El autor plástico español que ilustra el volumen «Alejandra Magna» del escritor chileno Carlos Franz, y quien es considerado por la crítica especializada de su país, uno de los mayores exponentes de las grandes exposiciones en formato de relato del circuito creativo europeo, en esta ocasión, y a través del Diario «Cine y Literatura» dialogó por primera vez con una plataforma periodística nacional.
Por Fernando Arabuena
Publicado el 17.5.2021
“Un día en que menos lo esperábamos se nos presentó un hombre de estatura gigantesca. Estaba en la playa casi desnudo, cantando y danzando al mismo tiempo y echándose arena sobre la cabeza. Este hombre era tan alto que con la cabeza apenas le llegábamos a la cintura».
Antonio Pigafetta
Antonio Pigaffeta, uno de los pocos sobrevivientes del viaje de Fernando de Magallanes alrededor del mundo, así describía su encuentro con los tehuelches en la costa atlántica austral de América del Sur en 1520.
¿Pero qué maravillosa tierra estaba describiendo Antonio Pigaffeta?
De la misma manera me pregunto si el “polo oceánico de inaccesibilidad” ( el lugar más alejado de una masa terrestre habitado) descubierto oficialmente por el ingeniero croata Hrvoje Lukatela, no sería ya el hogar de la legendaria criatura Cthulhu, que Lovecraft había situado muy cerca de allí 66 años antes.
Quizá la respuesta la podemos encontrar en la fantasía y en el simbolismo recurrentes que tratan de abarcar aquello que sólo es abarcable con la intuición filosófica de Bergson. O en los estudios de la doctora Emma Jung junto a Marie-Louise Von Franz en su libro La leyenda del Grial, que buscan los procesos anímicos que descansan en lo más profundo del ser humano.
Y mientras buscamos la respuesta, paradójicamente el punto geográfico más lejano con 2 mil 700 km de distancia de la masa terrestre habitada, termina al fin siendo bautizada como Punto Nemo, aludiendo a la literatura fantástica y a Julio Verne.
Hay una necesidad de completar los eslabones perdidos de la realidad en el imaginario colectivo, recreando mundos que se nos presentan fantásticos, pero que al fin y al cabo jamás son irreales. Platón ya nos habló que la “representación de la realidad”, sin necesidad de ser la realidad misma, tampoco era irreal.
Y es en este quiebre de paradigmas, en estas intrincadas tierras fabulosas donde podemos encontrar al artista de la Morfología de un encuentro, Post Show, El fantástico vuelo del hombre cometa, Thewelcome, Los sueños de I Ming o Los señores del bosque, entre otros…
Cuyas “instalaciones corales” que incluyen la pintura, dibujo, fotografía, objetos, instalación, vídeo y la literatura como hilo conductor, han sido parte de exposiciones de los más importantes museos como: Casal Solleric de Palma de Mallorca, Museo ABC de Madrid, DOMUS ARTIUM DA2 de Salamanca, el MACUF (A Coruña), Centro de Arte Contemporáneo La Conservera (Murcia), Kunstbunker Tumulka de Munich, Museo Nacional de Artes Decorativas (Madrid), CEART (Fuenlabrada)… y muchos otros que completan su vasta trayectoria artística.
No es por otra cosa que Juan Manuel Bonet, uno de los críticos más importantes e influyentes de la historia del arte de España, lo considere una de las voces más poderosas y personales de la figuración actual.
Ya situados en este ambiente que nos descontextualiza de lo convencional, podemos comenzar la entrevista a José Luis Serzo (1977). Quien se toma un tiempo en su prolífica carrera artística para dar la primera entrevista a nuestro país, con quién lo une el haber ilustrado en algún momento un libro para el escritor nacional Carlos Franz.
Así, y antes de comenzar la entrevista me tomo la libertad de imaginar un taller transfigurándose en nave, en un gigante o en una pequeña criatura que mira entre la espesura del bosque la bella metamorfosis de la creación.
Y en la obra de este destacado artista español recuerdo un texto de Hesse, extraído de La metamorfosis de Piktor:
«De ahora en adelante podría transformarse tanto como lo deseara. Para siempre deslizóse por su sangre la corriente hechizada de la Creación, tomando así parte, eternamente, en la creación que a cada instante se renueva. Fue venado, pez, hombre y serpiente, nube y pájaro; pero en cada forma se hallaba entero, en cada imagen era una pareja, dentro de sí tenía al Sol y a la Luna, era hombre y era mujer. Como río gemelo deslizábase por los países; como estrella doble, en el alto cielo».
«Busco aplicar la imaginación y la inteligencia para encontrar la realización del espíritu»
—José Luis, en tu obra siempre están las hazañas de aquellos que se aventuran a mundos diametralmente opuestos, mundos que no sabíamos que existían. ¿Qué buscas en esos viajes inmersos en la crisis del posmodernismo?
—A través de un trabajo configurado con las intenciones más altas y exigentes, al tiempo que humildes y empáticas. Intento configurar un mundo paralelo que muestre, tanto en su forma como en el contenido, un paradigma más armónico y bello.
Lewis Carrol profundizó en un mundo paralelo para mostrar, quizá, un alocado subconsciente con sus propias reglas que venían a equilibrar un modo de vida demasiado encorsetado.
Mi obra se expande también en el otro lado del espejo, pero con la intención de buscar soluciones a problemas que en este lado no encontramos con facilidad. Digamos que busco aplicar la imaginación y la inteligencia para encontrar la realización del espíritu.
—Y en ese contexto, ¿cómo le das forma a esos mundos para traerlos a esta realidad concebida ?
—Articulo mis series a través de personajes ciertamente hiperbólicos, incluso suelen representar ciertos arquetipos sociales, los cuales, en mis historias, se ven abocados a realizar o anhelar un cambio profundo en sus vidas.
Es así como con Pietro Ferro desarrollé la vida de un ferretero anclado en una vida tras su mostrador, que por una “causa-casual” (el encuentro con un determinado libro), se termina convirtiendo en un “siniestro” pero liberado y feliz cuenta–cuentos de vuelo.
Construí también, en El sueño del Rey (de la República) la historia de un rey que anhelaba ser un simple pastor para liberarse de su cargo o jaula dorada. El reciente Michale Burton Junior, en Morfología del encuentro, es un alto ejecutivo de Wall Street dispuesto a emprender un camino iniciático por sus sombras (saliéndose así, del más voraz sistema materialista al que pertenece), para encontrar el sentido de su vida.
Y es que todos mis personajes, desde hace cerca de dos décadas, muestran un camino iniciático de transformación o metamorfosis. Desarrollan la metáfora del cambio que creo debe operar a nivel universal en el actual paradigma tardo-capitalista, con su era digital-virtual, si es que no está sucediendo ya.
Toda mi obra a nivel individual o grupal, refleja esa metamorfosis contenida, quizá un intento de sublimar el dolor intrínseco de mi y de la propia existencia, para conducirlo a favor de una transformación y liberación holística y universal.
«No puede haber nada trascendente en una obra si su creador no ha abrazado sus propias sombras y ha trascendido con ellas»
—Surrealismo, barroco , romanticismo, steampunk , retrofuturista… Tu arte tiene algo de todo pero termina escapando a una clasificación. ¿Buscar generar algo nuevo?
—En primer lugar aclarar, antes que nada, que no parto de la intención de crear algo “nuevo”, ni siquiera algo “original” con mi trabajo, ya que pienso que eso debe ser el resultado o la consecuencia de un proceso sincero, verdadero, y por lo tanto algo eminentemente auténtico y propio.
Este principio incumbe a otro concepto que suele venir ligado muchas veces en la mayor parte de los creadores, que es también la búsqueda de ese éxito entendido por todos. Yo al menos no creo en el éxito como fin o motivación principal del trabajo creativo.
El éxito debe estar, empezar y terminar, con uno mismo, en el propio estudio o mesa de trabajo, en el preciso momento de la simple y compleja creación.
Digamos que intento tener presente en todo el proceso vital y creativo, el principio de correspondencia del kybalión, aquel que dice: ‘Como arriba es abajo; como abajo es arriba’. No puede haber nada trascendente en una obra si su creador no ha abrazado sus propias sombras y ha trascendido con ellas.
Pero para no irme por las ramas e intentar ceñirme a tu pregunta, te diré que mis influencias son muchísimas. Como humanista que me considero me interesa el mundo de la psicología, la pedagogía, sociología, la sabiduría popular, le antropología, la mitología, también y cómo no la filosofía (Platón, Aristóteles, Epicuro, etcétera).
El teatro, por mis orígenes es algo que funciona como imán o centro, pero también el cine tiene un peso muy fuerte en todo mi proceso creativo, sobretodo aquel que cuida la fotografía y tiende tanto al pictoricismo como lo teatral, ahí podríamos nombrar al gran Fellini, Greenaway, J. Pierre Jeaunet, Terry Guilliam, o el virtuoso Wes Anderson.
La literatura siempre está, de un modo u otro, (pienso en Cortázar, Borges, Verne, Murakami,, Baroja o Kafka) o bien, ¡y cómo no!, la extensa historia del arte occidental.
Es ahí donde no paro de deleitarme con obras de Memling, Hugo Van der Goes, Bartolomé Bermejo, Francisco Herrera el Mozo, Tiziano, Tintoretto, Goya, Moureau, Redon, Kubin, Klinger, Kokoschka, Picasso, Ángeles Santos, Kabakov, Kienholz,, Louise Bourgeois, o mis allegadas y admiradas Marina Núñez, Yolanda Tabanera, Paula Rubio Infante, o Santiago Talavera, Sergio Sanz, Enrique Marty… etcétera.
«Recupero los recursos desechados de la historia del arte para darles un nuevo contenido»
—Si bien las influencias son muchas y los artistas pueden coincidir en muchas, ¿me podrías decir en qué lugar podemos encontrar lo que definió tu matiz?
—Sin duda en la suma de todo lo que he comentado antes, pero unido a las primeras experiencias de mi infancia, entre bambalinas mientras mi madre dirigía la compañía teatral de mi pueblo. Sumado a las continuas referencias a la escultura barroca española y toda la imaginería cristiana que se encontraba en la iglesia.
Sin duda uno de los centros más misteriosos y daimónicos que mi mente pueda recordar. De ahí mi tendencia hacia lo barroco, pero también lo narrativo, hiperfigurativo en ocasiones.
Me gusta pensar que recupero los recursos desechados de la historia del arte para darles un nuevo contenido, para insuflarles de nuevo un alma y una nueva y necesaria esperanza que subyace de las historias que configuro.
—Bergson planteaba que nuestro cerebro hace inteligible la realidad al igual que lo hace un cinematógrafo, tomando sólo fotogramas de esa realidad, por lo que debemos entender que es una visión limitada de ésta, como lo son las películas. Ahora, ¿qué pasa con todo lo otro que queda fuera de ese proceso y sólo al amparo de lo intuitivo. ¿Es ahí donde anida tu obra?
—Acabas de abrir un melón inmenso amigo.
Me parece muy interesante la cita de Bergson que traes a colación, ya que mi trabajo tiene mucho del proceso o artificio cinematográfico y narrativo.
Hay varias razones por las que utilizo la narración para estructurar mi trabajo, incluso ese modo de armar casi una película sin la película: La principal es porque entiendo la vida misma como una gran narración. Y a través de historias he crecido y aprendido, también he viajado y emocionado.
Por otro lado quizá sea un modo de intentar llegar a un espectador que se ha sentido alejado, o bien menospreciado en ocasiones por un arte que poco a poco se ha hermetizado y haciendo más elitista, no lo sé.
Yo creo que la vida en sí es “un gran relato”, que cualquier periplo vital en cualquier individuo es eso mismo: una historia, y ésta es una estructura para acumular una serie de experiencias que en última instancia conllevan un mensaje, una parábola, un aprendizaje.
Yendo al punto de Bergson que planteas. La realidad, como sabemos, es un gran misterio, cada uno percibe la suya propia, nadie la percibe de igual modo ni tiene el mismo concepto de ella. El arte, por el contrario, es un modo de representar a través de un sistema de símbolos y procesos infinitos esta realidad, mediante un método en continua evolución.
Es una visión subjetiva y un proceso totalmente intuitivo, como cualquier proceso creativo, que puede y tiende a catalizar y canalizar una visión colectiva.
El arte es una herramienta de la intuición para unirnos con lo imaginario, lo inexplicable, “lo otro”, quizá lo incognoscible, lo inconmensurable, lo que está en el lado oculto de la misma realidad.
El arte es un espejo, pero también una ventana al (otro) mundo de la metáfora y lo simbólico. El arte, para mí, es ese vínculo entre “el alma del mundo”, esta otra realidad que muchos intentan determinar u objetivar.
«Me interesan los artistas y creadores valientes y raros»
—Deleauze hablaba de esa corriente risomática que surge natural y libre en un aparente caos, pero que termina siendo un “caosmos”. Tu “obra coral” tiene un texto como hilo conductor y abarca la pintura, escultura, video, instalaciones… que termina siendo un “caosmos”. ¿Cómo nace y qué inspira eso que termina inclasificable?
—Viene de mis intereses, gustos y tendencias propias y personales. Y es que me interesan las personas (o los artistas) eminentemente auténticas, hechas a sí mismas, que rompen moldes y se configuran el suyo propio. Las que se salen del “rebaño”.
Me inspiran las personas que marcan la diferencia por su autenticidad y naturaleza, no las que se mueven por una intención ególatra o aquellas que a la legua “quieren” ser diferentes y llamar burdamente la atención (quizá aquellos Snobs que criticaba Karl Kraus hace más de un siglo, hoy sean los llamados “influencers”).
Es por eso que me interesan los artistas y creadores valientes y raros, los emboscados en su propio mundo y visión, los que han sido sepultados y las tendencias los ha ocultado o menospreciado.
Muchos de ellos, es cierto, se han ganado un puesto propio fuera de las vanguardias y escuelas principales, recordemos a Balthus o Morandi por ejemplo, otros con el tiempo han sido rescatados del olvido, pensemos en el Greco, Le Brun o incluso un José María Sert.
Pero también podemos pensar en figuras como Kubin, Ensor, Klinger o el mismo De Chirico, quien tuvo un momento totalmente reaccionario y por lo tanto transgresor en su carrera, lo que suele omitirse en muchas de sus monografías y en mi opinión es justo lo que le hace más interesante todavía.
Ahora, por ejemplo, es el tiempo de rescatar y hacer justicia con las mujeres artistas, que quedaron sepultadas y han sido las más perjudicadas, pero por otro tipo de censura mucho más evidente, que es la machista.
Pero volviendo al tema, me interesan esas figuras que incluso en su momento gozaron de cierto éxito, pero luego las tendencias ideológicas y estéticas han sometido a eras de exilio en los discursos hegemónicos.
También es cierto que no sólo me interesan los esquinados o marginados a simple vista, también están aquellas figuras icónicas que guardan, a mi entender, un mismo núcleo que las otras. Artistas de renombre universal que tienen una parte menos evidente.
—¿Como cuáles por ejemplo?
—Pongamos por ejemplo al mismo Goya o Picasso, o incluso el manchego Antonio López García. Lo que a ellos les hace transgresores es algo que muchas veces no está a simple vista para la gran mayoría. De hecho su “éxito” ha ocultado muchas veces su propia obra, o ha enturbiado nuestra mirada hacia la misma.
Detrás del icono popular de sus figuras existe un punto completamente transgresor en los métodos y la posición que tomaron, no sólo en un conocimiento profundo de su medio, sino en el abandono a su propio trabajo de espaldas al mundo y al ruido que provocó incluso este éxito en vida.
Creo que, después de la indiferencia, no hay mayor reto para un creador y persona que resistir y sobrevivir al propio éxito sin que éste le corrompa o perturbe. Y es que en ellos ni el éxito exterior, ni la demanda externa del mercado, corrompieron su honestidad ni su método y concepto de creación. Sólo hay que acercarse a la obra de Picasso de un modo cercano y concienzudo para darse cuenta de lo que digo.
Estudiemos lo que se ha llamado “el período de Olga”, por ejemplo, hay en cada obra un salto al vacío, una libertad y valentía apabullantes, una conquista, una ruptura, una reinvención, una consciencia de todo su banco de referencias difícilmente superable, una capacidad para darle a la obra, y sólo a la obra, y por lo tanto a la historia del arte, lo que pide, sin temer disgustar “al otro” u “otra” (que bien pueda su modelo, su mecenas, su galerista, sus camaradas artistas o a cualquier espectador y público).
De igual modo, pero con un método de trabajo radicalmente opuesto, ya que Picasso vivió el momento de ruptura y autonomía del lenguaje, en Antonio López lo transgresor era hacer realismo, sobretodo cuando los discursos hegemónicos estaban radicalmente opuestos a esta figuración .
«Antonio López fue un maestro a escala internacional»
—Hablas de Antonio López y su pintura realista en un momento en que nadie pintaba realismo. Sin duda responder a la voz artística más allá de la corriente es un acto de rebeldía.
—Indudablemente. En nuestro país, una figura como la de López, significó y se entiende todavía en algunos discursos contemporáneos, como algo completamente reaccionario y anacrónico.
Pero si estudiamos su contexto inicial, donde sus coetáneos estaban en pleno auge de la abstracción e informalismo, exacerbando todavía la inspiración, el gesto y actitud del artista mismo con indicios de un pop mucho más fresco.
López parecía tener que sobrevivir a su propio virtuosismo, y encarar una empresa más transgresora por lo políticamente incorrecta que era ya en aquellos momentos. Aunque su personal realismo, tan crudo, áspero, y poco complaciente, lo convirtió por méritos propios, en un maestro a escala internacional.
—Picasso y Antonio López…
—En estos dos pintores tan icónicos pero al tiempo me atrevería a decir que desconocidos por el gran público que hace cola en sus exposiciones, podemos encontrar el dicho aquel ‘el artista es el que vende lo que hace, no el que hace lo que vende’.
Goya se convirtió en Goya cuando se abandonó a su obra en ‘la quinta del sordo’ y se tiró por su propio precipicio interior. Y sí, pienso que un gran creador se delata en sus dibujos. Quizá por ser la técnica que más se acerca a esa “otredad” de la que hablo, pues la piel, la superficie, en ese caso, es lo más profundo al tiempo.
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Fernando Arabuena es escritor y profesor de conceptualización creativa en distintas escuelas de publicidad y universidades del país, así como jurado de diversos certámenes publicitarios.
Ha participado en los talleres del poeta Marcelo Novoa, de autocrítica del poeta Rafael Rubio, y en el taller de lecturas del poeta Marcelo Jarpa Fabres y en el de corrección de estilo del escritor Edmundo Moure.
Es autor de los libros inéditos Jentil Vulgata y El Cristo de los tobillos rotos. También ha sido colaborador en medios digitales literarios y es parte del directorio de la Fundación Juan Luis Martínez.
Fue incluido en la Antología absoluta de la poesía chilena del poeta Rodrigo Verdugo.
Imagen destacada: José Luis Serzo.