El volumen de Juan Antonio Massone —dividido en seis partes numeradas— corresponde al último poemario del prolífico creador literario y miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua, quien además es un metódico recopilador ensayístico, perteneciente asimismo al grupo de escritores Ítalo Chilenos.
Por Víctor Campos
Publicado el 26.9.2019
El pasado año, en el mes de octubre, salió a la luz la última entrega del poeta chileno Juan Antonio Massone (Santiago, 1950) que ha sido bautizada como Juntémonos ahora (2018). Obra de llamativa edificación, es poseedora de un hablante descreído ante las suspicacias latentes en los ejercicios anémicos de nuestra era y que, resuelto, apuesta por la capacidad afectadora de la palabra.
Esta condición no abolida sino reafirmada con sostenida naturalidad a lo largo del texto posibilitará el despliegue de tópicos tales como el amor, la muerte, el tiempo y la guerra; dando paso seguro sobre los abismos, envueltos irremediablemente por la atmósfera de lo contemporáneo. Esto último permitirá recrear una señalada tensión -propia de las inquietudes y conflictos de la voz-, mas con la confianza en la palabra (ente creador) en tanto principio que guiará la composición.
Así, el poemario está dividido en seis partes numeradas. Las dos primeras se encargarán de ejecutar el designio que otorgará categoría y régimen a la voz enunciadora: reafirmar la certidumbre que se tiene en la palabra poética como elemento imprescindible del hacer escritural y como instrumento de interpelación a los ojos, oídos y mentes de los lectores. Ya la primera parte advierte las fronteras y potencias que definirán el perfil del hablante.
La conciencia del hablante se nos presentará ya no desenvuelta como espacio en donde se busca confrontar la constante crisis de la representación que posee la palabra como hecho contemporáneo, sino como espacio en donde acontece lo contrario, puesto que ha asumido la resolución frente a dichas problemáticas retóricas: la mirada se posa en lo sucedido afuera y no dentro de lo escrito. La mirada se abre concentrada, sale fuera del hablante hacia lo real y retorna devenida en palabra poética, creadora, pensante.
En Juntémonos ahora se asiste a poemas gestados a partir del momento: el poema homónimo y que da apertura a la obra ofrece una cortesía que por un lado marca el inicio del rito, mientras que por otro vivifica la experiencia de dicho momento como germinador de lo escrito: «En buena hora, el poema te da la bienvenida», sentencia, verso y poema que advierten una organicidad de lo escrito.
Luego, en el poema Dedicatorias, epítome de las deudas del hablante, se hará gala de la no fragilidad de sus palabras: «a las palabras dispuestas a defender/ y a reanimar sentidas dignidades». Más adelante dirá bajo la misma estela de propósitos: «por fortuna soy pobre y me deslizo/ en el poema donde soy agua/ que a sorbos bebe el tiempo».
Con todo, el poema es devenir constante de la voz, es aún lugar posible de la mutación de los elementos. Mas si quisiéramos contraindicar el espacio que la duda ocupa en la poesía de Massone, solo la hallaríamos como mero motivo de algunos de los poemas no alcanzando a atentar su forma ni a la viva naturaleza del hablante.
La seguridad puesta originariamente en la palabra conllevará a una certidumbre en el poema —en su cuerpo total— y así dicha y última certidumbre se entrecruzará con lo evocado fuera del campo de lo metapoético: «cuando el sol quiere pensar/ a un niño acariciando un durazno,/ o alentar enrojecidos muelles en el poema/ que es uno solo, solamente».
Al naturalizar la escritura como acto, se la puede familiarizar con lo real: se gestan y acontecen ricos intercambios y consecuentes desvanecimientos de ciertos límites.
“Las palabras/ asisten a los demás; quedo mirándolas/ pasar hacia el blanco del instante”. Instante entonces como nacimiento del poema, como apertura de la experiencia evocada en él. En consecuencia, el poema se definirá de manera tal: “el poema es un momento/ de compartir algún hecho sencillo”. En suma, una poética del momento se dibujará en la escritura presente.
Progresivamente, vislumbraremos el despojo de la necesaria reafirmación de la confianza en la voz respecto de sus palabras enunciadas. Ya en la segunda parte, el poema adopta mayores dimensiones, y el hablante incurre en dar voz a las atrocidades cometidas en la Franja de Gaza:
«Pero no podrá ser. Ni las estrellas/ llueven, ni es posible a los niños/ amanecer sus rostros. ¿Quién/ les mutila las jornadas nonatas/ de sus madres, de sus casas,/ de la estatura completa en la voz?». Esta capacidad de denuncia no es gratuita y configura una solidez en la figuración de los poemas, hechos —antes que todo— de palabras.
Sin embargo, pese al progresivo despojo anunciado, aún en esta segunda parte se reincide en la certidumbre de las palabras como principio establecido: “sabes que la palabra/ última es vida: libertad sin mengua”. Y es que tiene sentido si consideramos que lo puesto ante nuestros ojos debe posarse sobre la reconsideración necesaria y constante de la voz en tanto mediadora y no creadora original.
Aún así, es plausible hallar en esta zona ya avanzada, cómo palabra –elemento mencionado- comprende otros matices mucho más abiertos y no se resguarda en la mera reflexión poética. Su significado se expande empapándose de otros dominios.
La voz, reunida, arremete
La constante mesura en el tono de Massone requiere de ciertas fugas para reavivar el sonido cuando se regresa a él. Los poemas Sobre Gaza el cielo ensangrentado y el irónico Descanse en paz serán claves en ello, ya que permiten escapar de aquel tono que en hipótesis correría el riesgo de resultar monocorde. Además, comprueban una versatilidad, un manejo de diversas maneras de decir.
Más adelante, y con todo zanjado, el hablante compone un monumento a la muerte materna. Se junta experiencia recreada y palabra poética. Convivirán lenguaje y mito.
De las catástrofes bélicas de las que tenemos noticias, ahora nos enfrentamos a otro tipo de momento: al recorrer la sustancia íntima aquí edificada, únicamente nos valemos de la voz como guía, ya no pudiendo vincularnos con lo externo que se nos alude: los referentes son los ofrecidos por el poema. Nuevo contraste y otra forma de versatilidad queda exhibida en esta zona de la obra.
Y ya continuando hacia el final, nos encontraremos con un tono hondamente reflexivo que toma distancia de la escritura de los primeros poemas aparecidos: “¿Qué bien podría traer al hombre/ una palabra de sílabas desiertas?/ ¿Cómo se sostiene un nuevo día/ cuando atormenta la espina de la nada?”, sentencia la voz en Nacerá un alma por dentro.
Mas dicho tono será bañado por la presencia de la palabra bíblica, cruce palpable entre la reflexión del lenguaje y la variación del mito. El poema Otras bienaventuranzas habla por sí mismo y que tiene sus evidentes antecedentes en otro poemario de Massone titulado Las siete palabras (1987).
Con plena consciencia de las limitaciones delineadas por el espíritu contemporáneo, Massone edifica una poética que atraviesa sin peros dichas dificultades, logrando de admirable manera sobreponerse mediante una composición dotada de recursos retóricos que configuran —en último término— al poema como experiencia estética.
El hablante sentencia en Alejándome de Pucón: «ni el olor de los bosques ni los cerros/ de colores ondulantes sabrían caber/ en la palabra hermosura».
Así se dibuja una poética de una apariencia dócil, de una apuesta que se sostiene en los puentes aún vivos para el hablante y el poeta entre las palabras y los hechos, y que sería superficial catalogar de ingenua. Asistimos a la superación de los riegos que se presentan en dicha apuesta, en la posibilidad posible de una palabra jamás poseída por la duda al momento de decirse. La voz, reunida, arremete.
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Víctor Campos (Iquique, 1999) es estudiante de segundo año en la carrera de pedagogía en castellano y comunicación con mención en literatura hispanoamericana en la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Fue partícipe en el Taller de Poesía de La Sebastiana, a cargo de los poetas Ismael Gavilán y Sergio Muñoz realizado el año 2018.
Actualmente cursa el Diplomado de Poesía Universal de la ya mencionada universidad y es ayudante del proyecto «Poéticas postdictatoriales. Memoria y neoliberalismo en el Cono Sur: Chile y Argentina», dirigido por el doctor Claudio Guerrero.
Imagen destacada: Juan Antonio Massone.