Pese a que todavía no ha publicado ningún libro, y en ese sentido se mantiene «inédita», la artista que en esta ocasión nos presenta el autor de «Ciudad berraca», ya es reconocida como una de las grandes voces de la lírica y de la narrativa antofagastina contemporánea, y una hija aventajada de esa historia sembrada entre el desierto y el Pacífico, por el recordado maestro Andrés Sabella.
Por Rodrigo Ramos Bañados
Publicado el 27.7.2020
Kamila López Payauna es antofagastina. Desde hace un año está radicada en Vallenar, donde ejerce su profesión de odontóloga. Está ligada a la literatura como escritora y lectora desde adolescente. En varios momentos ha pensado dejar todo para dedicarse a leer y a escribir.
Ha participado en talleres literarios, encuentros de escritores, antologías poéticas y de narrativa del norte de Chile. Entre sus logros está el primer lugar XI concurso regional de cuentos de estudiantes secundarios Minera Escondida. Obtuvo la Beca de Creación Literaria del Consejo de Cultura. También he participado como columnista literaria de Revista Fauna de Antofagasta, del suplemento «Linterna de papel» de El Mercurio de Antofagasta y de la sección «El policlínico de los libros» en La Estrella de Valparaíso.
Impartió un taller de creación literaria de Biblioteca Viva Antofagasta. Reconoce que siempre le piden el favor de corregir textos de amigos o conocidos.
Sus textos pueden hallarse en diferentes antologías. Una de las razón porque no ha publicado un libro, dice, es que se declara poco empática con la autogestión.
Aquí una muestra de sus textos:
TOXICOSMOS ANTOFA
Tengo los ojos hinchados
llenos de algo tan fuerte
que si miro
da la impresión que puedo usarlos para disparar
al primero que pase junto a mí
con un ánimo terrible
de cruzar la calle un poco más rápido
porque el tiempo es durísimo
porque hay tantas ofertas
y productos
y descuentos
y un vacío
para
llenar
y llevar
y un montón de listas en sus cabezas
que nos los dejan ser perseguidos ni por sus sombras.
NUCLEAR
En Antofa no hay feng shui
sólo un montón de cosas esparcidas sobre los techos de las casas
como la cabeza de una muñeca vieja
latones oxidados
papeles que se han ido quemando con la radiación,
tapizando un antiguo camino por atravesar.
Por encima
los tonos del cielo van cambiando
llenándose de cables de electricidad
con un color a humareda de bomba atómic.
El pesimismo me persigue duro
No puedo sentarme feliz en un aeropuerto
(en esa clase de lugares surgen ciertas sensibilidades)
Trato de pensar que al menos estoy equivocada
(pensarlo es una salida corta a la felicidad)
No tengo aliados
(mis amigos han decidido avanzar)
De vez en cuando enciendo un caño
(otras veces un incienso)
Telefoneo a la pizzería
(se equivocan con mi pedido)
Un disco de The Auteurs da vuelta en mi equipo de sonido
(al instante se corta la luz)
La oscuridad me envuelve quieta
(por dentro me bombea peligroso el corazón)
Intento recostarme
(la cama está muy fría)
Trato de ser mejor persona
(algunos me dicen que me acepte)
En ocasiones me pregunto qué puede resultar peor
(como si la fe me inundara).
BALMACEDA 7:31 am
A mitad de cuadra,
el cuerpo de una paloma estrellada
puedo verle la tráquea abierta
como un túnel roto
bajo eso
la inmensidad de la muerte
y la pregunta de lo que voy a tener que dejar
qué le puedo entregar al mundo y sin un empleo
ni un hijo que entonces haga lo suyo.
POR MIENTRAS EL PRESENTE
Y a qué pasado le pertenezco
en qué proyectores puede uno encontrarse
acaso la repuesta en los que confié:
absurdos existencialistas
científicos
agnósticos
autores
melómanos,
acaso la niñaniño que contuve hasta los dieciséis.
Ahora entonces
incapaz de escapar a los reflejos
que se estrellan hacia las ventanas del bus
y me asfixian
acabando con ésta
la que soy.
SE ME HIZO UNA FISURA
La fatiga
y combatir siendo nadie
en todos estos pequeños pasajes,
surcos y elevaciones.
El salvaje que nos mira por dentro también duerme.
MILES DAVIS Y EL BOXEO
«Necesitas tener estilo en lo que sea que hagas: escritura, música, pintura, moda, boxeo… lo que sea. Algunos estilos son suaves, creativos, imaginativos e innovadores; otros no».
Pienso que para escribir, no queda otra cosa que la honestidad, esa especie de verdad (entendiendo la subjetividad), no la de describir/descifrar con claridad lo que algo o alguien nos parece, sino la que surge después de la búsqueda intensa de años, de fragilidades, adicciones y melancolías, lo cierto no sé cómo ocurre en otros campos, pero en éste que el lector ojalá te quiera tocar el alma.
ACERCA DE ESCRIBIR, NO ESCRIBIR
Me hace un poco mal escribir, no el oficio mismo, si no cuando se me dilatan ciertas carencias, o tristezas, oscuridades. Es difícil retratarse en el humor, porque entonces me olvido de escribir. No soy de hábito, ese afán de anotar todo lo perdí a los 17 cuando me di cuenta que tenía que hacerme menos niña, porque ya me habían terminado un par de veces y necesitaba aprender por mí misma a descargar series y canciones de Torrent.
Algo complejo de escribir, fue que conocí a Sergio.
Las complejidades con Sergio fueron principalmente dos: cada cierto tiempo publiqué comentarios en la linterna de papel en El Mercurio de Antofa, espacio que él me conseguía, y terminaron cuestionándome, censurándome, “editándome” por ser amarillista con la ciudad, no pude fingir haciéndome la columnistas snob, me salía toda la apatía antofagastina.
A los 16 le dije a mi dentista, no pienso estudiar otra cosa que no sea literatura, él en la actualidad ni debe sospechar que somos colegas, yo se lo oculté una vez que me lo topé ya de adulta, le dije que seguía escribiendo como a los 16. Le hice creer algo que se me ocurrió en el momento, que es otro modo de escribir que uso cuando no quiero ser sincera.
Quizá nunca deje de escribir, pero le digo a los demás que no me pidan escribir o que no me pregunten cuánto o cada cuánto escribo. Todos los religiosos de la literatura me espantan, sé que en mi infinito egoísmo no escribo para mí, ni para un lector ideal. Escribo, porque me da pavor la presión literaria.
***
Rodrigo Ramos Bañados (Antofagasta, 1973), es escritor y periodista. Publicó las novelas Alto Hospicio, Pop, Namazu, Pinochet Boy y Ciudad berraca, además del libro de crónicas Tropitambo. Actualmente es becario del fondo del libro por la Región de Tarapacá.
Crédito de la imagen destacada: Kamila López Payauna.