La autora nacional —que presentará este sábado 11 de mayo su nueva novela, «El silencio de Irene»— conversa acerca de las claves dramáticas y estéticas de esta obra, y además brinda un personal repaso al resto de su bibliografía y de los temas que la inspiran como narradora.
Por Mariana Hales Beseler
Publicado el 6.5.2024
«Con los años uno va reflexionando sobre el sentido de la vida y lo importante que es tomar decisiones acertadas en el momento oportuno», dice María Eugenia Lorenzini Pizarro, quien acaba de publicar su cuarta novela, El silencio de Irene, que debutó entre los libros más vendidos de las dos últimas semanas.
La obra es una historia envolvente y conmovedora, donde los recuerdos son la brújula en la búsqueda de la verdad para descifrar el enigma de la ausencia de un gran amor y el significado de la vida, y será presentada este sábado 11 de mayo a las 12:00, en el Centro Cultural de Las Condes por el escritor Marcelo Simonetti y por la periodista Ana Josefa Silva.
«La conciencia de un hombre aprisionado en un cuerpo inútil evoca una existencia marcada a fuego por el nombre de una mujer: Irene. ¿Acaso él nunca se atrevió a vivir?, ¿la vida le pasó por el lado?», se interroga el escritor Pablo Azócar, a fin de describir esta nueva novela de Lorenzini Pizarro.
Una ficción que nos llevará a reflexionar sobre el amor, el sentido de la vida y la importancia de tomar decisiones. Un relato profundo y emotivo que indaga en los laberintos del alma humana a través de los recuerdos de un hombre cuyo cuerpo está inmovilizado, pero cuya mente y corazón están más vivos que nunca. En El silencio de Irene todo es intriga y emoción.
La historia comienza cuando Alejandro despierta en una cama de hospital, completamente inmóvil e incomunicado, enfrentando una situación desgarradora. A medida que su mente se sumerge en sueños y recuerdos, presente y pasado se alternan para transportar al lector desde una realidad dramática a los momentos llenos de pasión y juventud que compartió con Irene, su gran amor.
Así, cada página se convierte en un diálogo secreto que busca descifrar el enigma de su ausencia, mientras Alejandro reconstruye su pasado y reflexiona sobre las decisiones que lo llevaron a su frustrante estado actual.
«Los personajes cobran vida propia»
—¿Cómo fue tu proceso de escritura para esta novela?
—Me demoré dos años en terminar el libro y más de un año en editarlo. Fue un proceso largo. Había pensado escribir una novela basada en la vida de mi abuelo, que incluso había titulado Un hombre bueno. Sin embargo, como a las 50 páginas me di cuenta de que otro personaje, su nieto, se había convertido en el protagonista.
De alguna manera se dio eso de que los personajes ‘cobran vida propia’ y comienzan a crecer dentro de la obra sin que uno se lo proponga. Esto significó que tuve reescribir todo el comienzo del libro.
Además, aunque tenía más o menos clara la historia, no quería entregarla en forma lineal. Busqué varias formas, incluso pensé en un largo racconto, pero finalmente decidí ir intercalando capítulos del presente y del pasado del protagonista.
«Uno escribe de lo que le impacta»
—¿Qué te inspiró a escribir El silencio de Irene? ¿Hubo alguna experiencia personal o fuente de inspiración particular detrás de la historia?
—Uno escribe de lo que le impacta.
A mí siempre me ha afectado y me ha hecho reflexionar la situación de los inmigrantes, quizás porque mi abuelo paterno fue uno de ellos e hizo de este país su patria. De hecho, nunca más regresó a Italia. Tal vez por eso mi primera idea fue escribir sobre él, y lo que había significado dejarlo todo por venirse a Chile.
Por otra parte, en los últimos 50 años conocí muchos casos de compatriotas que tuvieron que dejar nuestro país y para los que fue muy duro tanto el exilio como el retorno. Además, con el paso del tiempo uno va reflexionando sobre el sentido de la vida y lo importante que es tomar decisiones acertadas en el momento oportuno.
A mucha gente le falta el valor para hacerlo y deja que la vida le pase por el lado. Pensando en todo esto nació la novela El silencio de Irene.
«Atreverse a luchar por lo que amamos»
—La novela aborda temas como el amor, la vida, y la toma de decisiones. ¿Qué mensaje esperas transmitir a los lectores a través de estos temas?
—En general no pretendo transmitir un mensaje cuando escribo. Para mí lo más importante es entretener, provocar emociones en el lector y lograr que se identifique con algunas situaciones. En el caso de El silencio de Irene quise escribir la historia de un hombre que no se atrevió a tomar las riendas de su vida, que no tuvo el coraje suficiente para hacerlo.
La historia de un hombre común, y en ese sentido espero que al cerrar el libro el lector sienta deseos de reflexionar sobre lo importante que es atreverse a luchar por lo que amamos y por nuestros sueños para ser feliz.
«Irene es una luchadora»
—¿Por qué decidiste explorar la relación entre el protagonista y Irene desde la perspectiva de los recuerdos y la introspección?
—Porque creí que era la forma más eficaz para enterarnos de la historia de Alejandro Pissano e Irene y para entender los sentimientos y emociones que pueden aflorar en un hombre que se encuentra inmovilizado e incomunicado.
—Los personajes de El silencio de Irene son complejos y profundos. ¿Cómo desarrollaste a los personajes principales, especialmente a Alejandro e Irene?
—Alejandro es un hombre común que dista mucho de ser un héroe y, como todos, tiene debilidades, temores e imperfecciones, pero aspira a ser un hombre bueno, a hacer el bien. Tuvo que estar atrapado en su propio cuerpo para darse cuenta de lo que realmente era importante para él en la vida, de lo que hizo y pudo haber hecho.
Irene, en cambio, es un personaje que sabe lo que quiere y está dispuesta a conseguirlo. Es una luchadora, una mujer comprometida. Las características de cada personaje influyen en el desarrollo de los acontecimientos de la novela.
Chispazos de una vida anterior
—Has escrito varias novelas exitosas en el pasado. ¿Cómo ha evolucionado tu estilo o enfoque como narradora a lo largo de los años?
—Como lo indiqué anteriormente, en general escribo sobre cosas que me importan mucho.
Al escribir mi primera novela, Después de ayer, me preocupaba tremendamente la situación social y política de esos años y por eso escribí sobre la historia de cuatro adolescentes que estudian en un colegio de monjas y de cómo la dictadura va afectando sus vidas.
Está narrada en primera persona por la protagonista con un lenguaje simple, al servicio de la historia, por eso seguramente ha interesado tanto a jóvenes lectores.
Años después, luego de conocer Sewell y el estilo de vida de una ciudad a la que la habían afectado todos los hechos históricos del siglo XX, escribí la novela Sewell: luces, sombras y abandono. Para hacerlo tuve que investigar y documentarme mucho. Además, varios personajes van contando la historia, lo que significó un trabajo más complejo, porque tenía que lograr que cada uno tuviera una voz propia.
Después, la nostalgia por los años de radioteatro, de la bohemia santiaguina, además del deseo de mostrar cómo las mujeres de esa época nos abrieron el camino, me llevó a publicar Escucha, corazón. La novela, narrada en tercera persona, está protagonizada por una actriz de radioteatro ya madura, que ve que su vida se va pareciendo cada vez más al personaje que interpreta.
Cada capítulo de la novela se inicia con las páginas del radioteatro lo que significó trabajar dos tipos de narración e ir entregando dos historias en forma paralela: la del radioteatro y la de la protagonista de la novela.
En El silencio de Irene los personajes son más complejos, hay un proceso de introspección y la historia la vemos siempre desde el punto de vista de Alejandro Pissano, como sabemos, un hombre inmovilizado e incomunicado y al que solo le llegan chispazos de su vida anterior.
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Imagen destacada: María Eugenia Lorenzini.