«Han Solo : Una historia de Star Wars»: La rebelión de la orfandad

Esta es una película de fan, el germen inicial de la revuelta, imperdible para reescribir el guión unificado de la trama total, aunque existan saltos literarios lógicos: el más notable es que el protagonista se inscriba como voluntario en las tropas del Imperio, siendo que aquellas estaban, supuestamente, compuestas únicamente por clones.

Por Cristián Garay Vera

Publicado el 28.5.2018

Dado que la Guerra de las Galaxias vuelve sobre sí misma en varias espirales, este pre cuela de Han Solo se inscribe en los cabos sueltos de una gran historia, y cada nueva involución pretende ilustrar e incluso explicar episodios futuros. La recreación del pasado sirve así de guía para la lectura a posteriori de los capítulos que vienen, aunque algunas de las explicaciones como la naturaleza de la Fuerza, sean en algunos casos más modestas que lo que los capítulos iniciales sugerían.

La nueva saga producida por Lucas Film, explora pues estos episodios iniciales que dan fuerza al relato de la rebelión y cómo su chispa se hace más y más grande hasta desafiar al Emperador y lograr su derrota. Ron Howard, el director, subrayó con su fotografía oscura el carácter humilde de la locación y de los personajes, con poca luz y exceso de marrón.

Pero entretanto Ron Howard nos sitúa en el momento de la derrota. Y en un planeta cualquiera, polvoriento y pobre. Ahí vive Han Solo sin más horizonte que la opresión y el robo menor. En un planeta expoliado y oprimido, Corellia, donde la ley del más fuerte se aplica a través de una serie de bandas criminales que actúan en connivencia con el Imperio, el protagonista es un personaje sin historia familiar, y por ello recibe el apellido de Solo. Estamos claros que es el momento fundacional de la rebelión en contra del orden instaurado por el Imperio en un lugar periférico. Un área sin ley donde sólo existe la fuerza despótica del Imperio, pero igualmente elaborador de cierto tipo de leyes y de orden comunitario. La resistencia a esa estructura es bandidaje, ya que ni siquiera es guerrilla o resistencia. Pero algo hay en una enigmática guerrera que busca el comestible más caro del universo y que lateralmente da sentido a este momento personal de Han Solo con las responsabilidades de una rebelión que se adivina, y que el espíritu juguetón del personaje (Alden Ehrenreich) esquiva como compromiso conformándose con ser contrabandista.

Inicialmente el tema parece ser el amor cortés de Han Solo con Q´ira (Emilia Clarke), y a la cual pertenece la potente secuencia inicial de la historia, luego devenida en la mujer del villano y la heredera de su reino criminal. Pero no, el verdadero inicio es el encuentro entre Chewbacca (Jonas Suotamo) y Solo. Ahora nos enteramos que estaba encarcelado por el Imperio y que devoraba prisioneros. Y al salir escapando de ahí recupera su identidad y su dignidad. A partir de esa secuencia la «pareja» se entiende por los gestos y el idioma que nada más Solo sabe. Aquel es un dueto bien llevado en el episodio y la cual articula el conjunto de la trama en la película total.

La dignidad es otra cosa que se recupera con los encendidos discursos del androide -el copiloto droide L3-37- quien incita en todas partes a la revolución. También en la idea de que el combustible robado servirá para una rebelión, cuyas dimensiones no se adivinan por la pequeña cuantía del grupo de contrabandistas.

Y aquí aparece la figura de Han Solo como un enamorado, hablador y hombre poco fiable, cuya personalidad está admirablemente trasmitida por Ehrenreich, quien leyó el documento literario exhaustivamente para el papel. Este Solo es un joven cuyo mayor talento es la fuga y la sobrevivencia, y que se decanta por ser piloto de la Estrella Solitaria. Frente a él está Landon Carissian (Donald Glover), jugador y egocéntrico, quien es el dueño inicial de la nave insignia de Han.

Visto así, la aparición de un socio criminal, Tobias Beckett (Woody Harrelson), su mentor, y su ex novia, son aderezos a la gran historia que es la de Han Solo y Chewbacca. Es cierto que Solo mata al “padre”, a Beckett, que es la forma de cortar su lazo anterior. Pero esas vidas mínimas son historias de sobrevivencia, y se unen a la chispa que ponen en movimiento la rebelión global. Entonces resulta que la vida de un pequeño delincuente, más lúdico que malo, es un engranaje necesario para la gran historia, tanto antes como después.

Lo peculiar de este caso, es que Han Solo no capta el momento “estelar” –si cabe el adjetivo- de su actuación con el momento inicial de la rebelión. Su conducta se modela en parte por el amor y por otra en la contestación deportiva de lo que ve, pero que resulta perfectamente congruente cuando reaparece Han Solo, muchos años después en el momento clave de la revolución.

Por esto es una película de fan. Imperdible para reescribir el guión unificado, aunque haya saltos lógicos (el más notable es que Han Solo se inscribe como voluntario en las tropas del Imperio, siendo que estas estaban compuestas, supuestamente, únicamente de clones), los cuales como partes de una historia global no se notan.

 

Han Solo: Una historia de Star Wars (Solo: A Star Wars Story). Dirige: Ron Howard. Guión: Josn Kasdan y Lawrence Kasdan. Música: John Powell y John Williams. Fotografía: Bradford Young. Elenco: Alden Ehrenrecih, Woody Harrelson, Emilia Clarke, Donal Glover, Thandie Newton, Phoebe Waller-Bridge, Joonas Suotamo, Paul Bettany. 2018. 135 minutos.

 

Cristián Garay Vera es el director del magíster en Política Exterior que imparte el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.

 

Los actores Alden Ehrenreich y Emilia Clarke en una escena de «Han Solo: Una historia de Star Wars» («Solo: A Star Wars Story», 2018)

 

 

Tráiler: