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«L’atelier», de Laurent Cantet: La inquietante línea entre la verdad y la ficción

Este es un largometraje de desarrollo dramático ágil, construido con cuidado y atención. Con un guión de buenos diálogos y una puesta en escena de bellos paisajes, el filme hace un gran retrato psicológico de sus personajes, al mismo tiempo que nos propone preguntas sobre el arte y la estética tales como: ¿por qué nos atrae lo siniestro?

Por Amanda Teillery

Publicado el 16.5.2018

Kant, en Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime (1764) estableció la diferencia entre estos dos conceptos. Mientras lo bello es lo agradable, tranquilo y armónico, lo sublime es una agitación, un choque que produce sentimientos contradictorios, placer y disgusto, interés y miedo.

«Rocas audazmente colgadas y, por decirlo así, amenazadoras, nubes de tormenta que se amontonan en el cielo y se adelantan con rayos y con truenos, volcanes en todo su poder devastador, huracanes que van dejando tras de si desolación, el océano sin límites rugiendo de ira, una cascada profunda en un río poderoso, etc, reducen nuestra facultad de resistir a una insignificante pequeñez, comparada con su fuerza. (…) llamamos gustosos sublimes a esos objetos porque elevan las facultades del alma por encima de su término medio ordinario». (Kant)

La idea de Kant sobre lo sublime me vino a la mente al ver la película L’atelier (2017).

L´atelier, El atelier en castellano, dirigida y escrita por Laurent Cantet (el realizador de La clase, un filme de 2008), fue seleccionada para competir en el Festival de Cannes del mismo año (2017). Con un elenco conformado en su mayoría por actores no profesionales, cuenta la historia de Olivia (Marina Fois, la única actriz famosa), una escritora parisina de novelas de suspenso y de misterio que dicta un taller literario para jóvenes del pueblo La Ciotat.

La Ciotat, que alguna vez disfrutó de un buen pasar económico y cultural, ahora es un pueblo venido a menos, o por lo menos esa es la impresión que los jóvenes alumnos tienen, quienes son en su mayoría hijos de inmigrantes y pertenecientes a la clase obrera. L’ atelier transcurre principalmente entre las conversaciones y discusiones en las sesiones del taller, de alguna manera intentando emular un aire documentalista propio de las películas anteriores de Cantet. Así, mediante el realismo, los personajes van perfilándose y surgiendo con espontaneidad, al igual que la trama, que lentamente se va tejiendo y asomando detrás de las escenas.

Entre los jóvenes que participan en el taller, se encuentra Antoine, un adolescente francés que constantemente choca con sus compañeros por soltar comentarios de corte racistas y xenófobos al intentar defender sus ideas sobre la literatura y la escritura. Entre sus sugerencias e inclinaciones, deja ver una ideología llena de prejuicios y de poca empatía.

Antoine tiene una fijación obsesiva con la violencia. El largometraje intercala escenas del taller con imágenes de los videos juegos de Antoine, en los que asalta y mata a diferentes personajes de manera brutal, y con secuencias que nos muestran a su familia, coleccionistas de armas y seguidores de un discurso fanático de ultra derecha.

Cuando Antoine lee un escrito suyo en el taller, sus compañeros se espantan con las descripciones morbosas, violentas y graficas. Pero lo que más les perturba, es que Antoine parece disfrutar con aquello. “Es como si te excitara” le increpan. A pesar de las reacciones de descontento, Olivia encuentra que hay talento en el texto del adolescente, lo que da pie a discusiones sobre el límite en las artes, y hasta qué punto se puede disfrutar de la tragedia y de la violencia.

Y es ahí cuando Olivia comienza a sentir un extraño interés por Antoine, una atracción por lo inquietante de sus ideas, por lo moralmente incorrecto de sus pensamientos. Olivia revisa su perfil en Facebook, investiga a su familia, lo va a visitar a su casa y le pide ayuda para perfilar a un personaje de su próxima novela. Le intriga Antoine como una figura literaria, siente casi un interés cartesiano por él. Pero al mismo tiempo, Antoine le produce una sensación de miedo, él mismo en un momento se lo dice: “te atraigo porque te asusto”.

La seducción hacia lo siniestro que siente Olivia por Antoine, aquella suerte de morbo que le despierta, resulta similar a la definición que Kant le da a lo sublime. Una inexplicable fascinación hacia lo que nos asusta, hacia aquello que nos resulta oscuro y siniestro.

Y es que Antoine simboliza una realidad presente hoy en día, una que muchas veces no vemos. Representa un porcentaje de la población que alberga desprecio y rencor, una falta de humanidad hacia cierta personas. Representa a la  gente con la que convivimos, compartimos en una clase, nos sentamos a su lado en el bus, y en las que en su interior se esconde un latente odio, maldad, y que pueden llegar a ser capaces de cosas que nos resultan impensables. Dentro de ellas se esconden cosas a las que tememos y la mayor parte del tiempo preferimos no ver. Y aquello es lo que más asusta, el que pueda estar más cerca de lo que uno cree (o quiere).

L´atelier es una película ágil, construida con cuidado y atención. Con buenos diálogos y bellos paisajes, hace un gran retrato psicológico de sus personajes, al mismo tiempo que nos propone preguntas sobre el arte y la estética tales como: ¿por qué nos atrae lo siniestro?

 

Protagonizada casi en exclusiva por autores no profesionales -a excepción de Marina Foïs- «L’atelier» (2017), de Laurent Cantet, es una película ágil y reflexiva en sus propuestas estéticas y audiovisuales

 

Amanda Teillery Delattre (1995) es escritora y autora del libro de relatos ¿Cuánto tiempo viven los perros? (Santiago de Chile, Emecé, 2017).

 

 

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