Uno de los filmes más esperados en el circuito de la animación digital y cinematográfica —dirigido por los realizadores estadounidense Pete Docter y Kemp Powers— finalmente se exhibe desde hace unos días, y en exclusiva, a través de la plataforma de streaming Disney+.
Por Felipe Stark Bittencourt
Publicado el 5.1.2021
Soul, de Pixar, es una de las tantas producciones que se vio afectada por la pandemia del coronavirus. Originalmente, su estreno en cines estuvo planeado para junio de 2020, pero finalmente terminó como un título exclusivo de la plataforma de streaming Disney+.
Esta decisión, si bien resta la cantidad de público a la que puede aspirar, no va en desmedro de su experiencia, sobre todo considerando los alcances de su ambiciosa, pero manida premisa: el sentido de la vida, contado a través de los sucesos extraordinarios por los que pasa Joe, un profesor de música que en el “mejor día de su vida” muere, y en lugar de ir al Más Allá, termina en el Gran Antes, un espacio en el cual las almas de los niños que están por nacer descubren su personalidad, intereses y particularidades gracias a la ayuda de los “mentores”, almas de personas que en vida fueron destacados y sabios.
En este lugar, explicado en términos simples y abiertos por los realizadores para no dejar a nadie insatisfecho, vive 22, un alma que ha pasado quién sabe cuánto tiempo sin querer ir a la Tierra, porque todavía no ha logrado encontrar sus más profundos intereses.
Tampoco se siente preocupada por ello y, por esa razón, formará una extraña alianza con Joe para que este pueda volver al mundo y ella poder continuar en la comodidad del Gran Antes.
Como buen producto de Pixar, sigue a cabalidad la fórmula que tanto éxito le ha granjeado a este estudio de animación, sobre todo en su primera etapa.
Nuevamente encontraremos personajes que enfrentan situaciones de fuerte carga emocional, muchas veces dañados por circunstancias extraordinarias —como Miguel en Coco, a quien le prohíben tocar música por un doloroso pasado familiar; Marlín, el pez payaso de Buscando a Nemo que sobreprotege a su hijo tras perder a su mujer y demás niños en un trágico accidente; o el viejo señor Fredericksen de Up que tras quedar viudo decide atar globos a su casa para cumplir un sueño de su señora—, que aquí se resumen en el desencantamiento por la vida en un cuento que tiene algo de dickensiano.
En efecto, la historia de Joe es similar a Canción de Navidad del autor inglés. En ambas historias, la muerte y la finitud de la vida son fundamentales. Pero las lecciones que persigue Soul parecen estar más en sintonía con las preocupaciones de su audiencia que creció con los largometrajes de Pixar y que hoy, como adultos, experimentan las difícultades que implica ser un adulto en el mundo actual.
Piénsese en el abandono de los sueños, el estrés de la vida contemporánea, la necesidad de susbsistir en un sistema avasallador e ihumano y en la macabra finitud de nuestra existencia.
Como telón de fondo, pues, no es raro que el equipo de los directores Pete Docter —responsable de títulos como Up e Intensa-Mente— y Kemp Powers dividan la acción en dos planos cuya escala se revela asombrosa y épica y en los que la persecución de los sueños no es una meta que necesariamente se deba alcanzar, sino un aspecto que hace menos pálida la existencia, sin ser necesariamente algo fundamental.
Animada en un aspecto de pantalla panorámico y emulando los efectos ópticos de un lente anamórfico, Soul le comunica desde un comienzo al espectador que la historia íntima que cuentan fue pintada en un lienzo gigantesco y en el que cualquier detalle está a la vista, pero a libre interpretación de quien lo observa.
Soul se apoya, entonces, en el imaginario que rodea a la muerte, y a esos mundos que la suceden (y, en este caso, anteceden), pero sin decantarse por un credo en particular —salvo por cierto esoterismo mezclado con la teoría cuántica— y eso quizá se nota en el peso de las acciones y los códigos de los personajes.
Si bien Pixar no escribe para niños ni tampoco subestima a su audiencia más adulta, bien es cierto que esta licuefacción de conceptos más filosóficos, por poco impacto que tengan en la trama, se resientan en la lógica diegética que establece.
Un lienzo audiovisual valioso
La historia, por lo mismo, aunque está bellamente narrada y resuelta, se sirve de todos estos elementos para contar algo que es necesario y atingente —a saber que la vida es algo finito y de la que hay que aprovechar sabiamente cada uno de sus minutos—, pero sin detenerse mucho en los matices de la experiencia individual, la dificultad innata de la vida de personas menos afortunadas y sin siquiera reparar en algunas grietas argumentales.
El mundo de las almas a ratos parece un telón de fondo que bien podría ser un MacGuffin hitchcockiano y no necesariamente el centro de la película.
Por eso mismo, quizá lo más interesante y poderoso de Soul sean, al final, los golpes de efectos que crea en la relación entre profesores y alumnos y en cualquier detalle que tenga cierta carga emocional, algo en lo que Pixar sabe manejarse muy bien.
Cabe decir que en ningún caso se trata de un filme frívolo o manipulador. No. Soul busca el reencantamiento por la vida en lo pequeño y lo cotidiano, simplemente dejando de lado cualquier repercusión moral, porque no es un sermón de día domingo, aunque tome elementos prestados del mundo sobrenatural.
Y quizá en tiempos como el presente, bajo el contexto de una pandemia que ha cobrado la vida de muchas personas, la película se sienta valiosa, aunque no por eso necesaria.
Permite ver las cosas desde una óptica feliz y esperanzada, quizá no la más brillante o profunda que se pueda esperar, pero sí al menos una que nos regala una sonrisa cuando aparecen los créditos en ese gran lienzo que Pixar siempre ha sabido cómo rellenar.
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Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile) y magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Actualmente se dedica al fomento de la lectura en escolares y a la adaptación de guiones para teatro juvenil. Es, además, editor freelance.
Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción. También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Soul (2020).