En esta impecable novela (Emecé, 2019), la joven autora nacional exhibe un argumento dramático que al mismo tiempo sirve como testimonio de una realidad presente hasta el día de hoy: el «apartheid» existente en la enseñanza secundaria chilena entre colegios particulares y municipales, o guetos privados y públicos.
Por Cristián Brito Villalobos
Publicado el 22.5.2020
La infancia como gran telón de fondo de un pasado reciente. Una amistad entrañable, de esas que marcan las vidas hasta la adultez y que, como casi todas, se gesta desde un sentimiento genuino que se fortalece con el paso del tiempo, hasta que se rompe, así como se quiebra la vida que llevamos debido a los diferentes caminos que se siguen y las decisiones que se toman.
En La buena educación, Amanda Teillery (1995), narra la historia de una amistad que protagonizan Sofía y Rosario. Estudian en un colegio religioso y conservador, factor que se opone al comportamiento osado y atrevido de jóvenes que exploran su vida cayéndose y levantándose constantemente.
Cometiendo errores que se juran nunca volver a hacer en esa necesidad de hallar algo, pero de todos modos vuelven a errar, debido precisamente a esa búsqueda de aquello que no se sabe bien qué es, pero que las mueve a seguir una vida que sienten en ocasiones no es suya, en especial Sofía, que desde el inicio de la narración se nos muestra como una chica diferente al resto de sus compañeras. Introvertida, con gustos distintos y hasta más sofisticados, y una mirada de la realidad, del amor, tal vez más realista o quizás más madura.
En este impecable libro, la autora nos presenta una historia honesta que al mismo tiempo sirve como testimonio de una realidad presente hasta el día de hoy. En la novela existe una fuerte carga emocional, factor que se refleja en la psicología de los personajes, especialmente en Sofía, una chica que vive una vida errática para poder calzar en un molde falso, rígido y agobiante. Un alma en una jaula.
El manejo de los tiempos es un recurso que Teillery domina a la perfección, con relatos que se intercalan temporalmente y que sirven como guía desde el pasado para dar vida al presente del asunto. La buena educación es mucho más que una novela de iniciación, es la radiografía de un país dividido y trizado en su sistema de desarrollo.
En definitiva, estamos frente a un excelente libro que abre una puerta a un mundo hermético e inclusive cruel. Una lectura muy recomendable.
También puedes leer:
—Amanda Teillery: «Mi novela La buena educación trata sobre la amistad y la sexualidad femenina».
***
Cristián Brito Villalobos (Antofagasta, Chile, 1977), además de poeta y escritor es periodista titulado por la Universidad Católica del Norte y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Crédito de la imagen destacada: Amanda Teillery.