El libro -como muchos otros títulos de la gran narradora azteca- es una crítica constante a la política de su país, a las injusticias que padece la sociedad, a la marginación en la cual viven millones de mexicanos, y es a la vez una fuerte crítica a los gobernantes de turno: en el tiempo cuando transcurre la novela gobernaba el Partido Revolucionario Institucional (PRI), agrupación que estuvo en el poder por 70 años consecutivos.
Por Sergio Inestrosa
Publicado el 9.5.2018
Elena Poniatowska (1932) no requiere de ninguna presentación, es una de las voces literarias y periodísticas más notables de México y una militante de las causas de la izquierda: recibió en el año 2013 el premio Cervantes y la novela La piel del cielo ganó el premio Alfaguara en 2001.
En este volumen se narra la vida de Lorenzo de Tena, un joven brillante, rebelde, intolerante, tenaz y apasionado por la astronomía, pero que a la vez es una persona incapaz de medir las consecuencias de sus actos o sus palabras y por ello mismo lastima a sus allegados. Aunque el texto arranca en los años veinte en México, la misma transita hasta fines del siglo XX.
Lorenzo es hijo natural de una campesina del pueblo de Coyoacán y de Joaquín de Tena, un hombre (un poco desdibujado) de clase adinerada. Cuando su madre muere de forma inesperada, Lorenzo (el mayor) y sus cuatro hermanos fueron llevados a la casa de su tía, donde también vivía su padre, en la colonia Juárez, el lugar en el cual pasó su adolescencia.
Desde pequeño Lorenzo da muestras de una notable inteligencia (al igual que su hermano Juan) pero el joven tiene un carácter rebelde e impulsivo que le dificulta encontrar un sitio en la sociedad de su época y constantemente se mete en controversias y diatribas con colegas, amigos y, sobre todo, con los burócratas de la administración política y educativa.
Lorenzo abandona la carrera de Derecho y por un tiempo trabaja en la trinchera de la izquierda radical repartiendo el periódico Combate por toda la República; en esa época conoce al poeta José Revueltas. Por azares del destino, mientras lucha para cambiar el destino del país, se topa con Luis Enrique Erro, un astrónomo mexicano que le va a cambiar la vida y lo guiará para que se vuelva un científico prominente.
Su éxito no oculta el drama de su soledad y de su falta de adaptación ante los grandes retos de su vida; por ejemplo, en su relación con Lisa, una joven estadounidense, mientras efectúa su maestría en la Universidad de Harvard, y no logra entender el valor de la otra persona si no es en relación a sus propias metas. Tendrán que pasar muchos años hasta que se encuentre con Fausta Rosales, para que el amor que siente por ella le ayude a encontrarle acomodo a su vida sentimental. Antes de Fausta, los vínculos con las mujeres siempre le habían dejado una sensación de desamparo y su actitud había sido siempre la de un hombre machista. Al terminar la novela tenemos la sensación de que el protagonista no supo ser feliz, salvo cuando por las noches observaba la bóveda celeste.
Durante el desarrollo del argumento, vemos los sufrimientos de Lorenzo, su lucha contra la sociedad clasista de su época, contra la burocracia que desprecia los aportes científicos. Este desinterés por apoyar la educación y el desarrollo técnico no es privativo de México, pues en muchos otros países del Tercer Mundo no se le da la importancia que la educación y la ciencia merecen. Por ello mismo, muchos científicos se van a otros países; para muestra el caso del doctor Mario Molina, premio Nobel de Química en 1995, quien emigró de México hacia los Estados Unidos, pues si no lo hubiera hecho no habría destacado hasta el punto de recibir ese reconocimiento.
En este sentido, el libro -como muchos otros títulos de Poniatowska- son una crítica constante a la política del país, a las injusticias que padece la sociedad, a la marginación en la cual viven millones de mexicanos y es a la vez una fuerte crítica a los gobernantes de turno: en el tiempo que transcurre la novela gobernaba el Partido Revolucionario Institucional (PRI), agrupación que estuvo en el poder por 70 años consecutivos.
El tiempo de la novela va desde los años veinte, una época de mucha inestabilidad política en el país, todavía la Revolución Mexicana no se había consolidado ni institucionalizado (eso va cambiar con la llegada de Lázaro Cárdenas al poder). Esta es una época en que se percibe un vacío no solo en cuanto al poder político y la estabilidad social que afecta al quehacer científico. En ese momento lo que vemos es un sector de la sociedad tratando de escalar posiciones para beneficiarse del poder. La autora alarga, deliberadamente, la vida del personaje central de modo que este pueda ver algunos de los avances científicos y tecnológicos que han transformado el mundo como puede ser la generalización del uso de las computadoras y del Internet.
Por otra parte, existe en la novela, una fascinación por lo mexicano, por la riqueza histórica y cultural que tiene el país. Una fascinación en particular por al civilización Maya que como sabemos, tuvo un notable desarrollo en el ámbito de la astronomía y de las matemáticas. En la ficción esta fascinación es mucho más explícita entre los científicos extranjeros.
Un momento sumamente emotivo de la novela se da en torno a la construcción del Observatorio en Santa María Tonantzintla, en el Estado de Puebla, inaugurado el 17 de febrero de 1942 por el entonces presidente de México, Manuel Avila Camacho y que contó con la presencia de científicos aztecas, de Estados Unidos y algunos científicos españoles exiliados en el país.
Este momento emotivo se prolonga con la narración de la vista a la iglesia del pueblo, una de las mejores muestras del sincretismo religioso que se da en México. En la página 212 se comenta que Aldous Huxley había exclamado, a propósito de Tonantzintla: “Éste es el templo más sensual del catolicismo”. En este mismo capítulo se dice que en México el barroco es, en realidad, un ultra barroco, una fascinación por el exceso, al tiempo que revela un miedo al vacío por ello, es que se debe desbordarlo todo, que nada quede en blanco. De Santa María se pasa a la impresionante biblioteca Palafoxiana, a la Catedral de Puebla, y al pueblo de Atlixco y a Cholula con su imponente pirámide sobre la cual los españoles construyeron una iglesia.
Y en ese momento, alguien en la novela exclama: “¡México, qué país tan contradictorio!”
Y si el lector tiene curiosidad de como Poniatowska sabe tanto de astronomía, déjeme decirle que su esposo (Guillermo Haro) fue un prominente astrónomo local quien fundó el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica de México, además de descubrir “los objetos Herbig-Haro (HH)”, nebulosas asociadas con estrellas recién formadas.
Permítanme terminar esta reseña señalando que si al lector le interesan las ciencias, en particular la astronomía, esta novela le va a fascinar de principio a fin.
Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957) es profesor de español y de asuntos latinoamericanos en el Endicott College, Beverly, de Massachusetts, Estados Unidos.
Crédito de la imagen destacada: Fotografía a Elena Poniatowska por el Periódico Noroeste (http://www.noroeste.com.mx)