En esta novela el autor nacional desliza su prosa entre lo real y lo fantástico, para exhibir escenarios extraños, con personajes únicos y entrañables. Todo esto escrito de manera impecable, en un volumen intrigante, envolvente y especial, el cual sin dudas es uno de los mejores libros de narrativa chilena publicado este año (Neón Ediciones, 2020).
Por Cristián Brito Villalobos
Publicado el 24.9.2020
Un edificio es el mundo, el que es compartido por una variopinta gama de personajes. El centro lo ocupa una anciana que es cuidada por un joven. Es una mujer sola, y para escapar de esa realidad, graba a vecinos para ver cómo son, qué hacen, a qué se dedican, y todo cuanto no pudo saber de su esposo. La ayuda un joven, que al mismo tiempo la cuida, alimenta y, además, la lleva al mundo de las redes sociales, donde se hace conocida.
Entonces el voyerismo se transforma en una forma de conexión con lo real y, al mismo tiempo, como un salvavidas para almas perdidas. El propósito de la vida cambia, así como lo hacen los personajes que están en una constante búsqueda, tal vez de sí mismos. Las relaciones de pareja se exhiben como una alianza, donde lo fantástico y lo real se funden, y los conejitos se hacen presentes, debido a apodos relativos a los dientes.
La gente necesita estímulos, algo anexo que les dé felicidad, por más extraña que parezca, y allí están los popper, una droga que al inhalarse provoca una sensación de euforia y aumento del deseo sexual y cuya comercialización podría ayudar económicamente a una familia que crece. Así, estos curiosos personajes se desplazan, abandonan y buscan algo para evadirse y escapar. Mundos que se conjugan, cuestionando al ser humano, donde el amor es finalmente el eje central.
La muerte siempre está presente, y allí aparece una miniaturista que recrea en pequeña escala a personas y objetos para la posteridad. Se trata de una mujer insegura que consulta constantemente a su hijo antes de actuar y que está enamorada del aquí llamado Obsceno Escritor, un personaje intrigante y que la impulsó a “deformarse”.
La ficción es llevada al límite, donde un par de langostas son mascotas, sin embargo, esto no altera la veracidad del relato. Ni tampoco lo hace al finalizar el libro con un cuento distópico, donde maniquíes y seres humanos conviven en una endeble armonía, en una sociedad que castiga a la humanidad.
En La experiencia deformativa (Neón Ediciones, 2020), Antonio Díaz Oliva desliza su prosa entre lo real y lo fantástico, para exhibir escenarios extraños, con personajes únicos y entrañables. Todo esto escrito de manera impecable. Se trata de un volumen intrigante, envolvente y especial. Sin dudas uno de los mejores libros de narrativa chilena publicado este año. Muy recomendable.
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Cristián Brito Villalobos (Antofagasta, Chile, 1977), además de poeta y escritor es periodista titulado por la Universidad Católica del Norte y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Imagen destacada: Antonio Díaz Oliva (1985).