[Entrevista] Marcelo Sánchez Delgado: «La inteligencia artificial aplicada a la biomedicina abre una puerta fantasmagórica»

El académico nacional presenta su ensayo «Defender la raza. Una historia de la eugenesia en Chile», un estudio crítico que revisa las prácticas científicas y sanitarias relacionadas con esta disciplina en nuestro país, y en cuyas páginas el autor analiza sus vínculos con el racismo, los roles de género, los llamados derechos sexuales y reproductivos, así como también la encrucijada que plantea el concepto, en el contexto de una autonomía tecnológica y cibernética.

Por Enrique Morales Lastra

Publicado el 5.8.2024

La eugenesia fue la ciencia que promovió la mejora de una población, y eventualmente de una raza, a través de todos los medios biológicos y sociales disponibles.

Delineada en 1883 por el naturalista británico y primo de Charles Darwin, Francis Galton (1822 – 1911), desde su origen —en el contexto del liberalismo inglés, de fines del siglo XIX—, la metódica especialidad se expandió con rapidez a través de los cinco continentes.

En efecto, una de las preocupaciones esenciales de la eugenesia consistía en la idea de la «tasa diferencial de la reproducción», lo que dicho en palabras simples creaba una necesidad impuesta por controlar la natalidad humana, al favorecer el impulso demográfico de los sujetos más aptos (los ricos e inteligentes), y por otra parte, limitar el crecimiento de los sectores sociales que se percibían como dañinos para el conjunto (los pobres, los criminales, los idiotas, y los alcohólicos, entre otros).

De esta manera, los eugenistas asintieron de forma temprana en que era deseable controlar la reproducción de los elementos «indeseables», y para ello pensaron en distintos tipos de medidas, entre las cuales destacaron, como exigibles al Estado, las restricciones al matrimonio, la segregación sexual, la esterilización y por último, la limitación de las migraciones.

Sin embargo, hay que hacer notar, que desde sus comienzos, y hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, la eugenesia se articulaba en torno al poder del Estado con el propósito de decidir, mediante las leyes y sus coerciones, en lo relativo a la proliferación de una población determinada.

En Defender la raza. Una historia de la eugenesia en Chile (Editorial Crítica, 2024), el investigador y académico, Marcelo Javier Sánchez Delgado, presenta un estudio y un exhaustivo recorrido intelectual, que revisa las prácticas médicas relacionadas con esta disciplina en nuestro país, al analizar sus vínculos con el racismo, los roles de género y también con los llamados derechos sexuales y los ya citados de índole «reproductiva».

Asimismo, el autor plantea el problema de la eugenesia en el contexto de una sociedad como la actual, caracterizada por una «hipertecnologización», sin pausa ni freno: y donde, «la irrupción espectacular de la inteligencia artificial puede conducir a dar soporte, a través de la biomedicina, al sueño transhumanista: que ya no se trataría de mejorar al homo sapiens, sino de abandonar esa especie y transformarla en otra», reflexiona el ensayista.

«Dando un salto de plano, la eugenesia plantea, en situaciones extremas un problema ético mayor: ¿quién debe morir y quién debe vivir?», esboza como última y preocupante instancia moral en torno al tema, el profesor Sánchez.

 

«Una lucha contra el alcoholismo y así mejorar la raza»

—¿De qué manera la eugenesia intentaba mejorar la denominada calidad de vida de una población más allá de sus características biológicas, sanitarias o médicas? ¿Se puede apelar a esta disciplina, por ejemplo, cuando se busca perfeccionar el ambiente o el entorno urbano en el cual se desarrolla un determinado cuerpo social?

—Se suele hablar de eugenesia negativa, que reprime la reproducción de los indeseables y de eugenesia positiva, que alienta la reproducción de lo deseable o calificado como bueno para la especie humana. Otras distinciones son las de eugenesia anglosajona, que incluye la esterilización, y eugenesia latina, que excluye la esterilización y promueve mejoras en términos más ambientales.

Y claro, finalmente, está la distinción entre la eugenesia que pone todo el acento en cuestiones hereditarias, muy relacionada con la genética mendeliana y la que pone todo el acento en cuestiones ambientales y se abre a mejorar o defender la raza con acciones en habitación, alimentación, deporte, parques y plazas, educación, descanso adecuado, protección a la maternidad y al binomio madre-hijo.

Un ejemplo de eugenesia urbana y ambiental es la idea nazi del ‘volkspark’ un parque urbano accesible al pueblo que le haga bien al ponerlo en contacto con la naturaleza en medio de la ciudad. En Chile esto podría ser hasta cierto sentido lo que caracteriza al Parque O´Higgins, al Parque Bustamante, al Parque Balmaceda.

Por el lado de la nutrición en Chile tenemos una de las legislaciones más antiguas y extensas para adicionar vitaminas a las harinas, ley que tenía por sentido una lucha contra el alcoholismo y así mejorar la raza.

 

El racismo simbólico de la cultura chilena del siglo XX

—¿Referirse a la eugenesia como una política de salud pública, equivale a amparar el racismo a través de los medios de acción propios del poder estatal?

—Justamente, algo que caracteriza la eugenesia en América Latina es que se puso en sintonía con el higienismo, que buscaba mejorar las condiciones de vivienda, alcantarillado, agua y alimentación y con la agenda básica de mejoras sanitarias a principios del siglo XX, como era la lucha contra la sífilis, la tuberculosis, la lepra, la malnutrición infantil, el alcoholismo y en ese sentido a veces resulta muy difícil distinguir eugenesia de medicina social o de la necesidad de legítimos avances sanitarios.

En el caso chileno la expresión ‘defender la raza’ estaba muy generalizada en contextos educativos, políticos, médicos, sanitarios y se usaba muchas veces como un sinónimo muy amplio para referirse a una mejora en las condiciones sanitarias de la población.

Aquí habría una suerte de racismo encubierto, ya que si bien no se alude a razas inferiores o superiores, si se predetermina que la raza chilena es una sola y forma la nación en forma homogénea, lo que invisibiliza a los pueblos indígenas y hasta cierto punto prepara su posible desaparición.

No es un racismo de exterminio directo, pero si se puede considerar como un vector para el racismo simbólico generalizado de la cultura chilena del siglo XX y hasta la actualidad.

 

La irrupción espectacular de la inteligencia artificial

—¿Qué debates eugenésicos se instalan en el imaginario cotidiano social y político de la actualidad, sin que seamos conscientes de aquello?

Las conexiones son múltiples y, es cierto, muchas veces no las percibimos con toda claridad como eugenesia, cuando una mirada más atenta nos puede enfrentar a estas conexiones. La verdad, los ejemplos son muchos y hasta de gravedad social.

Un tema fundamental de la eugenesia de la primera mitad del siglo XX era la selección de los migrantes y a través de ella la extensión de un racismo institucional, por ejemplo contra los gallegos en Buenos Aires, contra los latinos, orientales y eslavos en el puerto de Nueva York y así sucesivamente en muchos casos.

Hoy la migración es una crisis generalizada y en su debate se cuelan a veces argumentos de eugenesia y la necesidad de seleccionar a los migrantes con velados criterios raciales y eugenésicos. Otro gran debate de la eugenesia era la ecuación perfecta entre calidad y cantidad de población.

Hoy las tasas de fertilidad en muchos países de Occidente van a la baja y muchos países ya temen graves crisis sociales y económicas por un descenso en el total de población y la imposibilidad de reemplazar la fuerza laboral e incluso la fuerza militar.

También podríamos pensar si hay eugenesia en la discusión de los roles de género ya que para la eugenesia el sexo siempre debía estar asociado a buena procreación y la mujer era totalmente inseparable de su rol de madre. Hoy, sabemos, se producen esterilizaciones a madres portadoras de VIH y a mujeres y hombres con capacidades diferentes, a veces sin su consentimiento.

Por último, la irrupción espectacular de la inteligencia artificial puede conducir a dar soporte a través de la biomedicina al sueño transhumanista: ya no se trataría de mejorar la especie homo sapiens, sino de abandonar esa especie y transformarse en otra.

¿Quiénes albergan ese sueño? Por supuesto no las personas que trabajan o las angustiadas clases medias, es el sueño de los super ricos del planeta y para acceder a él solo podrán hacerlo ‘los mejores’ en clara selección eugénica.

 

«La eugenesia siempre piensa en sujetos colectivos»

—¿De qué forma explicas que dos grandes proyectos de estructura colectivista como el marxismo y la eugenesia, hayan surgido en la liberal e individualista sociedad inglesa del siglo XIX?

—Una pregunta muy interesante, y que además plantea una cierta disrupción respecto de que le eugenesia se asocia en forma inmediata al nazismo y no al marxismo. Es más, lo que cuesta mucho explicar a veces, es que la eugenesia, si bien es de suma importancia en el proyecto nazi, superaba totalmente al nazismo y era ciencia de vanguardia en Europa, EE.UU. y América Latina, India y Japón.

Puesto a discutir la pregunta habría que pensar acerca de lo colectivo. La eugenesia era un pensamiento de defensa social que no tenía temor moral o científico en reprimir a tales o cuales grupo o individuos si de ello resultaba un beneficio para el gran organismo social en el futuro.

La eugenesia siempre piensa en sujetos colectivos, la población, la raza, la nación, la raza futura y los defiende de grupos o personas que agreden esa identidad: judíos, gitanos, indígenas, discapacitados físicos y mentales, enfermos.

En el caso del marxismo, y aquí hablo del marxismo y no de la experiencia histórica de la Rusia soviética, lo colectivo está en las relaciones sociales que están en la base material de la sociedad; es decir, que en las formas en que se organiza el trabajo se va produciendo un tipo de sociedad y en ello no es decisiva una mera decisión individual.

Si la transformación de esas relaciones puede ser una forma de eugenesia, es algo que no está en el marxismo, en mi modesto modo de ver. Si hablamos de la experiencia soviética, sí se puede hablar de un espacio eugenésico, con el hombre nuevo, la familia sana y productiva al servicio de la industrialización y la agricultura, como modelos ideales de población, con la idea de sacrificio en pos del futuro mejor.

Si se quieren buscar ideas biológicas que relaciones lo colectivo con el comunismo de la URSS, un ejemplo sería la triste deformación de las ideas de Kropotkin y la ayuda mutua a manos del biólogo preferido de Stalin, Lysenko, cuyas ideas sobre ayuda mutua en agricultura resultaron en desastres y hambrunas.

Por otra parte, también se puede hablar de otra conexión de la eugenesia, que no es ni con el nazismo y ni con el comunismo, sino con la idea del capital humano, tan querida por el liberalismo y el neoliberalismo.

 

«La acción humana está cambiando las condiciones globales de la vida»

—¿Qué es lo que va a ocurrir en las próximas décadas con el ser humano desde un punto de vista bioético? ¿Volverán a discutirse con mayor fuerza los parámetros de selección eugenésica ante el cambio climático que ya sufre nuestro planeta y tal vez un empeoramiento en las condiciones de vida generales de la civilización?

—Totalmente, estamos hablando de lo que las humanidades y las ciencias sociales llaman el antropoceno, una era geológica en que la acción humana está cambiando las condiciones globales de la vida en la Tierra.

Eso, combinado con la inteligencia artificial aplicada a la biomedicina abre una puerta fantasmagórica.

Mientras unos ya piensan en cambiar de planeta, otros miles de personas, mujeres, niños, mueren intentando cambiar de vida cruzando selvas tropicales y el mar Mediterráneo.

 

Nicolás Palacios: un racista de los peores

—¿Fue el doctor Nicolás Palacios y su Raza chilena, un pionero en la discusión científica y biológica en torno a la eugenesia, en los albores del siglo xx sudamericano? ¿Qué opinión tienes acerca de la figura y de la influencia del pensamiento de Palacios?

—Nicolás Palacios es una personaje más complejo de lo que que puede pensarse en una primera vista. Se le ha calificado de proto nazi, figura esencial de la ultraderecha nazi chilena, otras veces citado como un ‘defensor’ adelantado de los araucanos, un escritor admirado por Miguel Serrano, el superventas del supremacismo blanco en EE. UU., ensayista antropológico, patrimonio de la ciudad de Santa Cruz.

Palacios fue un médico que pudo observar de cerca la vida en las salitreras, en las ciudades y campos y chilenos y profesaba un honesto aprecio por el pueblo chileno, un aprecio que se fue transformando en un delirio nacionalista y racista.

En los hechos su obra Raza chilena no es científica, ni biológica ni eugénica, no pretende serlo, es más bien una intrincada argumentación para criticar a la elite chilena del período. La obra se inscribe en lo que podríamos llamar la lucha universal de las razas. Dos de ellas, la ario germana y la latina, tienen una lucha inmemorial. Una crea cultura y la otra decadente, sensiblera, femenina.

La raza chilena sería una combinación virtuosa entre araucanos y godos, es decir, entre la parte sajona de las huestes españolas conquistadoras y las mujeres mapuches, sería una raza que Palacios se empecina en inscribir en la matriz ariogermánica.

Para él, el problema consiste en que la elite dirigente siempre había estado en una relación orgánica y coherente con esa base racial, pero que a fines del siglo XIX se iba afrancesando, latinizando, afeminando, adicta a ropas bellas y perfumes que la alejaban de quienes se conformaban con vestir ropas rotas, todos ‘rotos’, pueblo y elite.

Sobre esta base Palacios se deja llevar por una pasión racista de gran violencia: piensa en la posibilidad de que los judíos de Europa sean expulsados a alguna isla, en que un solo elemento negro es pernicioso en extremo en cualquier familia, en que los asiáticos son animales de carga, una ‘raza barata’ que afortunadamente la elite no ha importado al país, en que todos los hijos de criminales serán inevitablemente criminales y que sería mejor aplicar la pena de muerte en forma generalizada, tampoco ve con malos ojos que mapuches y españoles hayan sido de mano rápida para poner orden en sus mujeres y golpearlas cuando corresponda.

Tampoco tiene ningún interés en los mapuches, su único mérito sería haber proporcionado mujeres para procrear la nueva raza chilena.

En resumen, se pueden rescatar algunas cuestiones lingüísticas y antropológicas en su texto pero no deja de ser más que un racista de los peores. Un pilar de la ultraderecha fascista chilena. Basta buscar en los sitios web de ese tipo de pensamiento.

 

«Después de ser ministro de salud, Allende nunca más se refirió a la eugenesia»

—Un texto como la Realidad médico-social chilena (1939), de Salvador Allende, desde siempre ha posibilitado una serie de interpretaciones en relación a la convicción «eugenésica» del expresidente y sobre la prevalencia de esa noción en su posterior pensamiento político y social (pienso en la crítica que le hace Víctor Farías, sin ir más lejos). ¿Cuáles fueron las claves al respecto y su desarrollo en el lenguaje del mandatario durante las siguientes décadas? ¿Siguió teniendo ideas relativas al tema?

—Cómo explica mi libro, la eugenesia y la ‘defensa de la raza’ eran una suerte de territorio compartido por muchos sectores políticos. No hay novedad ninguna en que un médico progresista formado en la Universidad de Chile, compartiera algunas de esas ideas. La gran diferencia es la actitud de base, la perspectiva que tienen estos diferentes actores sociales del Chile de mediados de siglo.

Algunos tomaban el lenguaje de la psiquiatría nazi para hablar de que los elementos disgénicos eran pingajos humanos, bocas inútiles, sub hombres, mediocres que votaban por mediocres (la democracia).

En el caso de Allende no se van se encuentran esas expresiones y sí declaraciones muy precisas sobre lo que espera: que el pueblo sea digno, bien alimentado, con sueldos justos, que pueda consumir carne, leche, huevos, que goce de los bienes terrenales.

Después de ser ministro de Salud nunca más se refirió a la eugenesia y la alusión a este perspectiva solo está en un par de líneas en La realidad médico-social chilena y puesta allí de una forma en que no sabemos si como una concesión a un sector de cierto grupo de médicos que llevaban años insinuando la posibilidad de esterilizar a alienados y alcohólicos.

Recordemos que este libro es un suerte de programa de acción para el Ministerio que realiza un diagnóstico y recoge algunas iniciativas en curso antes de la llegada de Allende a la cartera, lo que podría ser el caso de las medidas eugénicas allí mencionadas.

 

«Una candidatura de Fujimori es una renuncia trágica al mínimo sentido de la moral»

—Uno de los casos más cercanos de esterilización genésica recae en las campañas forzadas a indígenas en el Perú de Alberto Fujimori, en la década de 1990. Con ese dato, ¿una posible candidatura presidencial del mismo personaje en las elecciones peruanas de 2026, relativiza la sanción moral o aceptación social que existe en torno a un evento de esa magnitud histórica?

—Es muy difícil dar opiniones consistentes sobre un panorama tan volátil políticamente como el peruano, pero en este caso en particular pienso que no caben matices, y no sólo por el caso de las 300 mil indígenas pobres esterilizadas, sino por otras atrocidades también.

Lamentablemente una candidatura de Fujimori al día de hoy es una renuncia trágica al mínimo sentido de la moral y la ética, a la misma democracia y los valores universales de los derechos humanos en pos de no sabemos que quimera populista.

 

«La eugenesia plantea un problema ético: ¿quién debe morir y quién debe vivir?»

—¿El control de la natalidad es una práctica sanitaria o médica susceptible de ser calificada como una medida eugenésica? En ese sentido, ciertos grupos conservadores equiparan el aborto al modo de una selección biológica.

—Me parece que son discusiones de diferente nivel. La eugenesia era pronatalista, aborrecía del aborto. El fascismo tenía una dura legislación contra el aborto y al mismo tiempo pudo ceder a la idea de aplicar eutanasia a niños y adultos confinados en instituciones de salud mental, lo que plantea muchas dudas sobre, por ejemplo, declararse ‘pro-vida’.

Por otra parte, el aborto en el siglo XX chileno era una tragedia sanitaria de proporciones para un sector de la población que lo veía como método anticonceptivo practicado en las peores condiciones.

Más allá de las innegables complejidades éticas del tema, las llamadas cuestiones valóricas, que se han vuelto falsamente decisivas, hay diferencias entre los debates sexuales y reproductivos de hoy y las políticas eugénicas.

Por otra parte, cada día que pasa, una nueva biotecnología viene a desafiar lo que pensamos. Diagnosticar embriones para decidir cuál se implanta en un útero puede considerarse eugenesia por que hay un grado de ‘selección’, al mismo tiempo que es una decisión libre, individual y muy restrictiva económicamente sobre quién puede llegar a ese nivel de tecnologías.

Dando un salto de plano, la eugenesia plantea, en situaciones extremas un problema ético mayor: ¿quién debe morir y quién debe vivir?

Y al menos en la teoría esas decisiones ya las están tomando en alguna parte, por ejemplo, en quienes piensan que, en un contexto de apocalipsis global, más vale salvar a la mano de obra blanca del norte global que a la de por ejemplo la de Latinoamérica, que es menos calificada.

 

«Otto Aichel fue activo en la depuración antisemita de la Universidad de Kiel»

—¿Cuáles son los rastros o huellas en Chile de un personaje como Otto Aichel, de gran importancia en la implementación de políticas de Estado eugenésicas, tales como la esterilización forzosa, durante la Alemania nacionalsocialista?

—El padre de Otto Aichel, Oswald Aichel es un personaje fundamental de la medicina y la ciencia penquista del siglo XIX.

Otto nació en Concepción pero su formación médica es completamente alemana. Fue profesor de ginecología y antropólogo aficionado en Chile entre 1900 y 1911.

Sabemos, por testimonios de la destacado antropólogo Franz Boas que Aichel fue muy activo en la depuración antisemita de la Universidad de Kiel y está plenamente documentado que fue una figura eminente de la antropología nazi, un nazi de carnet y que llegó a ser miembro de los tribunales de esterilización obligatoria hasta su muerte temprana en 1935.

El año 1927 dio una conferencia sobre herencia en el Salón de Honor de la Universidad Católica y fue homenajeado por Aureliano Oyarzún el director del Museo Histórico Nacional en ese momento y padre de la arqueología chilena.

 

 

 

 

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«Defender la raza. Una historia de la eugenesia en Chile», de Marcelo Sánchez Delgado (Editorial Crítica, 2024)

 

 

Imagen destacada: Marcelo Sánchez Delgado.