El guión de este largometraje es tributario de la novela de Stephen Leather, «The Chineman» (1992). De ello resulta una película correcta, de un Campbell también director de «Golden Eye» y «Casino Royale», que saca del armario a Jackie Chang y a Pierce Brosnan, quizás no en su mejor película, pero si en un filme que a fuerza de destellos nos conecta tanto con el cine de espías como con el cine oriental y su particular ética de volver el balance del bien y del mal a su estado inicial, depurado por la eliminación de todos los enemigos.
Por Cristián Garay Vera
Publicado el 8.1.2018
Sin ninguna duda la primera escena que nos sumerge en un atentado, es el mejor resumen no académico del acto terrorista como algo aleatorio pero que busca un objetivo, expandir el temor a categorías de personas, en este caso una amable jovencita, hija de un avejentado comerciante chino, Quan Ngoc Minh (Jackie Chan). El atentado, realizado en Londres revela la aparición de un nuevo IRA, Nuevo Ejército Republicano Irlandés, que sabotea los acuerdos de paz entre la organización terrorista, ahora política, y el gobierno del Reino Unido, hace 19 años atrás. Y de paso sumerge en un odio sistemático y silencioso al padre de la víctima.
A partir de ahí surge una serie de avatares para el pacífico oriental, que resulta ser no solo un padre vengativo, sino además un sobreviviente de operaciones especiales. Frente a él, un antagonista escurridizo, el político y ex terrorista Liam Hennesey (Pierce Brosnan) que parece ser el más interesado en que no se detenga el proceso de paz, o eso parece.
Desde luego agentes y terroristas, antagonistas naturales, son reemplazados por este anciano bonachón que poco parece captar tanto intelectual y políticamente frente a los terroristas. Enfrentamiento desigual, pero que ha abierto la llave para una venganza en regla, donde un señor Ngoc Minh, disminuido por la edad, se las ingenia para acosar a los hechores del crimen. Si las volteretas del héroe son trabajosas y lentas en relación a pasado, su cabeza funciona de maravillas para intuir de donde vienen los culpables.
Mientras la acción transcurre es natural darse cuenta que la ley y sus procedimientos poco tienen que hacer. Aquí se trata de buscar y encontrar, aunque el mecanismo de la ley del talión esté algo envejecido, se rastreará a los culpables con olfato inigualable.
Desde luego no estamos para buscar cine intelectual, aunque algo parecerá buscar la actuación de Pierce Brosnan primero con sus rostros graves y silencios. Y luego, con algo de creciente oscuridad de su parte, al rechazar las preguntas incómodas de este comerciante que aparece como un don nadie para restablecer el orden. Y finalmente, buscándolo para detener sus acciones.
Quizás lo segundo mejor de la película, tras esa potente imagen inicial del bombazo, es la ambigüedad de los motivos de unos y otros terroristas, en un ambiente donde la verdad es sacrificada. Es innegable que las medias verdades, que son también mentiras circunscritas, encubren otras mentiras de mayor calibre.
El guión es tributario de la novela de Stephen Leather, The Chineman (1992). De ello resulta una película correcta, de un Campbell también director de «Golden Eye» y «Casino Royale», que saca del armario a Jackie Chan y a Pierce Brosnan, quizás no en su mejor película, pero si en un filme que a fuerza de destellos nos conecta tanto con el cine de espías como con el cine oriental y su particular ética de volver el balance del bien y del mal a su estado inicial, depurado por la eliminación de todos los enemigos. Ni piedad, conversión o ley, venganza integral de la afrenta.
El implacable (The foreigner). Dirige: Martin Campbell. Actores: Jackie Chang, Pierce Brosnan, Oda Brachy, Charlie Murphy, Ray Fearon. Estados Unidos, 2017. 113 minutos.
Tráiler: