El filme de la realizadora francesa, quien trabajó entre otros como asistente de dirección junto a su compatriota Mathieu Amalric y el chileno Raúl Ruiz, es el nuevo largometraje de ficción audiovisual que engalana al catálogo de la plataforma de streaming Centroartealameda.tv.
Por Ezequiel Urrutia Rodríguez
Publicado el 9.1.2021
No es novedad que la tasa de natalidad en Chile haya bajado considerablemente, en comparación a décadas pasadas, y es que considerando el costo de vida de las personas, así como lo bajo del salario mínimo, sumado a que, en promedio, la mitad del país gana menos de $500 mil, se comprende que muchos se abstengan de tener hijos.
Es con esta reflexión que la directora francesa, Elsa Amiel, construye su obra fílmica Pearl, historia que nos muestra a una mujer fisicoculturista que, en plena final de un importante concurso, se topa con su expareja, quien le pide hacerse cargo del hijo que abandonó al nacer.
Antes de continuar, sobra decir que tratamos un tema bastante delicado, asunto que Amiel sabría tocar con la construcción de su protagonista, a quien en ningún momento trata de justificar, que además, pese a que el estrés, así como las molestias propias de su disciplina la están socavando, afronta este conflicto lo mejor que puede.
En este punto se debe destacar el trabajo actoral de Julia Föry, quien captó además el caos interno que implica someterse a los extenuantes entrenamientos del culturismo, más sabiendo la presión que conlleva conseguir patrocinadores, los cuales solo aceptan a quienes demuestren tener el nivel.
Es por estas razones que dichos atletas no solo entrenan, entregan su vida a su disciplina, al punto de privarse hasta de cosas tan esenciales como el agua, puesto que otro punto que Amiel destaca en la descripción de este entorno, está en las exigencias en lo referente al peso corporal, razón por la cual también se invierte tanto en suplementos alimenticios, como en el consumo de ciertos fármacos.
Por otro lado, ya que hablamos de la ambientación, es agradable a la vista el juego de colores que se desarrolla en el hotel donde se filma la obra, el Eden Palace. Nos referimos a una paleta de colores que combina los tonos tierra con los dorados, los cuales permiten a los participantes sentirse cómodos y evocar pensamientos positivos, a la vez que conectar con recuerdos felices.
Y justamente, uno de los personajes que más reafirma esta postura vendría siendo Al, el mentor de nuestra protagonista. Aparentemente, un competidor en sus años mozos que ha ganado suficiente experiencia en el campo, y que ahora se dedica a dar las alas para que nuevas figuras puedan brillar.
Esta idea audiovisual de la experiencia, además, Amiel la complementa con escalas en amarillo, cuyo significado apunta al dinamismo, la dicha, sentimientos que pese a lo severo y exigente que Al se demuestra, es imposible para él no sentirlos. Después de todo, es la disciplina que ama.
Eso sí, hay que agregar lo mucho que suele proyectarse en nuestra protagonista, algo que si bien, a simple vista, resulta hasta obsesivo, tiene sentido si lo entendemos como ese legado, junto con todo el peso que implica, especialmente impresionar a los patrocinadores.
Sin duda alguna, una de las líneas que mejor describe a este personaje sería la siguiente: “hiciste garantizado lo divino, no tienen idea de nuestro sacrificio”. El precio de salir adelante en un espacio tan competitivo.
Responsabilidades compartidas
Por lo mismo, es que resulta tan poco viable tener un hijo dentro de este mundo, pensando no solo en la dieta, o en los entrenamientos. Según se pudo ver con este niño (el hijo de la protagonista), estos necesitan tiempo, así como atención. Algo que nuestra protagonista, debido a las demandas de su disciplina, claramente no puede darle.
Esta encrucijada entre tener una familia y desarrollarte profesionalmente recuerda al espectador la importancia de planificar bien el asunto, pues así como una profesión es una fuerte inversión existencial (ya sea de tiempo, esfuerzo o dinero), también lo es dar a luz un hijo.
Y aunque gran parte del público lo primero que haría sería señalar con el dedo a esta atleta, lo cierto es que parte de la responsabilidad cae en el padre, quien si bien crió a este niño solo, debió tener claro desde el principio que con la madre nunca podría tener una vida doméstica, absteniéndose de realizar este proyecto con alguien que no es capaz responder de la misma manera.
Es bajo esta mirada que solo podemos concluir la importancia de pensar bien, no solo en lo referente a las relaciones.
Como se dijo, tener familia es una inversión, y si no tienes los recursos necesarios, o si bien los tienes, pero tu itinerario no te respalda, no es recomendable dar este paso.
Razón por la que además es tan importante la enseñanza de una educación sexual y afectiva de calidad en el contexto de la educación pública.
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Ezequiel Urrutia Rodríguez (1996) es un joven escritor chileno nacido en la comuna de San Miguel, pero quien ha vivido toda su vida en los barrios de Lo Espejo.
Es autor del volumen Kairos (Venático Editores, 2019) su primera obra literaria, y la cual publicó bajo el pseudónimo de Armin Valentine.
También es socio activo de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) y licenciado en educación y profesor de educación básica de la Universidad Católica Silva Henríquez.
Tráiler:
Imagen destacada: Pearl (2018).