“No haber visto el cine de Ray es como existir en este mundo sin haber observado el sol o la luna”, afirmaba el realizador japonés Akira Kurosawa. La precisión del encuadre, sus travellings panorámicos, los primeros planos subjetivos y la agudeza del punto de vista son marcas de un director conocedor de la artesanía del montaje en este filme trascendental.
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado el 18.5.2020
Película tributaria del neorrealismo italiano (De Sica), será la primera de una trilogía centrada en la vida de Apu, los primeros pasos de un joven bengalí en medio de un mundo tradicional marcado por la pobreza. Su ritmo parsimonioso lo emparenta con el documental costumbrista (en la parte inicial), aunque en la media hora final experimenta un giro hacia el drama griego, con la diferencia de que el director nos muestra un camino pedregoso, siempre desde una óptica optimista que resulta cómplice con el paisaje campesino en que se sitúan los personajes.
Más que anécdotas, el realizador filma la vida cotidiana de una familia cuyos recursos apenas alcanzan para mantener la casa, muy rústica, enclavada en los márgenes de la modernidad a comienzos del siglo XX.
El tren se oye en los lindes de las plantaciones, pero el sonido que atraviesa el metraje es la inconfundible cítara del músico indio Ravi Shankar. Marco perfecto que evidencia el paso del tiempo, cuyos silencios dejan asomar diálogos y la omnipresencia de la naturaleza por sobre los eventos narrados.
Apu aprende sus primeras lecciones bajo el influjo de la familia, un padre amoroso lo alienta en la lectura y la madre lo cobija con sus cuidados, así como su hermana Durga guía los aprendizajes diarios.
“No haber visto el cine de Ray es como existir en este mundo sin haber visto el sol o la luna”, afirmaba Akira Kurosawa. La precisión del encuadre, travellings panorámicos, primeros planos subjetivos y la agudeza del punto de vista son marcas de un director conocedor de la artesanía del montaje.
La media hora final de La canción del camino (Pather Panchali, 1955) es poesía pura. Casi no hay diálogos. El director despliega sus elipsis recurriendo al lenguaje metafórico, nunca dejando de lado una visión humanista donde la inspiración proviene de las vidas cotidianas. La secuencia en que el marido regresa a casa es demoledora. Habla el paisaje, los despojos de la tormenta, los esfuerzos de su mujer por ocultar un vacío en el alma. Sólo gestos y un grito que se esconde tras la música y la mirada de incomprensión del niño. La vida continúa, Apu descubre el secreto de su hermana y la naturaleza lo ayuda a blindar su memoria.
Lo narrado por Satyajit Ray brota lento e incomprensible al ojo poco sensible. Un guion con pocos giros da cuenta de vidas alejadas del ajetreo hollywoodense, sin embargo, los personajes calan hondo, como si los conociéramos desde siempre. Somos testigos de la fuerza del ser humano y del poderoso milagro de la vida.
La familia prosigue su camino a bordo de una carreta de bueyes, dejando atrás la tristeza y abrigando esperanzas por lo que les depare el destino.
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Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) ha publicado las novelas Fear, El rincón más lejano, Tan lejos. Tan cerca, El pasado nunca termina de ocurrir, y las nouvelles Siempre me roban el reloj, El martirio de los días y las noches, además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca, Meditaciones de los jueves (relatos y ensayos) y Reflexiones de la imagen (cine).
Tráiler:
Imagen destacada: Subir Banerjee en Pather Panchali (La canción del camino, 1955).