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«Hable con ella»: La ética de un acto de amor

El guion de Pedro Almodóvar —ganador del Oscar respectivo en 2003— es sutil en este filme, alejado de sus clásicos melodramas, pero esa delicadeza lo vuelve inconteniblemente dramático, trágico a la manera griega, y hábilmente dispuesto entre dos piezas de baile teatral.

Por Aníbal Ricci Anduaga

Publicado el 27.5.2020

«Te dejo la casa que preparé para Alicia y para mí», le dice Benigno a Marco Zuluaga en su carta de despedida, «cuéntamelo todo (en el lugar donde me lleven), no seas tan hermético», agrega. Son las sentidas palabras de Benigno Martín (extraordinario Javier Cámara) a su amigo que lo fue a visitar a la cárcel. «He abrazado a muy pocas personas en mi vida», le confiesa Benigno a través del intercomunicador y del vidrio que los separa. Benigno es enfermero y ha vivido oculto toda su vida. Supuestamente bisexual como el niño de Las horas (Michael Cunningham), la novela que Marco tiene en su velador, pero eso qué importa si Benigno estaba realmente enamorado de Alicia, su paciente en coma.

El guion de Almodóvar es sutil, alejado de sus clásicos melodramas, pero esa sutileza lo vuelve inconteniblemente dramático, trágico a la manera griega, hábilmente dispuesto entre dos piezas de baile teatral.

A la vez es una ecualización matemática, transitiva: Si (1) Marco estuvo enamorado de Lydia (una torera) y (2) Benigno de Alicia (bailarina), añadimos que Benigno y Marco son amigos, entonces perfectamente (3) Marco y Alicia pueden enamorarse.

Las partes (1) y (2) son narradas (dentro de la película) como algo azaroso, la tercera es cosa del destino. El azar juntó a estos amigos o quizás fue el destino, da lo mismo, el amor hace que los milagros ocurran y que la muerte (o el coma) se transforme en vida.

Benigno ha cometido un delito, pero Benigno es inocente (como sugiere su casera), una especie de ángel para el cual no incumben las reglas de la sociedad. Existen otros polos opuestos: Lydia es torera y Benigno enfermero, actividades más habituales para el sexo opuesto. Esos polos son relativos: Benigno ha cuidado tiernamente de Alicia (como antes de su madre), pero es capaz de cometer un acto de salvajismo, aunque dicho acto involucre ternura: «Alicia está viva, tú la despertaste».

Este guion conmueve en lo más profundo, Almodóvar nos muestra una violación como un acto de amor. El tercer acto no está escrito, aunque el asiento vacío en el teatro alude a una especie de cupido suicida que ha posibilitado que las vidas de Marco y Alicia puedan encontrarse.

Hable con ella es una historia difícil de contar sin horrorizar a esa futura conquista, «hable con ella», le diría Benigno, no seas tan hermético. Los flashbacks e incluso la inserción de un corto de cine mudo fluyen como la seda, todo tiene significación, las variaciones de violín o la lluvia es presagio del accidente y vuelta a la vida.

La narración transcurre a lo largo de un año, pero el tiempo es relativo, los flashbacks de Marco y Benigno se cruzan, otorgando continuidad entre el pasado y el presente, con una sobriedad que sorprende al tratarse de Almodóvar, donde la soledad y el afecto son cruciales a la hora de profundizar en temas como la amistad, el amor y el poder de la palabra.

 

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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) ha publicado las novelas FearEl rincón más lejano, Tan lejos. Tan cerca, El pasado nunca termina de ocurrir, y las nouvelles Siempre me roban el reloj, El martirio de los días y las noches, además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la bocaMeditaciones de los jueves (relatos y ensayos) y Reflexiones de la imagen (cine).

 

 

 

Tráiler:

 

 

Aníbal Ricci Anduaga

 

 

 

Imagen destacada: Un fotograma de Hable con ella (2002), de Pedro Almodóvar.

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