Las obras del escritor japonés -que en 2015 la colección Debolsillo reunió en un solo volumen- se inspiran en la permanencia del deseo erótico y de su necesidad de satisfacerlo, pese a que el correr del tiempo y la edad de los personajes protagonistas en ambas tramas, impidan llevar a cabo ese anhelo físico y espiritual en su total plenitud.
Por Magdalena Vigneaux Ariztía
Publicado el 11.9.2019
La llave (1956) y Diario de un viejo loco (1961) son las últimas novelas escritas por Junichirō Tanizaki (1886-1965), uno de los autores japoneses más importantes del siglo XX. Ambas son novelas eróticas y tienen estructura de diario, por lo que no es de extrañar que, en 2015, Debolsillo las haya reunido en un solo volumen. Además, tienen en común que los protagonistas llegan a poner en peligro su salud e incluso su vida por la satisfacción de sus deseos sexuales.
La llave
Un hombre de cincuenta y cuatro años de edad, y veinte de matrimonio, comienza a escribir un diario para hablar de los problemas sexuales que tiene con su esposa, Ikuko, con quien no puede hablarlos directamente debido a su «pudor femenino». Él siente que su vigor físico ha disminuido y no puede satisfacer a su mujer, quien, al mismo tiempo que recatada, parece tener un deseo insaciable. Paralelamente, Ikuko también lleva un diario, en que va contando esos mismos problemas y lo que hacen para reavivar la relación desde su perspectiva.
La llave, que sella el diario para guardar sus secretos, algunas veces queda, voluntaria o involuntariamente, a la vista esperando que las páginas sean leídas por el otro. La llave es el objeto que cierra, pero que también abre, en este caso, la posibilidad del diálogo entre marido y mujer.
A través de esta novela, Tanizaki nos muestra la imposibilidad o dificultad de la comunicación y sus consecuencias. Además, al contraponer la perspectiva de los esposos, da cuenta de cómo los mismos hechos pueden ser interpretados de diferente manera. Finalmente, nos hace preguntarnos cuáles son los límites y el costo que estamos dispuestos a asumir por saciar nuestros apetitos sexuales.
Diario de un viejo loco
Tokusuke Utsugi, un hombre de setenta y siete años, quien está enfermo y ya es impotente, cuenta a través de un diario su apasionada obsesión por Satsuko, su nuera. Ella, sabiéndose el objeto de deseo de Utsugi, mantiene viva esa pasión para obtener a cambio regalos de lujo y ayuda para ganar el favor de la familia, que no le tiene gran estima. Al mismo tiempo que narra el juego erótico que entabla con Satsuke, Utsugi va contando los avances de su enfermedad.
Diario de un viejo loco nos muestra cómo en la vejez los deseos y fantasías sexuales siguen presentes y cómo se pueden satisfacer estos cuando ya no es posible mantener relaciones. También, nos habla de aquellas conductas que se encuentran en los límites de la sexualidad, como el fetichismo y el sadomasoquismo. Por último, aparece una dualidad respecto de los apetitos sexuales, pues la satisfacción de estos puede favorecer o perjudicar la salud, o bien, favorecerla y a la vez perjudicarla.
Magdalena Vigneaux Ariztía es licenciada en letras hispánicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile y magíster en literatura de la Universidad de Chile. Ha realizado ayudantías en varias oportunidades, entre las que destacan la de la cátedra de Lengua Latina y su participación en el Programa de Lectura y Escritura Académicas de la Pontificia Universidad Católica. Ha participado en proyectos Fondecyt y Fondart centrados en estudios literarios. Sus intereses se dirigen a la documentación literaria, la edición de textos y la filología española.
Imagen destacada: Un fotograma de la cinta Dagboek van een oude dwaas (1987), de la realizadora Lili Rademakers, y basada en la novela Diario de un viejo loco, del escritor japonés Junichirō Tanizaki.