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[Ensayo] «The Split»: Los claroscuros de una familia matriarcal

La serie británica de la guionista galesa Abi Morgan se proyecta a través de la plataforma de streaming Filmin y cuenta con dos temporadas que en total suman doce capítulos. En tanto, la actriz inglesa Nicola Walker interpreta en esta obra audiovisual uno de los mejores papeles dramáticos de su prolífica carrera profesional.

Por Jordi Mat Amorós i Navarro

Publicado el 24.3.2021

«Dentro de cada mujer hay una criatura salvaje y natural, una fuerza poderosa, llena de buenos instintos, creatividad apasionada y conocimiento sin edad. Ser una mujer fuerte significa encontrarse con lo numinoso de una sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje de una manera propia».
Clarissa Pinkola Estés

Creada por la guionista galesa Abi Morgan, esta serie tiene todos los ingredientes que suelen caracterizar a las producciones británicas: un guión muy bien tramado, una excelente ambientación y especialmente un trabajo actoral brillante en el que destaca Nicola Walker encarnando a Hanna Defoe.

The Split es un drama judicial en clave femenina. Las Defoe son una familia de mujeres muy unidas pese a sus marcadas diferencias, una madre y sus tres hijas adultas que siendo niñas se quedaron sin padre porque el hombre se marchó con su niñera a otro país.

Las tres nada más han sabido de él desde ese lejano tiempo, ellas han crecido al amparo de su madre Ruth, una abogada muy resiliente que está al mando de un prestigioso bufete especializado en divorcios. Ruth cursó abogacía en un tiempo en el que ese era oficio casi exclusivo de hombres y logró abrirse paso en un sector —el de asuntos familiares— entonces menospreciado.

Hannah es la mayor de las hijas, una mujer brillantísima en lo profesional —también es abogada pero se independizó del negocio familiar— y quien está casada con Nathan, otro abogado con el cual ha tenido tres hijos.

Nina es la hermana mediana, también abogada y que trabaja en el bufete Defoe a las órdenes de su experimentada madre. Nina es una mujer pasional —la que tiene más a flor de piel la feminidad salvaje— y la cual no ha conseguido pareja estable, ella es quien suelta las verdades que las demás callan y lamentablemente en su reconocida frustración suele buscar refugio en el alcohol.

Y Rose, la menor, es la única desvinculada del oficio pero no logra encontrar su lugar profesional, a sus hermanas les comenta que no puede alcanzarlas. Ella es la “eterna” pequeña, la protegida de ese clan de féminas que quiere y duele su independencia. A pesar de eso, Rose está a punto de casarse con un chico y desea ser madre pronto.

Todo ese universo se remueve cuando el padre vuelve y contacta con sus hijas. Hannah es la que lo ve primero como funesta aparición. Precisamente ella, la que más lo recuerda, la que compartió las responsabilidades de la madre y la que en consecuencia siente profunda rabia por su abandono.

 

Zorro

Porque Hannah es actualmente el centro de la familia y de esta historia de historias que es The Split en la cual se reflejan los claroscuros no solo familiares sino en general de la condición humana. Las mentiras, las contradicciones, los miedos, las inseguridades, los fracasos… y los afectos, en especial el amor incondicional que une a esas tres hijas y a su madre.

Historias de las Defoe con sus hombres e historias de los clientes —habitualmente mujeres— que ellas atienden con empatía como letradas.

Y en ese atender, Hannah destaca además por su comprensión y eficacia resolutiva. En lo profesional, no tiene miedo a nada ni a nadie.

Pero esas cualidades flaquean en la corta distancia, en su vida privada. Flaquea la comprensión de sí misma y de lo que ocurre en sus relaciones amorosas —el ver y aceptar las sombras— y la eficacia resolutiva de los inevitables conflictos.

En lo privado Hannah a menudo reacciona en las antípodas, no duda en mentir o en proyectar sus carencias en los hombres —su esposo Nathan y Christie, un compañero de profesión— a los que ama.

Así, conforme avanza la obra nos vamos dando cuenta de que Hannah es una mujer contradictoria, quizás el personaje más contradictorio de todos los que se retratan.

En este sentido es reveladora la escena en la que vemos a Nina y Hannah conversando en el baño de mujeres —ese espacio de intimidad y de maquillaje—, impresionante escena llena de matices.

La hermana soltera le espeta a la mayor su sentir con un recriminatorio y a la vez adulador “el mundo entero gira a tu alrededor, en todas las reuniones familiares tú tomas la batuta. Haces que funcione para ti. Aunque es raro, nunca la cagas”.

Y Hannah muy tocada por las consecuencias de sus dudas amorosas, se desprende de su habitual coraza, del personaje heredado y se muestra en su humana vulnerabilidad ante la hermana que la admira.

Con rostro descompuesto afirma que es humana y que por tanto la caga, que se equivoca, que se aleja de lo correcto, que discute demasiado especialmente con Nathan. Y le confiesa su ocultado amor por Christie: “tantas peleas a lo largo de los años tratando de compensar el hecho de que la he cagado a lo grande”.

Hannah lleva demasiado tiempo esquivando afrontar su realidad, no quiere verse y menos aún quiere ser vista. Al igual que un zorro, utiliza su inteligencia, su astucia para eludir ser cazada, se mueve sigilosa esquivando la luz de su propia mirada y la de aquellos que más quiere.

Y precisamente un zorro es el animal que ella ve recurrentemente en su jardín, y quien la mira en distintos momentos críticos de su existencia.

 

La actriz Nicola Walker en «The Split» (2018)

 

Mujeres, feminidad y regeneración

The Split nos muestra un universo de mujeres empoderadas con poder social, especialmente Ruth y Hannah. Mujeres en espacios y ambientes que evidencian esa condición, en este sentido es significativo el despacho de Hannah en una planta alta con ventanales acristalados que refleja ese estatus y su modo de ser. Desde allí lo domina todo sin ser vista.

Más allá de que los personajes retratados pertenezcan a una minoría social privilegiada en lo económico la obra refleja la realidad del mundo actual, del progresivo empoderamiento de la mujer en una sociedad aún dominada por los hombres.

Un empoderamiento este que entiendo necesario pero que —tal y como refleja la obra— a menudo tiende a repetir errores del patriarcado. Más que un empoderamiento de la mujer —que sí, sin duda— a mi entender, nuestro mundo requiere un resurgir de la feminidad, tanto en mujeres como en hombres.

Son necesarios los valores de la naturaleza femenina salvaje tal y como proclama Clarissa Pinkola Estés en la cita del encabezado. Necesarios para las mujeres pero también para los hombres. Durante demasiado tiempo hemos ninguneado y encerrado esa naturaleza como individuos y como sociedad. Y hemos considerado la feminidad salvaje al modo de una peligrosa locura de la que hay que protegerse a toda costa.

Las consecuencias son una desconexión total de la naturaleza propia y en general de la naturaleza de la vida misma que afecta tanto a los humanos como al ecosistema en el que vivimos. Porque como estamos “recordando”, todo está conectado y todo empieza por una o uno mismo.

De ahí —a mi entender— la pedagogía de The Split. La serie nos muestra mujeres empoderadas —especialmente Ruth y Hannah— que se han posicionado con esfuerzo en un mundo masculino, pero en ese posicionarse y de forma más o menos consciente se han enfundado sus trajes chaqueta, cual hombres, relegando como estos la feminidad que encarnan.

Y en su desconexión han adoptado roles competitivos y actitudes falsas que para nada —más allá de lo económico— les han beneficiado ni benefician a su entorno cercano. En ellas dos no ha habido mucho tiempo para su familia en su priorizar la actividad profesional que las define.

Hannah y Ruth se han mentido y han mentido tanto o más como los hombres de su círculo a los que critican.

Todos los personajes al igual que todas las personas tienen/tenemos nuestros claroscuros. No es fácil para una mujer —ni para un hombre— posicionarse en un mundo como el nuestro sin “vender” su naturaleza femenina salvaje. En este sentido los personajes de Nina y Rose sirven para ilustrar esa dificultad.

Con todo ello, con esos retratos femeninos y también masculinos —especialmente Christie, un hombre que actúa con coherencia y autenticidad— The Split cuestiona cómo ha de llevarse a cabo la necesaria regeneración de nuestro mundo.

Y en este sentido Abi Morgan parece confiar en las nuevas generaciones. Ante esas mujeres y hombres de mediana edad bien posicionados, la opinión crítica de los que esperan ocupar su lugar.

Las jóvenes ayudantas en los bufetes que observan esos claroscuros de sus jefes y los alumnos que asisten a simulacros judiciales, que estos escenifican para ellos cuestionando sus procedimientos.

Queda mucho por hacer y parece que poco tiempo para hacerlo. El mundo —interno y externo— necesita otra mirada y otro actuar, requiere recuperar la feminidad salvaje asfixiada por el ninguneo racional propio de lo masculino desconectado.

Se requiere un abrazo heroico entre la masculinidad y la feminidad o el reconocimiento racional del poder de la naturaleza salvaje para juntos lograr la anhelada regeneración.

 

***

Jordi Mat Amorós i Navarro es pedagogo terapeuta por la Universitat de Barcelona, España, además de zahorí, poeta, y redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

 

Tráiler 1:

 

 

Tráiler 2:

 

 

Jordi Mat Amorós i Navarro

 

 

Imagen destacada: The Split.

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