Este lunes 11 de marzo (en la fecha inaugural del ya clásico ciclo del escenario de calle Agustinas) el solista italiano Filippo Gamba ofreció un espectáculo que cautivó a su público, en un buen recital, y donde la destreza del intérprete brilló al descender por las fantasías de Brahms –aquí la virtuosidad técnica era un requisito obligado– y sobre todo hacia el final cuando ejecutó los «Preludios» de Claude Debussy, en un programa que también acogió a una sonata de Franz Schubert.
Por Luis Felipe Sauvalle
Publicado el 12.3.2019
Suspendido a ocho metros del escenario, un foco ilumina el cabello gris, las hombreras negras de la chaqueta, y los largos dedos de Filippo Gamba; el solista se apronta a iniciar su interpretación en el piano marca Steinway ante un público que aguarda expectante. Se sabe que el músico tiene sus pergaminos: galardonado con el Premio en el Concours Géza Anda, y con el Premio Mozart al mejor intérprete, su presencia tiene una dimensión de atracción, y de morbo pues la audiencia quiere saber hasta dónde puede llegar. Al comenzar la interpretación -la sonata en La menor de Schubert- sus manos flotan como una medusa sobre las teclas, y así será durante las casi dos horas siguientes.
En un abanico con dos ejes bien marcados, la presentación incluyó la ya mencionada sonata en La menor, D.537 de Franz Schubert, las siete fantasías, opus 116 de Johannes Brahms, y los preludios para piano, libro 2 de Claude Debussy, esta última –a mi juicio– el punto alto de la jornada. Es decir, por un lado la tradición de la sonata prusiana, romántica, del siglo XIX, y por otro el impresionismo francés de comienzos del siglo XX. ¿El resultado? Un acierto.
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Al hablar de sonatas para piano, sin embargo, se debe hablar de Ludwig van Beethoven: él maestro prusiano exploró las posibilidades de la sonata –son más de treinta las que compuso– y hasta estableció lo que se entiende por sonata hasta hoy: de tres o más partes, es la primera la que la define, con dos motivos que entran en pugna y quedan resueltos hacia el final de esa primera sección. La influencia de Beethoven se deja sentir en las composiciones de Schubert y Brahms, no obstante, ya tempranamente, se percibe una búsqueda propia. Entendido el concepto, lo llevaron a su terreno.
Ya centrándonos en la función, fueron estas dos piezas del romanticismo alemán, las de Schubert y Brahms, las que permitieron calentar motores, ir instalando una atmósfera de calidez mediante las simetrías alcanzadas, sobre la que irrumpirían los acordes del impresionista francés Debussy. Las posibilidades de interpretación que brinda una pieza musical como la de Debussy son múltiples, y Gamba se lo jugó el todo por el todo: a la seguridad propia de un pianista con su experiencia se sumó el ímpetu presente en los preludios, y el deseo de extraer esa sensación de fatalidad inminente que flota por los márgenes, con las notas graves, sostenidas, y que en su momento hicieron el deleite de un grande como Marcel Proust.
El maestro Gamba ofreció un espectáculo que cautivó a su público de principio a fin. Un buen concierto, donde la destreza del pianista brilló al descender por las fantasías de Brahms –aquí la destreza técnica es requisito obligado– y sobre todo hacia el final con Debussy.
A juzgar por lo ya mostrado, la temporada 2019 del Teatro Municipal de Santiago justifica nuestro entusiasmo.
La próxima fecha del ciclo Grandes Pianistas 2019 del Teatro Municipal de Santiago, en tanto, se realizará el próximo lunes 29 de abril a las 19:00 horas, cuando el connotado maestro argentino Bruno Gelber aborde un programa dedicado a partituras del género compuestas por Beethoven, Schumann y Chopin.
Luis Felipe Sauvalle Torres (1987) es un escritor chileno que obtuvo el Premio Roberto Bolaño -entregado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y que reconoce las obras inéditas de jóvenes entre los 13 y los 25 años- en forma consecutiva durante las temporadas 2010, 2011 y 2012, en un resonante logro creativo que le valió ser bautizado en los ambientes literarios locales como “El Tricampeón”.
Asimismo, ha participado en múltiples ocasiones en la Feria del Libro de Santiago de Chile, así como en la de Buenos Aires y ha vivido gran parte de su vida adulta en China y en Europa del Este. Licenciado en historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile es el autor de las novelas Dynamuss (Chancacazo, 2012) y El atolladero (Chancacazo, 2014). También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Crédito de las fotografías utilizadas: Municipal de Santiago, Ópera Nacional de Chile.