El largometraje, filmado con elegancia y bellos paisajes, nos presenta varias historias potenciales que se ven bastante atractivas: la odisea de abrir una librería, el impacto que ciertos textos tuvieron en su año de publicación, la amistad de Florence con una niña que le pide trabajo, un posible romance para la protagonista. Sin embargo, la cinta deja un poco la sensación de estar incompleta, de no tomar nunca enteramente el vuelo para despegar dramáticamente.
Por Amanda Teillery Delattre
Publicado el 28.6.2018
En la novela de 1953 de Ray Bradbury Fahrenheit 451, se nos presenta un mundo distópico en el que los poderosos mandan a quemar libros. Es que son peligrosos, hacen que la gente piense, que se pregunte, que se rebele, es mejor mantenerlos en la ignorancia entonces. El libro de Bradbury retrata el efecto que la literatura puede tener en las personas, el como los puede independizar.
Algo similar ocurre con la película La librería (2017) de la cineasta española Isabel Coixet, una adaptación de la novela del mismo nombre de Penélope Fitzgerald. Nos cuenta la historia de Florence Green, una viuda que decide abrir una librería en la tranquila ciudad de Hardborough durante los años cincuenta. Los rumores de sus planes comienzan a dar vueltas por la ciudad, hasta llegar a los oídos de la señora Gamart, una millonario e importante señora que intentara entorpecer las intenciones de Florence. El edifico que Florence quiere para su librería es uno que la señora Gamart también anhelaba para abrir un centro de artes. Para la gente poderosa de la ciudad, la librería no es un plan conveniente económicamente, y no le ven utilidad alguna.
Incluso, el libro de Bradbury es leído por uno de los personajes, el anciano Edmund Brundish, que vive retraído en su mansión y que siente una suerte de despertar al leer la ya mencionada novela y le encarga a Florence los demás títulos del autor. Entre ellos surge una estrecha relación basada en la discusión de los libros. Más adelante, el pueblo se escandaliza con la llegada del libro Lolita, de Vladimir Nabokov.De esta manera, la librería le trae a la ciudad ideas nuevas y desafiantes, las cuales no acomodan a ciertas personas.
La película, filmada con elegancia y bellos paisajes, comienza de manera prometedora, pero parece agotar su premisa muy rápidamente. En un principio, nos presenta varias historias potenciales que se ven bastante atractivas; la odisea de abrir una librería, el impacto que ciertos libros tuvieron en su año de publicación, la amistad de Florence con una niña que le pide trabajo, un posible romance para la protagonista. Pero el filme no se compromete completamente con ninguna de las historias, las deja a medias de desarrollarse. Las relaciones son pintadas un tanto a la superficie, el retrato de la época es algo limitado, y las pocas facetas de los personajes no hacen que sea tan fácil involucrarse emocionalmente con la cinta. De esta manera, el largometraje deja un poco la sensación de estar incompleto, de no tomar nunca enteramente vuelo para despegar.
Hay escenas y conversaciones interesantes, ideas y momentos lindos que dejan gusto a poco y ganas de más.
Aún así, es una película linda y agradable, bastante clásica en su forma, algo predecible a momentos. Un homenaje a la literatura y a las ideas, que a ratos flaquea un poco. Pero nunca está de más un recordatorio de por qué amamos a los libros.
Amanda Teillery Delattre (1995) es escritora y autora del libro de relatos ¿Cuánto tiempo viven los perros? (Santiago de Chile, Emecé, 2017).
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