[Entrevista] Rafael Riqueni: «La obra de Paco de Lucía fue lo que me hizo decidirme a ser guitarrista»

Este martes 24 de septiembre el Real Alcázar de Sevilla vibró con «Nerja», la nueva obra del ya mítico intérprete andaluz, una fantasía descriptiva desde el impresionismo y la cercanía con la música clásica, como las grandes características estéticas que han definido su carrera, y la cual se ejecutó en una conmovedora presentación que tuvo la intervención especial del también solista de cuerdas, Alejandro Hurtado.

Por Eduardo Suárez Fernández-Miranda

Publicado el 25.9.2024

Rafael Riqueni (Sevilla, 1962) es una de las figuras fundamentales de la guitarra flamenca. Nacido en Triana, una de las cunas del flamenco, comienza a edad temprana a interesarse por la guitarra. Con doce años ofrece sus primeras actuaciones en solitario, y con catorce es galardonado con los principales premios nacionales de este género musical.

El año 1986 es fundamental es su carrera: publica su primer trabajo, Juego de niños, donde: «ofrece unos novedosos conceptos armónicos y de composición que empiezan a definir su inconfundible estilo con influencias clásicas».

Luego vendrían Flamenco (1987), Mi tiempo (1990), Suite Sevilla (1993) o Maestros (1994), donde rinde homenaje a Niño Ricardo, Sabicas y Esteban de Sanlúcar. Tras unos años de silencio, reaparece en el Teatro Lope de Vega de Sevilla con Amarguras (2014), obra galardonada con el Giraldillo de la Bienal a la Maestría.

Entre sus últimos discos figuran Herencia (2020) y Nerja (2022), del que podremos disfrutar de su actuación en directo en el Real Alcázar, dentro de la programación de la XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla.

Rafael Riqueni, inmerso en los ensayos de su concierto, ha tenido la amabilidad de concedernos esta entrevista, donde habla de su obra y de la profunda concepción que tiene acerca del flamenco.

 

«Contar cómo los niños entran por la tierra»

—Usted regresa a la Bienal de Flamenco de Sevilla con Nerja, una obra que se aproxima, como en otras de sus composiciones, a la música clásica. ¿Qué puede contarnos de este trabajo? ¿Cómo surgió?

—Esta obra surge de una idea que apareció hace muchos años. Me organizaron una visita a la Cueva de Nerja en compañía de José Luis Ortiz Nuevo [exdirector de la Bienal de Flamenco de Sevilla]. Me comentaron este proyecto y me interesó.

Hubo, en principio, unas subvenciones que al final no se dieron y la idea se quedó ahí. Pero a mí el proyecto de contar cómo los niños entran por la tierra y se meten en un hoyo y aparecen las cuevas dentro de la cavidad me pareció interesante, y era algo similar a lo que había hecho. Ha pasado el tiempo y hemos ido renovando toda la obra. Hemos recopilado todo lo que hemos podido para hacerla completa.

 

La ilusión de un concierto

—Cuenta con la colaboración para este concierto con Alejandro Hurtado, es así, ¿verdad?

—Sí, Alejandro Hurtado va a salir en la primera parte del concierto. Yo lo he escuchado tocar y me parece que toca muy bien, tiene mucha técnica y tiene temas muy originales, muy bonitos.

Y si, de alguna manera, a él le ayuda participar conmigo en un concierto yo tan contento, porque conozco bien las dificultades de empezar a destacar y hacerse un nombrecito, por todo eso he pasado. Él está muy ilusionado por hacer este concierto y yo muy contento.

 

«Siempre aprendiendo de todo el mundo»

—De «Herencia», su trabajo anterior, se ha dicho que: «es la respuesta de Riqueni hacia la historia de tradición de la guitarra flamenca». ¿Quién considera que son sus maestros? ¿Quién le ha influido en su manera de interpretar, de componer?

—Yo vengo de la escuela del Niño Ricardo. Suya fue la primera falseta que aprendí, y me considero, sobre todo, ricardiano, en mi toque y en la forma de concebir la guitarra flamenca. El toque por seguiriya, el toque por soleá del Niño Ricardo, con ese ritmo tan sobrio que tiene en la forma de tocar, esa forma me gusta a mí, tocar con una base sólida.

Después, un poco más tarde, apareció en mi vida Paco de Lucía, con aquel disco: Fuente y caudal, que fue lo que me hizo decidirme a ser guitarrista.

He tenido la suerte de aprender de muchos guitarristas, de Manolo Sanlúcar, me llevó con él a su casa, tuve la experiencia con [Niño] Miguel, que me marcó mucho en aquella época, su forma de tocar. E ir aprendiendo de todo el mundo porque siempre me han gustado las cosas bonitas y buenas de cada guitarrista, siempre con mi pasión por la guitarra, siempre aprendiendo de todo el mundo.

 

«Toda la obra que dedico a Sevilla está recreada desde la nostalgia»

—Sevilla, su ciudad natal, ha marcado, en cierta forma, su obra. Si pensamos en sus discos Parque de María Luisa o Suite Sevilla, ¿podría hablarnos un poco de cómo es el proceso de creación de su obra?

—Toda la obra que dedico a Sevilla está recreada desde la nostalgia. Porque, como tú bien sabes, estuve en Madrid muchos años y de allí sentía nostalgia de mi tierra y compuse Suite Sevilla y de esa pasión por la ciudad, de ese enamoramiento que sentimos los guitarristas y los sevillanos en sí —un sevillano es un enamorado de su tierra, normalmente— y de esos sentimientos han surgido todas estas obras.

 

«Paco de Lucía cambió el curso de la guitarra flamenca»

—En la inauguración de la Bienal de este año, en el Pregón, Sara Baras recordaba a Paco de Lucía; también lo homenajearon en el concierto inaugural, en el Teatro de la Maestranza. Desde su punto de vista, ¿qué supuso la obra del guitarrista gaditano para la difusión del flamenco?

—La aportación de Paco de Lucía ha sido impresionante, es bien sabido que su maestro fue el Niño Ricardo, él adaptó todas las técnicas, el sabor y todas las facetas del Niño Ricardo, y las incorporó a la técnica más depurada de Sabicas, con esa echada tan rápida y tan limpia. Y de ahí hizo una guitarra propia.

Yo siempre digo que lo de Paco de Lucía hubiera aparecido con Entre dos aguas o sin Entre dos aguas. Porque lo de Paco, desde hacía muchos años, era un disparate, el público no concebía cómo se podía tocar así la guitarra. Y ha sido uno de los guitarristas…

A mí no me gusta decir el más importante porque no me gusta hacer de menos a Ricardo o a otros guitarristas que han aportado muchísimo a la guitarra, pero sí es uno de los más grandes de la historia del flamenco y sin duda ha cambiado el curso de la guitarra flamenca.

 

«Manolo Sanlúcar ha sido un monje de la guitarra»

—Nombraba antes de Manolo Sanlúcar. Usted que lo conoció personalmente, ¿qué nos puede contar de él? ¿De su forma de tocar, de su obra?

—Manolo Sanlúcar ha sido un hombre que, como él mismo decía, ha sido un monje de la guitarra. Y ha sido una persona que ha dedicado mucho tiempo a estudiar y con una técnica depuradísima y un sonido de guitarra precioso.

Me marcó mucho porque fue la persona que me enseñó a estudiar y a saber que la disciplina de la guitarra era todo el día… Me marcó mucho. Yo creo que Manolo ha sido, también, un guitarrista que ha aportado muchísimo y otro grande de la guitarra en España.

 

Homenaje: «Esos días que uno tiene suerte»

—Tras la edición anterior de la Bienal, se rodó en el Teatro Lope de Vega un concierto homenaje por sus 45 años en el mundo del flamenco. ¿Cómo vivió usted esa experiencia?

—Bueno, yo he visto algo del vídeo porque en el documental aparece y se me ve bastante tranquilo y tocando con expresión. sos días que uno tiene suerte, porque ante una actuación en el Lope de Vega como aquel día, estar tranquilo era difícil porque se iba a grabar en directo, con cámaras dentro del teatro.

Entonces de mí dependía todo lo que se hizo allí. Si yo estaba bien aquello era un éxito y si no me pillaba bien, pues entonces hubiera sido un poco desastre. Pero tuve suerte y fue un concierto muy bonito y sé de mucha gente que se emocionó, la gente lloraba con todo aquello y estoy contento con todo eso y con el documental que ha hecho Paco Bech.

 

«La música clásica española se nutre del flamenco»

—En otoño empieza su gira internacional por los Países Bajos, Portugal, Francia. ¿Cree que la percepción que se tiene del flamenco en el extranjero es similar de la que se tiene en España, o usted la percibe diferente?

—Yo lo percibo de forma distinta. En nuestro país, en España, se entiendo mucho de guitarra y de flamenco en general porque, si bien es cierto que la cuna del flamenco es Sevilla y Jerez, los Puertos, Lebrija, Morón y Utrera, también, como yo digo, el flamenco está expandido por toda España.

Tomemos en cuenta que el flamenco era algo popular, que se cantaba en los bares —la guitarra se incorporó después—; la copla, la canción española se nutre del flamenco, y la música clásica española también se nutre del flamenco.

Aparecen figuras como Sabicas que era de Pamplona y era un guitarrista excepcional. No tiene por qué, precisamente, salir una figura de Andalucía. Ha habido otros guitarristas, personajes importantes dentro de España.

 

«Estamos faltos de la esencia pura del flamenco»

—En su gira por Francia usted compartirá escenario con Estrella Morentes. ¿Cómo surgió esta colaboración?

—Estrella es, aparte de una artista inconmensurable, porque el escenario lo domina muy bien y es muy artista, es una muchacha que no para de estudiar y no para de investigar los cantes. Estamos faltos de esencia, de la esencia, digamos, pura del flamenco. Y como dije en una entrevista, creo que es la cantaora que más se acerca a los cantes de Pastora [Niña de los Peines].

Como experiencia, es una experiencia muy grata porque me dice ‘sobrino’, porque yo fui, como bien sabes, de Enrique, y ahí nos une algo que está por encima de lo humano y lo divino, que son los recuerdos y los sentimientos por su padre y cada vez que hace un giro que me recuerda a su padre pues yo le digo ¡olé! porque me trae añoranza de muchas cosas. Está siendo una gira con ella preciosa, ella está muy contenta y yo también.

 

«En Triana se respiraba flamenco todo el tiempo»

—Usted se inició muy joven como guitarrista. ¿Cómo surge su interés por la guitarra flamenca? ¿Pertenece a una dinastía de guitarristas, como sucede en otros casos?

—En mi caso, por parte de la familia de los Riqueni no hay nadie.

Sí es cierto que tengo un primo segundo que es José Acedo que es guitarrista y fue el primero que me enseñó la falseta del Niño Ricardo, es el único que conozco de la familia por la parte de mi padre. Pero sí tuve, por parte de mi madre a mi tía María Jiménez, la cantante; sí, por la parte de mi madre si me viene algo.

Además, yo nací en un patio de vecinos, en Triana, y se respiraba flamenco todo el tiempo. Yo nací allí, luego me fui al centro, a vivir en Correos, pero lo que es mi nacimiento y algunos años después fue allí y quieras que no, eso te hace llevarlo en la sangre el flamenco.

 

«Son importantes los cursillos de guitarra»

—Usted ha participado en actividades formativas dentro del Festival Internacional de la Guitarra de Córdoba, o de la propia Bienal de Flamenco de Sevilla. Actualmente, el aprendizaje de la guitarra ¿ha cambiado mucho de cuando usted empezó?

—La verdad es que no lo sigo de cerca porque antes sí hacía algunos cursos de guitarra, pero desde que tenemos tanto trabajo, gracias a Dios, cuando me lo proponen algunas veces lo hago, por las organizaciones, o por los muchachos que quieren estar conmigo y hacerse una foto y todo eso, pero, sinceramente, intento evitarlo porque me cansa mucho y también tengo una edad y algún problema de salud y se me hacen un poco cuesta arriba los cursos.

Pero sí pienso que es importante, porque los chavales tienen oportunidad de estar con figuras y eso les da ánimo para tocar y los consejos que le damos.

Yo creo que son importantes los cursillos de guitarra.

 

«No tengo discípulos»

—Por lo que me dice, usted no tiene discípulos a los que transmitir sus enseñanzas, ¿verdad?

—No, no. No tengo. Y la verdad es que no tengo tiempo ahora con preparar los conciertos y estar pendiente de otras cosas.

 

«En el terreno del cante se nota la falta de la experiencia en los chavales»

—¿Cree que la guitarra flamenca ha evolucionada, o permanece fiel a la tradición?

—Yo siempre he sido una persona abierta y vanguardista, me gusta mucho investigar, fusionarme, pero yo tengo una base muy sólida porque desde [Niño] Ricardo, [Manolo] Sanlúcar, Paco [de Lucía] o [Niño] Miguel y todo lo que ha venido, ha sido guitarra pura digamos.

El problema que tenemos hoy es que existen pocas oportunidades para los chavales acompañar el cante, tampoco se viven esas fiestas que se vivían ¿no?, desgraciadamente. Y donde se aprenden cosas que no se aprenden en los libros es allí.

Lo que yo noto en la guitarra de hoy, que tiene mucha técnica, que tocan muy limpio y algunos tocan muy bien, con mucho sentimiento, pero en el terreno del cante se nota la falta de la experiencia, de la experiencia viva, y eso es lo que, desgraciadamente no abunda, no hay muchas oportunidades para ellos.

 

 

 

 

 

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Eduardo Suárez Fernández-Miranda nació en Gijón (España). Licenciado en derecho por la Universidad de Sevilla, está realizando sus estudios de doctorado dentro del Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la misma casa de estudios superiores.

Colabora como crítico literario en las revistas españolas El Ciervo, Serra d’Or, Llegir.cat, Gràffica y Quimera, donde lleva a cabo una serie de entrevistas a escritores, editores y traductores, nacionales y extranjeros.

Asimismo, escribe para las publicaciones americanas Cine y Literatura (Chile), La Tempestad (México), Continuidad de los Libros (Argentina) y Latin American Literature Today (University of Oklahoma). También, colabora de forma ocasional en los diarios asturianos El Comercio y La Nueva España.

 

Rafael Riqueni en la preparación de su particular cuento sonoro sobre el descubrimiento de la Cueva de Nerja

 

 

Tráiler:

 

 

 

Eduardo Suárez Fernández-Miranda

 

 

Imagen destacada: Rafael Riqueni (XXIII Bienal de Flamenco de Sevilla 2024).