En este montaje destacan por un lado, la iluminación, la cual adquiere una dimensión vívida que contribuye a generar una atmósfera ambiental que dialoga íntimamente con los personajes. Por otro lado, la multimodalidad a través de la pantalla de fondo y las grabaciones, configuran un montaje dinámico e innovador que nos introduce como espectadores no solo en la escena, sino incluso en la conciencia de los roles y de sus experiencias vitales.
Por Jessenia Chamorro Salas
Publicado el 15.12.2017
Teatro de Chile, bajo la dirección de la consolidada y siempre innovadora Manuela Infante, traen al GAM el acontecimiento teatral llamado Estado vegetal, cuya propuesta conjuga una reflexión existencial y filosófica, con la potencia actoral de Marcela Salinas, y un montaje dinámico que utiliza recursos multimodales para generar una atmósfera envolvente, íntima y casi cinematográfica.
El accidente que sufre un joven motociclista con un árbol es el puntapié inicial desde donde emergen los diferentes cuadros, marcados en una primera instancia, en intentar saber, cuasi relato policial, quién tuvo responsabilidad en el accidente. De los testigos emerge una línea investigativa que tiene como foco al árbol y su potencial responsabilidad en los hechos. Surge la pregunta central, a modo de sentencia ¿la culpa es del árbol? La lógica indicaría que no, aunque la obra cuestiona este estatuto de verdad cuando los testigos van dando cuenta de que el árbol poseía ciertos rasgos siniestros que podrían criminalizarlo.
Posteriormente, el accidente pasa a segundo plano y se va ahondando en la relación que el Hombre establece con la Naturaleza. Vamos transitando como espectadores, del reino de lo humano al reino vegetal, de la pregunta por la muerte a la pregunta por la vida. Porque si vida es movimiento y la muerte quietud ¿cómo sabemos que un árbol -o un humano- está vivo cuando está quieto? El árbol, en tanto corporalidad, se va transformando en alegoría de la existencia. Es un personaje más, protagonista de los hechos. La emergencia de una naturaleza en crisis ha cambiado de estado a un joven, llevándolo a un “estado vegetal” que permite una toma de conciencia respecto no solo de la relación que el humano mantiene con la naturaleza, sino también de las implicancias de ésta, cuyas características particulares chocan con el mundo humano, el cual no comprende su origen natural y se ha desprendido con el único propósito de dominarlo.
El “accidente” se erige como metáfora del enfrentamiento entre los dos reinos, la moto, representante lo humano y, por antonomasia, del movimiento, versus el árbol, emblema de la naturaleza y de la quietud. En otras palabras, lo activo versus lo pasivo, el hombre frente a su origen. ¿Quién ha ganar? Por extraño que parezca, esta vez ha ganado la madre natura, capturando el cuerpo del joven en un estado vegetativo ¿Venganza? O quizá simplemente una apertura hacia otra conciencia, una oportunidad de unir ambos mundos en un solo cuerpo y con ello, comprender qué significa realmente ser un vegetal. En este sentido, es el bombero quien nos impele a re-conocer el espíritu que habita en la naturaleza, a reconocer el daño que el hombre le ha hecho, cuadro en que se patentiza una ferviente y emotiva crítica a la sociedad actual, y que pone sobre las tablas la problemática del cambio climático como consecuencia del calentamiento global, lo cual resulta atingente en un escenario como el chileno, en donde una naturaleza extrema parece asolarnos cada año. A partir de esto, conviene preguntarnos ¿es la sociedad un estado vegetal? Tal parece que la respuesta es que sí. Lo que queda en evidencia en esta obra en la burocracia que se representa, en la inconciencia y pasividad a la que se alude respecto del comportamiento humano con la naturaleza.
El multiperspectivismo que presenta la obra a través de este unipersonal, destaca la figura de la actriz Marcela Salidas -quien ya ha trabajado en otras ocasiones con Infante, en Realismo, por ejemplo-, y cuya corporalidad fluye entre los distintos personajes que va encarnando (el cuidador municipal, una vecina de clase alta, una niña con problemas mentales, dos abuelos, la madre, el bombero, el árbol), exaltando su capacidad vocal, interpretativa y escénica, a través de una dramaturgia encarnada en donde el trabajo del cuerpo resulta eje articulador de la realización teatral.
Otro de los aspectos que resulta fundamental destacar de Estado vegetal es el tema de la maternidad, la cual le otorga a la obra una nota sensible y emotiva, en el intento desesperado de la madre por encontrar un culpable al accidente de su hijo, por encontrar una respuesta, sea la que sea, a lo ocurrido, incluso criminalizar al árbol, quien explica a viva voz, las razones que tuvo para aquello. Ya la figura de la madre desesperada por encontrar una explicación a la muerte de un hijo ha sido desplegada en otros montajes, por ejemplo, Hilda Peña (Isidora Stevenson, Aliocha de la Sotta, 2015), sin embargo, en Estado vegetal el vínculo de la madre con la naturaleza y su búsqueda por la justicia, le otorga otro sentido a la maternidad.
Ahora bien, en lo relativo a los aspectos técnicos, destaca por un lado, la iluminación, la cual adquiere una dimensión vívida que contribuye no solo a generar una atmósfera escénica, sino que dialoga íntimamente con los personajes. Por otro lado, la multimodalidad a través de la pantalla de fondo y las grabaciones, configuran un montaje dinámico e innovador que nos introduce como espectadores no solo en la escena, sino incluso en la conciencia de los personajes y sus experiencias vitales.
Estado vegetal, un estado otro, un estado intermedio entre éste y el otro, un momento de inflexión que permite ahondar en las subjetividades más profundas, vernos a nosotros en el espejo de la naturaleza, y comprender el estado mismo de la humanidad.
Ficha técnica:
Dirección: Manuela Infante
Dramaturgia: Manuela Infante y Marcela Salinas
Elenco: Marcela Salinas
Diseño integral: Rocío Hernández
Música y diseño sonoro: Manuela Infante
Producción: Carmina Infante
Coproducción: Fundación Internacional Teatro a Mil y NAVE
Funciones desde el 7 de diciembre al 16 de diciembre de 2017
Martes a domingo a las 20:30 horas
Sala: Edificio A, piso 1, Sala A2 del GAM
Valor de las entradas: $ 6.000 Preventa Gral., $ 3.000 Preventa estudiantes y tercera edad, $ 8.000 general , y $ 4.000 estudiantes y tercera edad
Para mayores de 15 años
Dirección: Avenida Libertador Bernardo O’Higgins Nº 227, Centro Cultural Gabriela Mistral, Santiago Centro, Santiago
Crédito de las fotografías: Centro Cultural Gabriela Mistral