Este montaje -que se exhibe hasta el próximo sábado 19 de octubre en la Estación Mapocho- es una pieza relevante de la cartelera actual, y sus mayores aciertos se encuentran en el despliegue de sus actores (sobre todo a nivel vocal), el diseño sonoro (mención honrosa al efecto de sonido metálico que alude a la laringectomía de Pedro Lemebel) y a la disposición escénica (escenografía que se construye y deconstruye «ad infinitum»).
Por Jessenia Chamorro Salas
Publicado el 15.10.2019
Inspirada en la figura del escritor, artista y performer chileno, Pedro Lemebel, La Leva, dirigida por Juan Pablo Troncoso (“Colectivo Zoológico”) y bajo la dramaturgia de Leonardo González (Nanas, Una pensión en Yungay) se exhibe hasta el sábado 19 de octubre, en el Centro Cultural Estación Mapocho.
El montaje está compuesto por cuadros que representan dos de las pulsiones más relevantes en la producción de Lemebel, encarnadas en las figuras de “la Leva” y “el Lumpen”, las cuales son interpretadas a través de un relato coral que va hilando tejido en torno al autor. Estos cuadros se conciben como crónicas teatrales que entrecruzan ficción e investigación, abordando las distintas aristas que componen la biografía de Pedro Lemebel: artista, proleta, loca, leva, y lumpen. Aristas que lo sitúan como un claro representante de la vida social y cultural de los últimos cuarenta años en Chile, y en cuya imagen convergen problemáticas tanto histórico-politicas, como artísticas.
Leonardo González, dramaturgo de la obra afirma: “La Leva fue escrita e inspirada en conversaciones que sostuve durante dos meses con amigos y amigas de Pedro, muchos de los cuales mientras me hablaban estaban al borde de las lágrimas porque no habían pasado ni dos meses de su muerte. Creo que ante todo Pedro es una voz, entonces La Leva es entrar en ese juego, intentar pertenecer por escasos segundos a esa violencia y ternura que vemos en esa voz”. Por tanto, la pieza va plegando y desplegando las distintas facetas que componen a Lemebel, partes de un todo que van relacionándose como en un rompecabezas; se trata entonces, de una construcción fragmentaria cuyo eje articulador son las pulsiones que incitaron al artista durante su vida. Por un lado, su vínculo con la marginalidad desde un conocimiento situado, desde ese vivir en los márgenes y desde ahí corroer los ejes del poder. Por otro, su intrínseca relación con la diversidad de género, las “locas”, el Sida y el mundo de la homosexualidad y el travestismo. Ambas pulsiones operan en La leva, configurando un imaginario en torno a la figura del artista, performer y escritor.
Mientras la figura de Leva responde a la violencia y la extravagancia, Lumpen se vincula a la marginalidad y orfandad. Las relaciones que se van entretejiendo entre ambas elaboran un relato en donde coexisten ambas realidades, unidas por un destino en común, marcado por la resistencia ante un sistema que los coarta, la resistencia a un status quo, y el ímpetu del cambio, la transformación y la crítica. La Leva es una experiencia estética que posibilita una reflexión social, histórica y cultural que desborda la figura de Lemebel, pues no se trata de una pieza sobre su biografía, sino un montaje que experimenta diversos recursos apuntando a distintas problemáticas a partir de su figura y la pregunta: ¿cómo leer a Lemebel tras su muerte?, ¿cómo actualizar su legado?
El imaginario de la década de los 80 resulta un leimotiv en la realización escénica, a través de una banda sonora que alude a una serie de canciones populares, entre las que destacan las de la cantante Jeanette, y referencias televisivas que aún perduran en la memoria de los telespectadores ochenteros, como el concurso de belleza de 1987, en donde Cecilia Bolocco fue coronada Miss Universo. En clave paródica y con una ácida crítica que pretende corroer los engranajes del sistema, los imaginarios desplegados en La Leva van elaborando un tránsito a modo de Vía Crucis en torno a la figura de Pedro Lemebel, por el ominoso Chile de los años 80 y 90, un contexto que resulta a ojos del presente, a lo menos extraño, dadas las circunstancias que estaban ocurriendo: una ciudadanía que se divide entre el SÍ y el NO, a la vez que se regocija con el triunfo de Bolocco y la teleserie del momento, DD.DD, Informe Rettig, Pinochet en el poder fáctico.
En este marco epocal, emergen desde las entrañas de Santiago, Las yeguas del Apocalipsis (Lemebel y Casas), con sus performances y disrupciones políticas, intelectuales y artísticas, yeguas que subrayan la crisis y la emergencia de una transformación. La Leva contiene el espíritu de las Yeguas en su propuesta discursiva, mas no a nivel estético, pues no hay un intento por elaborar una performance, sino una pieza dramática, la cual se estructura dinámicamente (la escenografía se pliega/despliega/repliega de manera móvil), incorpora elementos lúdicos (escenográficos, sonoros, visuales, lumínicos), y construye un relato fragmentado y coral en torno y a partir de la figura de Lemebel, como eje articulador.
En el cuadro sobre el concurso de belleza y las preguntas a Bolocco, la realización escénica cuestiona el discurso del poder, el doble discurso y el ocultamiento de la verdad, relativizando y tensionando la relevancia de las preguntas realizadas a la Miss, elaborando de soslayo, un verdadero interrogatorio. A su vez, en el cuadro del romance tormentoso entre la Leva y el Lumpen (representado por un migrante), se evidencia la relación violenta y dependiente que hay entre ambas figuras, cómo están imbricadas en un tejido coagulado de pulsiones desoladas. Asimismo, en los distintos cuadros de la pieza, vemos cómo la obra apunta a distintas teclas emocionales, a la vez que a distintos momentos tanto de la vida de Lemebel, como del contexto nacional, hasta llegar a la visita de Michelle Bachelet, y posteriormente, la muerte de La Leva.
La Leva es una pieza relevante, aunque no imprescindible de la cartelera actual, sus mayores aciertos se encuentran en el despliegue de sus actores (sobre todo a nivel vocal), el diseño sonoro (mención honrosa al efecto de sonido metálico que alude a la laringectomía de Lemebel) y la disposición escénica (una escenografía que se construye y deconstruye ad infinitum).
Jessenia Chamorro Salas es licenciada en lengua y literatura hispánica de la Universidad de Chile, profesora de lenguaje y comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, magíster en literatura latinoamericana de la Universidad de Santiago de Chile, y doctora (c) en literatura de la Universidad de Chile. Igualmente es redactora estable del Diario Cine y Literatura.
Ficha artística:
Dirección: Juan Pablo Troncoso.
Asistencia de dirección: Ximena Sánchez.
Dramaturgia: Leonardo González.
Elenco: Daniela Capona, Ricardo Montt y Agustín Sanhueza.
Diseño integral: Manuela Mege.
Diseño sonoro: Diego Betancourt y Ximena Sánchez.
Producción: Carmina Infante.
Asistencia teórica: Fernando Blanco, Sebastián Collado y Constanza Muñoz.
Diseño Gráfico: Constanza Álvarez.
Difusión y fotografía: Mª Francisca Yévenes.
Coordenadas:
Viernes 4 y sábado 5 de octubre.
Miércoles 9, jueves 10 y sábado 12 de octubre.
Miércoles 16, jueves 17 y sábado 19 de octubre.
Horario: 21:00 horas.
Centro Cultural Estación Mapocho – Sala Ana González – Pdte Balmaceda s/n, Santiago, Región Metropolitana (Metro Puente Cal y Canto, Líneas 2 y 3).
Valores: $5.000 general y $3.000 tercera edad y estudiantes.
Crédito de las imágenes utilizadas: Mª Francisca Yévenes N.