Conocida por su carrera altamente prolífica, la narradora estadounidense ha publicado más de 100 libros y la obra que nos ocupa fue recientemente reeditada en los Estados Unidos, situación que quizás llamó la atención del director francés. Ciertamente la trama tiene todos los elementos como para transformar la adaptación en un fenomenal thriller, y es exactamente eso lo que consigue el realizador galo en el filme que se acaba de estrenar en Chile.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 31.8.2018
La recién estrenada película de Francois Ozon está inspirada en la novela que Joyce Carol Oates publicó el año 1987 bajo el seudónimo de Rosamund Smith. La adaptación de Ozon es bastante leal a este thriller psicológico, aunque se distancia en algunas secciones del original (locación, background de la protagonista, nombres, etc). De hecho, la misma Oates/Smith escribió dos posibles finales para su novela. La película termina con una innovación, distinta al de la novela. Si olvidamos algunas cuestiones prácticas (¿cómo es posible arrendar un departamento en París o pagar un psiquiatra cuya consulta es 150 euros por sesión, tan solo trabajando como cuidadora de una sala de museos, trabajo que no requiere nada más salvo estar sentada en una silla?), la película de Ozon es un verdadero estudio psicológico.
Conocida por su carrera altamente prolífica, Oates ha publicado más de 100 libros y La vida de los gemelos fue recientemente reeditada en los Estados Unidos, cosa que quizá llamó la atención del director francés. Ciertamente la trama tiene todos los elementos como para transformar la adaptación en un fenomenal thriller, y es exactamente eso lo que consigue. La cuidada fotografía presta especial atención al tema del doppelgänger, el doble ominoso que nos ronda a todos. A través de superficies que reflejan dobles, como espejos, contraposiciones, pesadillescos sueños, escenas en salas de arte y duplicidades, la narración nos conduce hacia un caleidoscopio enloquecedor donde se pierden todas las certezas. Estéticamente la película es una joya, y la actuación también destaca por jugar a favor de esta permanente disociación. Estos dobles, que nos hacen pensar en nuestros posibles alter-egos, con vericuetos que sugieren víctimas, victimarios, personajes dañados y condenados a la imitación o a la paranoia alucinógena; las escisiones posibles en nuestras psiquis, aquellos monstruos que yacen en cada una de estas psiquis—todas estas posibilidades son exploradas en el filme de Ozon con una delicadeza que tampoco olvida su misión como propuesta fílmica: este es un thriller psicológico que le hace honor a la novela original. Tal como dice el doble masculino (que representa el lado oscuro del gemelo): “no hay monstruos, solo seres humanos”.
Más que un análisis sobre una mente enferma femenina, la adaptación de este texto nos obliga a pensar en las duplicidades que todos identificamos; acá hay una sugerencia que sugiere que quizá el sujeto femenino es el que está más expuesto a la depredación masculina. Leer las novelas de Joyce Carol Oates, escritas con seudónimo, nos permite apreciar que sus dardos, aunque no directamente o furiosamente feministas, sí están apuntando a ese cuerpo como blanco social patriarcal. Aunque la protagonista parezca una psicópata, una mente enferma, lo que realmente debemos preguntarnos es qué ocurrió, quiénes complotaron para crear a este monstruo que no es otra cosa que un ser humano.
Nicolás Poblete Pardo es escritor, periodista y PhD en literatura hispanoamericana por la Washington University in St. Louis, Estados Unidos. En la actualidad ejerce como profesor titular de la Universidad Chileno-Británica de Cultura, y su última novela publicada es Concepciones (Editorial Furtiva, Santiago, 2017).
Tráiler:
Imagen destacada: Un fotograma del filme «L’Amant double» (2017), del realizador galo François Ozon.