de que siempre habrá una fractura», que designa las falencias humanas. Eugenia agrega: «Más difícil aún, vivir como mujer y escribir poesía».
Esa complejidad es reflejada en poemas como «El destello» o «Antemortem». En el primero se plantea el enigma de las palabras, el origen, su destino y su exterminio como desecho: «La palabra desnuda abraza la ausencia… La palabra es el balbuceo del cometa».
Luego: «La lengua busca una hebra / una veta del alba». En «Atemortem» se nos presenta a una mujer que: «juega con su diente / lo columpia con el ritmo de su lengua». La dentadura necesaria para producir determinados vocablos; la lengua que es tanto músculo verbal como filtro de sutilezas: «Una raíz abandonó su lucha… Sobre la tierra húmeda cae el diente en su desdicha».
En el blurb de la publicación Eugenia Brito concluye: «Este conjunto de poemas quiere renombrar el mundo y para eso, se adueña de una mirada que revierte el signo de las cosas: de la naturaleza, a la que explora en su trabajo a ratos inconcluso o cruel, a las relaciones con los y las otras, de las que se aleja en un trabajo de corrección. La poeta como testigo de un mundo que le falla…».
«Ir al encuentro de la palabra y de su ritmo»
—Hay una recurrencia sobre el mundo animal (En «El arrebol»: «Animal de cavernas añora el mar». «Memoria de un diente»: «Quise ser queltehue», «Memoria del olfato»: «Oler los gatos de las carnicerías / la curiosidad y el caballo / las vísceras de la aurora»). Esta introspección admite la adopción de voces diversas…
—Vivo en una zona rural, donde la naturaleza y sus habitantes son parte del espacio físico y psicológico. Son voces que se encarnan en la construcción de un imaginario que no se escinde de la experiencia vital. Escribo desde donde habito.
El poema se sustenta en la observación de la realidad, ser una cazadora de imágenes e ir al encuentro de la palabra y de su ritmo. Es la búsqueda de la propia voz, que abraza la tradición y construye un mundo nuevo, sin temor a transitar por márgenes sociales y psíquicos.
«Una tradición de mujeres fracturadas por una cultura patriarcal»
—Muchos poemas destacan vínculos, relaciones afectivas duras, dolientes. En «Anclaje», leemos «Estamos cosidos a una misma soledad», y el poema «Invierno» termina con la frase: «Desgarrar la hendidura donde te hiciste memoria». El contacto humano parece destinado a los vaivenes del (des)arraigo.
—Los poemas están conectados a la vida y obra de las poetas que me antecedieron. Un continuo, una tradición de mujeres fracturadas por una cultura patriarcal, que no les permitió sobrevivir: Teresa Wilms Montt, Delmira Agustini, Sylvia Plath, Alfonsina Storni.
Sus voces tuvieron un castigo social. La violencia irrumpe la intimidad de la poeta. Gabriela Mistral fue una de las pocas que no tuvo que pagar ese precio. Me interesa una poesía que cuestione certezas, indiferencias. Que incomode.
«Hay hombres que en su mundo externo aceptan la igualdad de la mujer, pero en su mundo interno, no»
—Háblanos de los géneros, de los roles, algo que Eugenia Brito comenta en el blurb del libro. Pienso en poemas como «Canción del huerto», con estos «macho» y «hembra», o en «Todas somos Teresa», donde la mujer loica es contrastada con hombres que: «tatúan mi piel de escupos». Estos hombres «disparan», «azotan».
—Creo que hay hombres que en su mundo externo aceptan la igualdad de la mujer, pero en su mundo interno, no. Si bien hoy encontramos un cuestionamiento, surgen fuerzas políticas dispuestas a mantener límites rígidos, apegados al rol asignado tradicionalmente al cuidado de la familia, al «hogar». Tengo la esperanza que el surgimiento de distintos colectivos feministas, proteja algunos de los pocos espacios recuperados.
«Hay un acto de rebeldía intrínseco a la experiencia de ser mujer»
—Vuela una sensación de un destino que se sabe ineludible, unido a un despliegue de estrategias que, muchas veces, resultan fútiles como armas de enfrentamiento. Es lo que veo, por ejemplo, en «Designios» («Condenada a errar araño la costra de la tierra», «Rehúyo a la embestida de la ternura») y en «Umbra», con un desierto que «trae de regreso a la muerte».
—Hay un acto de rebeldía intrínseco a la experiencia de ser mujer. Una furia que se traspasa de generación en generación. El costo sigue siendo muy alto, y la muerte en sus diferentes formas termina por apagar muchas voces.
Mujeres fuertes, que luchan desde distintos frentes en el espacio público, en el espacio íntimo viven la violencia que sólo se escucha como un grito silenciado.
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).
Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones, Sinestesia, Dame pan y llámame perro, Subterfugio y Succión, además de los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island.
Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Luisa del Campo.