Justo cuando se cumplan los 117 años del natalicio —un aniversario que honra al autor chileno símbolo de los poetas malditos nacionales, durante la próxima medianoche del lunes 5 de julio—, sus versos serán vocalizados por destacados escritores como Raúl Zurita, Alejandra del Río y Edmundo Moure, y transmitidos a través de las señales de TeleCauquenes, y de las radios Géminis y Dinastía, todas plataformas mediales de la Región del Maule.
Por Fernando Arabuena
Publicado el 28.6.2021
Mientras comienza a romper el amarillo del aromo en las tierras del Maule, Cauquenes, su provincia natal, se prepara para el eterno nacimiento de unos de sus grandes poetas. Es quizá ese día que burla a la muerte, invistiendo la palabra poética con la vida eterna.
Un nacimiento que guarda un simbolismo trascendental en un poeta que anulando el Yo, se adentró en la mística negativa que busca el “todo” en la noche inmensa de su poesía. Sería la misma senda litúrgica que nos dejara Anguita con la búsqueda de su heterodoxia vanguardista.
De esta manera, la muerte no es más que una simbólica partida al eterno presente de su obra, es por eso que poetas, escritores, medios locales y plataformas como la nuestra, se unieron espontáneamente en el primer homenaje al natalicio de Luis Omar Cáceres (alumbrado el 5 de julio de 1904) en su ciudad natal, contexto en el cual se entregarán libros del autor a la casa de la Cultura de Cauquenes y al emblemático Liceo Antonio Varas, el quinto más antiguo de Chile y el cual comenzó a funcionar en una Iglesia Franciscana.
Para hablar de este evento, conversaremos con Víctor Pueyes Zúñiga: poeta y gestor cultural, quien en 1996, organizó y realizó un mportante homenaje a Cáceres en la Biblioteca Nacional de Chile, junto al desaparecido Volodia Teitelboim.
Además de su vasto estudio sobre nuestro poeta, que ha servido de base para posteriores investigaciones, Víctor Pueyes Zúñiga es autor del libro Frente al espejo (1991) y del tríptico de poesía Los hijos de Urano (1993), también ha sido incluido en diversas recopilaciones como La comuna de poesía (1989), la Antología poética comunal (1993), El segundo infinito de la ciudad imaginaria (1994), La espiral de los iconoclastas (1994), del cual es el editor y prologuista, el Diccionario bio-bibliográfico de Chile (1997) y Cien poemas de amor y lucha (1999) entre otros textos.
La celebración dedicada a Luis Omar Cáceres, titulada «La Quinta Medianoche de Julio» (por el 117 natalicio del poeta) se realizará a través de diversos medios regionales como TeleCauquenes, y las radios Géminis y Dinastía, en una performance artística que incluirá a escritores y poetas de la estatura creativa de Raúl Zurita, Pedro Lastra, Rafael Rubio, Alejandra del Río Lohan, Gonzalo Contreras, Marcelo Jarpa Fabres, Marcelo Novoa, María Cabezas Corcione, Bruno Vidal, Rodrigo Verdugo, Juan Pablo del Río, y de Edmundo Moure, el distinguido director de Cine y Literatura, entre otros divulgadores del verbo hecho letra (y sangre, en este caso).
«Un artista en toda su magnitud»
—Víctor, ¿ qué te parece formar parte del homenaje a un poeta en cuyo rescate has trabajado tanto tiempo?
—Ha sido todo muy inesperado y aquí todos los méritos son de Fernando Arabuena, entusiasta y esforzado artífice de esta titánica y necesaria tarea que busca dar a conocer la obra de Omar Cáceres, cauquenino, que permanece en el más absoluto de los olvidos y que bien merece reconocimientos y homenajes, a modo que la ciudadanía lo conozca y lo reivindique. Es un acto de justicia para quien lo dio todo por el arte poético.
En lo personal, es un honor aportar estas imperfectas líneas que sólo pretenden ser parte de este merecido homenaje a uno de los más significativos poetas de Chile.
—¿Quién “es” Omar Cáceres?
—Un artista en toda su magnitud, que vivió en un Chile muy convulso e intenso, con turbulencias sociales y políticas relevantes, tanto en el país (Matanza del Seguro Obrero en 1938), la dictadura de Ibáñez (1927-1931), como a nivel mundial (Guerra Civil española con el fusilamiento del poeta García Lorca en 1936), y la Segunda Guerra Mundial, 1939-1945 (se dice que el poeta Huidobro habría participado en ella), etcétera.
También fue músico autodidacta, aprendió solo a tocar el violín y según el poeta Jorge Teillier (1935-1996), en algún momento de apuro económico, Cáceres habría integrado una orquesta de ciegos en las cercanías de la Estación Mapocho (al parecer esta información no tiene una fuente que la respalde).
«Así he vivido. Mi actitud no es, sin embargo, la de un nihilista, la de un ególatra o la de un deshumanizante… No. Es la de aquél que fue demasiado lejos en el corazón de los hombres y en su propio corazón; la de aquél orgulloso de las soberbias esperanzas que, de súbito, creyendo disponer del universo en una enumeración insólita, tropieza, en cambio, con la omnipresencia lacerada de su yo ,mientras un índice de revelación señala esa fijeza con su fuego individual».
(En Antología de poesía chilena nueva de Eduardo Anguita y Volodia Teitelboim, Editorial Zig-Zag, 1935, página 151, en su presentación “Yo, viejas y nuevas palabras”).
Esencialmente espiritual, vivió, tal vez, en una época que no le correspondía, y fue un gran lector de temas esotéricos. Un animal literario, ajeno al mundillo oficial de escritores y oficialismos.
Su poesía lo rescata y reivindica del olvido que lo marcó en vida. Sus compañeros de generación tales como Neruda (hay textos en que se menciona a Cáceres y Neruda compartiendo la intensa bohemia santiaguina de los años 20 y 30), Rosamel del Valle, Díaz Casanueva, Ángel Cruchaga, Juvencio Valle y el mismo Huidobro, no lo recuerdan en sus memorias, mucho menos en el momento de su deceso trágico y oscuro.
«Por el momento no siento un deseo imperante a publicar»
—¿Tú investigación ha servido de base a muchos investigadores de la obra de Omar Cáceres?
—Sí, en varias ocasiones, algunos en estudios serios, otros (los más), inescrupulosos que se aprovechan del trabajo ajeno y ni siquiera mencionan la fuente de donde obtuvieron la información. Es lo que conocemos como el ‘chacreo chilensis’.
—Sabemos de tu gran amistad con don Pedro Lastra, quien quiso ser parte de este homenaje gracias a tu gestión. ¿Nos puedes hablar de la labor del poeta en el estudio de Cáceres?
—A don Pedro Lastra lo conozco desde 1996, cuando presentaron el libro Defensa del ídolo que editó Lom; fue Volodia Teitelboim quien me pidió que participara en dicha presentación que se hizo en la Sala Ercilla de la Biblioteca Nacional, desde entonces hemos mantenido correspondencia tanto por cartas como por correos electrónicos, en estricto rigor, admiradores de la obra de este magnífico poeta que fue y es Omar Cáceres.
Su trabajo ha sido arduo, intenso y extenso. Junto con editar Defensa del ídolo en Chile también lo hizo en Venezuela en 1997, en México en 1996, también trabajó en un número especial de una revista argentina dedicado a Cáceres, aparte de su investigaciones en la Biblioteca Nacional durante varios años. Su constante esfuerzo en esta noble tarea es un fundamental aporte a la poesía chilena.
—¿Qué pasará con el material de tu investigación sobre el poeta Cáceres? ¿No crees que reclama ver la luz?
—Por el momento no siento un deseo imperante a publicar. Tal vez no sea el tiempo adecuado para que eso ocurra. Tengo una desazón emocional por las experiencias vividas en torno a este tema.
Las obras completas de Cáceres
—¿Qué acciones culturales se deberían hacer en Chile, para integrar al espectro artístico del país la obra de Omar Cáceres?
—Como prioridad sería integrar la obra de Cáceres a la programación oficial del Ministerio de Educación y también en las universidades, aunque esto lo veo más difícil por la autonomía de estas casas de estudios.
En Cauquenes, fortalecer tu idea de crear un Concurso Anual Nacional de Poesía Juvenil.
Que la empresa privada aporte con medios económicos para la investigación académica y posterior publicación de un texto que recopile la obra completa de Cáceres.
Que en la misma ciudad que nació se decrete que la calle donde nació lleve su nombre.
—¿Con qué poema de Omar Cáceres quieres terminar la entrevista?
ILUMINACIÓN DEL YO
Chorreando sus bruñidas densidades
alrededor de las tardes iguales, simultáneas,
he aquí que el magro, difícil día se presenta,
fiel a su ritmo adusto, puro, sojuzgado.
Sus infinitas hojas, que señalan intensamente el límite,
desde donde emerge reverdecido de lados profundos,
giran sobre mi joven voluntad, amorosa y viril,
así como cantando lo decía esta mañana.
Porque ahí estoy, oh monumento de luz,
siempre hacia ti inclinado ,extranjero de mí mismo,
presto a tu súbita irradiación de espadas,
fijo a tu altiva significación de espec-tro.
Oh luz de soledades derechas, de inflexibles alturas y ecuatoriales sucesos.
Y bien,
echa a rodar esta perfección en tú llanura,
puedo ahora decirlo todo, recogerlo todo:
irrumpe, surge, de esta lámpara, a pedazos,
nocturno poema que yo he escrito con letras imprecisas,
noche de azulada tormenta, oh rectitud incomparable.
Yo soy el que domina esa extensión gozosa,
el que vela el sueño de los amigos,
el que siempre estuvo pronto,
el que dobla esa fatiga que adelgaza todos los espejos.
Ahora sorprendo mi rostro en el agua de esas profundas despedidas,
en las mamparas de esos últimos sollozos,
porque estoy detrás de cada cosa
llorando lo que se llevaron de mi mismo.
Y amo el calor de esta carne dolorosa que me ampara,
la sombra sensual de esta tristeza desnuda que robé a los ángeles,
el anillo de mi respiración, recién labrado…
Es todo cuanto queda, oh ansiedad.
Descuelga, pues, en mis sollozos tus profundos plomos de sosiego,
acelera esas llamas, esas altas disciplinas,
ese orden que sonríe en mis rodillas,
mórbida luz de todas las campanas.
Ni un solo pensamiento, oh poetas,
los poemas EXISTEN
nos aguardan!
Elegí este poema, porque en la sexta estrofa el poeta vaticina su deceso.
***
Fernando Arabuena (Cauquenes, 1970) es escritor y profesor de conceptualización creativa en distintas escuelas de publicidad y universidades del país, así como jurado de diversos certámenes publicitarios.
Ha participado en los talleres del poeta Marcelo Novoa, de autocrítica del poeta Rafael Rubio, y en el taller de lecturas del poeta Marcelo Jarpa Fabres y en el de corrección de estilo del escritor Edmundo Moure.
Es autor de los libros inéditos Jentil vulgata y El Cristo de los tobillos rotos. También ha sido colaborador en medios digitales literarios y es parte del directorio de la Fundación Juan Luis Martínez.
Fue incluido en la Antología absoluta de la poesía chilena del poeta Rodrigo Verdugo.
Imagen destacada: Luis Omar Cáceres.