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[Homenaje] Adiós a Charles Simic, el poeta de la oscuridad radiante

El recién desaparecido autor de origen serbio cumplió un rol similar en la literatura angloestadounidense a lo que significó la influencia de Nicanor Parra en nuestro territorio lírico, donde con un desenfado enorme, y curtido por los horrores de la guerra que sufrió en carne propia durante su infancia en la antigua Yugoslavia, hizo del arte versicular en su segunda lengua, un refugio abierto al solaz de cualquier lector que se topara con sus apasionados versos.

Por Alfonso Matus Santa Cruz

Publicado el 10.1.2023

La estirpe de los viejos poetas que cargan a sus hombros los horrores del siglo precedente y, con una alquimia verbal cargada de ironía, concisa y resplandeciente como un puñado de brasas alumbrando los rostros de los amigos a medianoche, ha perdido a uno de sus últimos agentes.

El gran poeta de todos los días, o más bien de todas las noches, con sus lecturas, amores y atisbos de esa geografía por revelar que es el misterio de la existencia, Charles Simic (1938 – 2023), nacido en Belgrado, Serbia, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, murió el pasado lunes 9 de enero, aquejado por el asedio de la demencia senil, en una residencia de ancianos de Dover, New Hampshire, Estados Unidos.

Simic ha cumplido un rol similar en la poesía inglesa al que cumplió Parra en nuestro territorio poético. Con un desenfado enorme, curtido por los horrores de la guerra que sufrió en carne propia durante su infancia, hizo de la poesía en su segunda lengua, el inglés, un refugio abierto al solaz de cualquier lector que se topara con sus versos.

Para él, que llegó con 15 años a los Estados Unidos y tuvo que aprender la lengua de su país adoptivo (lo que logró con asombrosa rapidez), la poesía se transformó en el medio que tenía para comunicarse con las muchachas de las cuales se enamoraba, por eso solo escribió poemas en inglés. Y, más tarde, con el oficio y la claridad llegó a la noción de que el quehacer poético era: «algo que pueda entender mi perro».

Desperezándose de la fuerte influencia que, en un comienzo, ejercieron sobre su escritura pesos pesados como Pound, Eliot o Cummings, buscó otros soportes en la poesía francesa simbolista, los surrealistas, y en las materias extra poéticas que siempre lo fascinaron: el jazz, el blues y el cine negro, según él el mejor retrato del alma norteamericana.

Curioso empedernido todo lo trasvasó en sus poemas oscuros y radiantes, llegando a componer más de treinta libros de poesía, casi sin altibajos, que le valieron cosechar algunos de los premios más importantes de la escena poética norteamericana, como el Pulitzer y el ser nombrado Poeta Laureado de los Estados Unidos.

Además de poesía escribió un par de memorias y libros de ensayos y de prosa miscelánea como El flautista en el pozo: ensayos reunidos 1972-2003.

Algunas de sus obras poéticas más resonantes fueron El mundo no se acaba y otros poemas y Hotel insomnio, pero la verdad es que no hay por donde perderse. Entre las distintas habitaciones de esa gran y peculiar casa de amplios ventanales, y arquitectura llana y orgánica, que es la obra poética de Simic, cualquiera nos puede servir de refugio, de cálido fuego con el que pasar una noche leyendo libros usados y oteando el firmamento que se filtra a través de esos oscuros cristales.

Como no hay mejor pretexto para releer a un poeta predilecto que traducirlo, aquí comparto un par de sus poemas, traducidos por puro gozo, como defensa y pequeño homenaje hacia su legado. Ojalá sirvan de puertas y ventanas para que otros lectores acudan a ese hogar espléndido y acogedor que es su obra.

 

Reading history / Leyendo historia

A veces, leyendo aquí
En la biblioteca,
Se me da un vislumbre
De aquellos condenados a muerte
Siglos atrás,
Y de sus verdugos.
Veo cada pálido rostro que me precedió
Del modo en que un juez
Lo haría al pronunciar una sentencia,
Maravillándome con el pensamiento
De que todavía no existo.

Con los ojos cerrados puedo escuchar
Los pájaros del atardecer.
Pronto se callarán
Y la noche final en la tierra
Comenzará
En la plenitud de su dolor.

Cuán vastos, oscuros e impenetrables
Son los cielos de la madrugada
De los conducidos a su muerte
En un mundo del que estoy completamente ausente,
Donde aún puedo mirar
La espalda inclinada de alguien,
Alguien que se aleja caminando de mí
Con sus manos amarradas,
La cabeza canosa aún sobre sus hombros,
Alguien que
En lo poco que resta de su vida
Sabe, en algún modo difuso, de mí,
Y piensa en mí como Dios,
Como diablo.

 

Mystics / Místicos

Ayúdenme a encontrar lo que he perdido,
Si alguna vez fue, aunque brevemente, mío,
Ustedes que pueden haberlo encontrado.
Hombre viejo rezando en el retrete,
Niño solitario dibujando una habitación secreta
y en ella un reloj detenido.

Transmítanme su verdad
Mediante señas y presagios.
La habitación en sombras, ¿quizá la habitación equivocada?
La cucaracha en la pared,
Los amantes desnudos besándose
En la TV sin sonido.
Podía oír el goteo del grifo rojo.

O en cambio restauren a plena vista
Lo que es eternamente invisible
Y habla siendo silencioso.
Distancias azules hacia el norte,
Los fuegos de la tarde al oeste,
Cristo mismo agonizando, mendigando
En el altar de la iglesia de la tienda
Con un largo clavo sangriento en cada mano.

En este momento de asombro…
Ya que lo pido humildemente,
Sin avaricia, por pura necesidad.
Mis dientes tiritaron tan fuerte,
Que mi viejo perro se levantó a ver qué pasa.
Oh, divina lasitud, suspiro prolongado
Mientras la visión vino y se fue.

 

In a Dark House / En una casa oscura

Una noche, mientras me acostaba a dormir,
Vi una franja de luz bajo una puerta
Que nunca había notado estaba allí,
Y a la vez temía y quería
Ir y tocarla con suavidad.

En una casa oscura, donde una franja de luz
Bajo una puerta que desconocía
Apareció y desapareció, como si ellos
Hubieran apagado la luz y permanecieran despiertos
Como yo esperando lo que viene después.

 

The Mirage / El espejismo

Como la caricatura de un hombre en un desierto,
Caído de rodillas y muriéndose de sed,
Que de pronto ve delante suyo
Un poso fresco y algunas palmeras,

Una vez en un tren que se acercaba a Chicago
Vi una montaña nevada
Que supe perfectamente no estaba allí,
Y aun así seguí mirando, viendo incluso.

Un prado verde con ovejas pastando,
Cuando las nubes de humo negro
Arremolinándose sobre las enormes fábricas de acero
Ocultaban esa encantadora visión de mis ojos.

 

 

 

***

Alfonso Matus Santa Cruz (1995) es un poeta y escritor autodidacta, que después de egresar de la Scuola Italiana Vittorio Montiglio de Santiago incursionó en las carreras de sociología y de filosofía en la Universidad de Chile, para luego viajar por el cono sur y desempeñar diversos oficios, entre los cuales destacaron el de garzón, el de barista y el de brigadista forestal.

Actualmente reside en la ciudad Puerto Varas, y acaba de publicar su primer poemario, titulado Tallar silencios (Notebook Poiesis, 2021).

Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

Alfonso Matus Santa Cruz

 

 

Imagen destacada: Charles Simic.

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