Al instante de su publicación el diario «The New York Times» llamó a esta novela como: una “tragedia doméstica en mal estado” pero también la consideró “un notable triunfo de la inteligencia y la compasión”. Yo añadiría, sin querer enmendarle la plana al reconocido periódico que la narración de la ficción es extraordinaria, tanto en sus detalles como en la calidad de sus descripciones y más aún en la voz narrativa que Updike le dio a Harry, quien de alguna forma representa a todos los hombres de la mesocracia durante la época de la posguerra en los Estados Unidos.
Por Sergio Inestrosa
Publicado el 25.7.2018
John Updike, Philip Roth y Saul Bellow son considerados como los tres mejores escritores modernos de Estados Unidos, aunque Saul Bellow nació en Canadá y es del trío el único que recibió el premio Nobel de Literatura en 1976. Ahora que todos ellos han muerto, uno no ve por donde pueda surgir un nuevo grupo de narradores tan notables en este país sumido en una crisis no solo política sino de valores y de su propia identidad.
En 1960 cuando solo tenía 28 años John Updike publicó su segunda novela titulada Corre, conejo. La ficción narra tres meses de la vida de Harry “el conejo” Angstrom, un hombre de 26 años, quien fuera un extraordinario jugador de baloncesto en su años de la escuela secundaria, pero que está atrapado en una vida (como la de muchas personas) que carece de orientación.
Harry está casado con Janice, pero a su matrimonio le falta la chispa del amor, aunque su chica está de nuevo embarazada y la pareja ya tiene un hijo de dos años y medio cuyo nombre es Nelson. Ella tiene problemas con el alcohol y el cigarro.
Tanto los papás de Harry como de Janice viven en el mismo barrio en el cual vive Harry y su mujer. Las dos familias son, a su modo cristianas como también lo es Harry, aunque no sean practicantes.
Es interesante destacar la primera imagen que el libro nos da de Harry, viendo jugar a unos chicos del barrio a los que se une por unos minutos y después viene la primera imagen de su hogar y de su mujer, ella está sentada viendo un programa de televisión con la puerta cerrada con llave, él le recrimina que le haya echado el seguro, pero ella le dice que se cerró sola. En el programa de televisión se habla de que Dios nos dio talentos específicos para desarrollar a través del trabajo y esta es la forma de ser feliz. Harry se ha quedado atento para ver si puede aprender algo para su propio trabajo de vendedor.
Antes de esto Harry ha visto bien a su chica y ya no la encuentra bonita, le ve los defectos físicos; toda esta descripción física nos da a entender que el amor se ha acabado, que el tiempo, el abandono de su persona y el embarazo han hecho estragos en Janice. Es posible pues, respirar desde el principio el agotamiento de esta relación.
Desde el principio de la novela vemos que Harry experimenta una insatisfacción marital y laboral como vendedor de un “mágico” pelador de verduras para la cocina. Por ello esa misma tarde cuando va recoger el coche que su mujer ha dejado en casa de sus padres, Harry aprovecha para escapar. Se sube al coche y sin un plan definido empieza a manejar tratando de ir al sur, a la Florida, pero en realidad Harry va hacia el Occidente, él sabe que necesita corregir el rumbo si quiere llegar a Florida; lo más lejos que logra llegar es a West Virginia y de allí, cansado regresa a su pueblo, justo a la casa de quien fuera su entrenador de baloncesto en la escuela secundaria, Marty Tothero.
Tothero le da donde dormir durante el día y esa misma noche lo invita a cenar con unas amigas; una de ellas es Ruth Leonard (una mujer voluptuosa, prostituta de medio tiempo) con la que Harry termina enredándose por un par de meses.
Updike invierte muchas páginas en narrar su primera noche juntos. Pareciera que Updike quiere transmitirnos la diferencia que Harry encuentra entre Ruth y su ex-mujer, Janice. Harry quiere comerse con los ojos a Ruth, quiere poseer más que su cuerpo. Harry quiere hacerse de su ser interno, de su alma.
Janice al verse abandonada, regresa con sus padres.
A la mañana siguiente Harry regresa a su apartamento por su ropa limpia y a dejarle el carro a Janice, al cabo, el padre de ésta se los había vendido barato y Harry no cree que él deba quedarse con el vehículo. Saliendo de su casa Harry se topa con el pastor Eccles quien le ofrece llevarlo a donde vaya y por el camino conversan y oímos la voz de Harry, sus razones para abandonar a Janice. El mismo parte sorprendido de lo fácil que le resultó salir de su casa, de su matrimonio.
Gracias al pastor Eccles, Harry consigue un nuevo trabajo; algunas tardes ambos juegan golf, momentos en que el pastor aprovecha para tratar de convencerlo de que regrese con Janice. Harry lo hace, después de dos meses, cuando se entera que Janice está dando a luz a una nena a quien nombran Rebecca June.
En la novela Harry tiende a mal interpretar a las demás personas, suele pensar que él es atractivo para varias mujeres; por ello mismo, Harry vuelve a abandonar a Janice quien una mañana cuando está borracha deja caer a su hija en la bañera y la niña muere.
Harry se entera y regresa a casa. Pero en el cementerio se vuelve a escapar y regresa con Ruth solo para enterarse que ella está esperando un hijo suyo, pero él está atrapado y no puede divorciarse de Janice. Harry, de nuevo abandona a Ruth al enterarse que ella tiene un asunto con otro hombre. Nos damos cuenta que Harry tiene la tendencia a tratar de resolver los problemas como el avestruz, escondiendo la cabeza y por ello todo lo resuelve con el hecho de irse de casa.
El final de la novela queda abierto y Updike lo aprovechó para escribir tres volúmenes más centrados en Harry “el conejo” Angstrom.
Hoy tres temas importantes en el libro, el primero de ellos es la insatisfacción de los personajes; en particular de Harry quien por más que lo intenta no logra escapar a ese círculo en que da vueltas y vueltas sin escapatoria posible. En Estados Unidos hay un nombre para describirlo “The rat race”; de suyo los economistas piensan que toda la clase media está atrapada en esta rueda y que es casi imposible salir de ella.
El segundo tema es el del sexo; el sexo es visto en un contexto de cultura patriarcal, donde el hombre es el agente activo, es el que busca, seduce, conquista y somete a la mujer. Es el macho quien más goza del sexo y los personajes femeninos parecen adoptar una actitud sumisa ante los hombres. Harry, incluso, se siente en libertad para exigir determinados servicios sexuales a sus mujeres. En la novela, la mujer tiene un papel menos activo en cuanto al sexo, que en la actualidad. Recuérdese que son los años cincuenta, todavía la sociedad no ha experimentado la revolución del amor de fines de los sesentas. En este contexto es que tenemos que entender el sentido del apodo de Harry como “conejo”, pues este tiende a procrear hijos por todas partes.
El tercer tópico es la religión. Harry es creyente, hace incluso en algún momento una oración, no tiene problema en dialogar con el pastor Eccles. En una de sus conversaciones con Ruth Harry le dice que él es un santo, que le da a la gente fe (p.124).
Es verdad que el tema de la religión no puede ser ajeno a este tipo de familias, pues de suyo una gran mayoría de los estadounidenses son creyentes y el nudo argumental de la religión es sumamente sensible en todas partes. Lo que pasa con Harry es que carece de fuerza espiritual y por ello mismo, no es de extrañar que su vida acuse una falta de sentido y dirección, y que sus acciones nos parezcan patéticas.
Si usted lector decide leer el libro y su historia le parece conocida, déjeme decirle que es la historia de muchos en varias partes.
El periódico The New York Times llamó a Corre, conejo una “tragedia doméstica en mal estado” pero también la consideró “un notable triunfo de la inteligencia y la compasión”. Yo añadiría, sin querer enmendarle la plana al reconocido periódico que la narración de la novela es extraordinaria, tanto en sus detalles como en la calidad de sus descripciones y más aún en la voz narrativa que Updike le dio a Harry, quien de alguna forma representa todos los hombres de clase media del periodo de posguerra en los Estados Unidos.
Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.
Crédito de la imagen destacada: La primera edición de Corre, conejo (1960) en su idioma original (por AbeBooks)