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[Homenaje] «El silencio de los jueces»: La ruptura de un desvencijado paradigma

Luego del colapso moral que significó para el Poder Judicial del Estado de Chile, su complicidad y omisión frente a las sangrientas actuaciones en contra de los más elementales derechos humanos perpetrados por el régimen cívico–militar (1973 – 1990), el abogado Carlos Aránguiz Zúñiga (fallecido hace unos días) integró a esa generación de ministros que a principios de este siglo le devolvió a la mencionada institución del Fisco su dignidad, y a la ciudadanía la confianza tanto en la probidad como en la ecuanimidad de sus magistrados. Aquí, compartimos el prólogo que el destacado jurista redactó en su condición de escritor, para el libro de nuestro colaborador, el poeta Víctor Ilich, y el cual se encuentra próximo a salir de la imprenta.  [Nota de la Redacción]

Por Carlos Aránguiz Zúñiga

Publicado el 8.1.2021

¿Se elige ser juez? ¿Sus circunstancias influyen en sus decisiones? ¿La soledad y el silencio son requisitos del cargo? ¿La verdad es un atributo de la justicia? ¿El derecho es el único instrumento del juez?

Son algunas de las preguntas esenciales que intenta responder este libro, bajo la forma de una irónica entrevista, las interrogantes que, por lo demás, viene haciéndose la sociedad en general y los magistrados en particular, por los siglos de los siglos.

Las respuestas de Víctor Ilich, a veces son profundas y filosóficas; pero otras, sarcásticas y retóricas: se trata de un juego poético en el que el lector debe estar preparado para descubrir el verdadero alcance de las palabras.

El libro hace un tributo indirecto a Novalis: algunas palabras tienen una significación peculiar; otras, connotativas y otras, enteramente arbitrarias y falsas. Para obtener provecho de él, no hay que seguir en este caso la recomendación de San Agustín, relativa a que en el discurso debemos apreciar la verdad y no las palabras.

Acá las palabras construyen y disuelven, su objetivo está al servicio del discurso de fondo y no del aparente o formal.

La entrevista fingida constituye una fórmula literaria de cierta recurrencia en nuestra historia literaria. Obviamente, no se trata aquí de conocer aspectos biográficos o bibliográficos del autor, sino de imaginar a un entrevistador pertinaz y a veces hasta ponzoñoso, para que el autor pueda hablar con libertad en un sentido lírico y virtual.

En este caso, el tema son los jueces, su vocación, sus atributos, sus dilemas, su posicionamiento, su vida en general y en específico. Constituye una velada provocación a esa máxima magisterial preconizada por no pocos juristas sobre que “los jueces solo hablan a través de sus sentencias” y que se cuestiona desde el título de la obra en relación con todo su contenido.

Nada mejor que un clásico como Bertolt Brecht para demostrar que el paradigma clásico de la magistratura —esa máscara enyesada de reyes obsoletos— estaba roto desde antes, desde la perspectiva del neófito:

Veo a los jueces, patrones de las leyes,

encubrir evidencias con el mayor cinismo.

Salvar la propiedad, las amistades.

Si fuera juez, sin ofender, haría lo mismo.

 

De este modo, El silencio de los jueces, de Víctor Ilich, poesía a partir de la autocrítica y de la ironía, constituye una aportación a la reconstrucción del nuevo arquetipo del magistrado libre e independiente.

En otras palabras, literatura al servicio de un nuevo orden eclesial: unos sacerdotes de la justicia, con sus mismos votos, pero esta vez tomados en serio.

 

 

 

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Carlos Aránguiz Zúñiga (1953 – 2021) fue un abogado, juez y escritor chileno, el cual se desempeñó como ministro de la Corte Suprema de Chile entre 2014 y 2021, y como ministro de la Corte de Apelaciones de Rancagua entre 2001 y 2014.

 

«El silencio de los jueces», de Víctor Ilich (Autoedición, 2021)

 

 

Carlos Aránguiz Zúñiga

 

 

Imagen destacada: Carlos Aránguiz y Víctor Ilich.

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