La novela fue publicada por primera vez como libro en 1883, y con ella el autor escocés sentó las bases de un género de larga data en Occidente, iniciado por Homero en la Antigüedad y proseguido por el libro de «Las mil y una noches» en la cultura arábiga.
Por Sergio Inestrosa
Publicado el 18.2.2020
Robert Louis Stevenson nació el 13 de noviembre de 1850 en Edimburgo, en el seno de una familia acomodada y murió en 1894 a causa de un derrame cerebral. Su muerte temprana no le impidió llegar a formar parte de un selecto grupo de narradores de prestigio internacional, y entre los escritores que lo admiran y recomiendan está nada menos que Jorge Luis Borges. Su obra es numerosa e incluye narraciones, ensayos, críticas, poesía, teatro y novelas que van desde lo histórico hasta lo fantástico, tal es el caso de La isla del tesoro (1883). Cabe destacar también para los lectores la novela El extraño caso del doctor Jeckyll y Mr. Hyde (1886), al igual que La flecha negra (1888).
La isla del tesoro es una novela de piratas que tiene todos los elementos necesarios para este tipo de novelas: marineros con pata de palo, no podía faltar un loro parlanchín, un mapa que resguarda un tesoro, una bandera, y hasta el estribillo de una canción que dice así:
Quince hombres sobre el cofre del muerto.
¡Yo-ho-ho! ¡Y una botella de ron!
La bebida y el diablo se han llevado el resto.
¡Yo-ho-ho! ¡Y una botella de ron!
La novela, como era de esperarse, está narrada en primera persona, es Jim Hawkins, el joven protagonista quien lleva la voz cantante de la historia que pasa de la intriga, propia del principio, a la aventura y a la acción sin descuidar la excelente descripción de los paisajes y del ambiente.
Jim trabaja en la posada del «Almirante Benbow» regentada por sus padres. La vida de Jim en la monótona bahía del Cerro Negro cambiará con la llegada de un anciano corsario (Billy Bones) quien lleva varios días en la posada y sufre un derrame cerebral después de un encuentro con “El perro negro”, otro marinero que ha venido a amenazarlo; Billy sin embargo es salvado por el doctor Livesey, quien vigila la salud quebrantada del padre de Jim, quien muere esa tarde; el doctor le prohibe a Billy tomar ron, pero el viejo marinero es un alcohólico y no puede parar de beber y le pide a Jim que le traiga ron; cuando el viejo siente que se va a morir le confiesa a Jim que años atrás formó parte de la tripulación del capitán Flint, un malvado pirata, y que en su poder se encuentra un baúl con un contenido codiciado por muchos de sus antiguos camaradas (por eso mismo lo ha visitado “El Perro Negro”). El día siguiente llega un ciego y fuerza a Jim a que lo lleve al cuarto del viejo y cuando el ciego lo tiene atrapado del cuello el viejo muere.
Como era de esperarse, el misterioso cofre contiene el mapa del tesoro escondido tiempo atrás en una remota isla por el temido capitán Flint. Tras la muerte de Billy llegan hasta la posada un grupo de malosos en busca del mapa (también esto era de esperarse), pero Jim consigue huir de la posada con el mapa y su madre.
Lo importante de destacar es lo que dice Jim: “Mi curiosidad, en verdad, era mayor al miedo” y esta es la clave no solo de la novela sino de la vida, es la curiosidad la que nos debe mover, pues el miedo paraliza.
A partir de este momento, el ritmo de la historia es mucho más intenso por las aventuras que pasa Jim quien se hace acompañar del doctor Livesey y del señor Trelawney (alias el escudero); en cuya casa se esconde Jim y allí los tres elaborarán un plan para ir a la isla en busca del tesoro, (nadie en su sano juicio se atrevería a hacer el viaje solo y menos en aquellos tiempos donde los mares eran frecuentados por barcos de piratas). Con esto termina la primera parte.
En esta primera parte del libro, hasta que comienzan los preparativos para el viaje a la isla, hay mucha intriga, un poco de temor a lo que no se conoce y un fuerte deseo de aventura y por lo mismo los personajes muestran su propia fantasía, todo ello combinado de modo magistral por la prosa elocuente de Stevenson. Pero poco a poco, la narración pasa de la intriga a la aventura y a la acción que nos depara el resto de la novela que tenemos entre manos.
El doctor Livesey tiene que atender un compromiso en Londres, así que Trelawney viaja a Bristol para conseguir un barco llamado “La Hispaniola” y una tripulación de marineros para que la conduzcan; mientras tanto Jim se ha quedado encerrado en la casa de Trelawney. Pero pronto descubriremos que Trelawney se ha ido de la lengua y ha contado sobre el propósito del viaje que no es otro que recuperar el tesoro escondido en una isla.
Por fin llega el día de zarpar a la aventura rumbo a la Isla del Tesoro. Como era también de esperarse los marineros son villanos y filibusteros que quieren apoderarse del tesoro (si no qué chiste tendría toda esta historia) y todos ellos están bajo el mando del cocinero Long John Silver quien siempre lleva consigo, en el hombro, a su loro Flint.
Por otra parte la descripción de la isla y el desembarco en la misma me recuerda, al menos de pasada, los viajes de Simbad el marino en el libro de Las mil y una noches.
Dicen los expertos que La isla del tesoro fue escrita por Stevenson con el fin de entretener a su hijastro, Lloyd Osbourne, un amante de las historias de piratas. Entre los años 1881 y 1882, se publicó por entregas, algo muy común durante el siglo XIX, en la revista Young Folks, con el pseudónimo de capitán George North.
La novela fue publicada por primera vez como libro en 1883, y con ella Stevenson sentó las bases de las historias de aventuras.
El libro goza del prestigio de un clásico de aventuras tanto es así que Hollywood ha hecho varias películas basadas en la novela; de las varias adaptaciones al cine las más conocidas son la de 1934 dirigida por Victor Fleming, la del realizador Jesús Franco en 1965, y la protagonizada por Charlton Heston en 1990 (a cargo de Fraser C. Heston).
Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es escritor y profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos, además de redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Charlton Heston en la versión fílmica de La isla del tesoro (1990), dirigida por Fraser C. Heston.