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«Leto»: La revolución silenciosa

Ambientado en la ciudad soviética de Leningrado durante la década de 1980 (actual San Petersburgo, en Rusia), el filme del director eslavo Kirill Serebrennikov se encuentra rodado en blanco y negro y recorre a través del formato audiovisual un período de la música popular a nivel occidental, donde la experimentación vive su apogeo y en el cual la Guerra Fría hace su trabajo para que nada rompa el eje de lo políticamente correcto: se acaba de estrenar en salas.

Por Alejandra Coz Rosenfeld

Publicado el 29.6.2019

Leto (2018) dirigida por el realizador ruso Kirill Serebrenikkov (1969) es una película que habla de la escena musical en los años ’80 en Leningrado, una escena absurda y rebelde.

Leto significa «verano» en  ruso y hace mención a esa sensación que produce el período estival, una sensación interna de libertad, suceda lo que suceda, el tiempo acompaña.

La obra está filmada en blanco y negro con un par de ocasiones donde ocurre una que otra pincelada de color.

El largometraje tiene un ritmo que envuelve, tiene algo vertiginoso que hipnotiza, con un sutil humor mezclado con la irreverencia propia de ciertas culturas, la música y en especial la letra de las canciones hablan de poesía.

Es una película con alma punk, como lo es siempre el alma de la juventud, sea de la época que sea,  y más aún si ha sido sometida a represión, allí los ánimos y las necesidades son exacerbadas. Y que, a pesar de las dificultades, el arte tiene su pulso propio, la música no para, la chispa de la creación no se puede poner en pausa. Así es como siempre han existido los facilitadores, los soñadores, los mecenas, los productores, los artistas, los que rompen las fronteras y hacen revolución en pos de una libertad que nunca termina de llegar.

Es un filme que recorre un período de la música a nivel occidental, donde la experimentación vive su apogeo y donde la Guerra Fría hace su trabajo para que nada rompa el eje. Habla de cómo viaja lo que llamamos arte, en la amplitud de su palabra, viaja como energía invisible, como una necesidad colectiva que toma cuerpo aunque se esté a miles de kilómetros. Y que mágicamente se logra encontrar en un punto donde todo confluye aunque nunca se hayan conocido, es un inconsciente colectivo que se aprecia incluso en las la pinturas de las cavernas.

Aparecen maravillosamente Led Zeppelin, David Bowie, Black Sabbath, The Clash hasta T. Rex, mostrando una escena poco conocida para nuestra mente occidental previa a la globalización, un mundo desconocido, una lengua inentendible, una manera de pensar y de enfrentar la vida que queda reflejada en los zares, el vodka y el tabaco y que se logra comprender a través de la música y lo que ella produce en la sensibilidad y en las emociones de los seres humanos.

La música, el rock de ese circuito tiene una profundidad que se siente, acarrea la guerra y a la vez, la búsqueda de la propia identidad. El estar separados por un muro, el supuesto buen comportamiento, el sometimiento al poder que maneja incluso las emociones que no se pueden ni deben expresar, editar lo que se piensa, sortear lo prohibido, generan un tipo de sociedad especial, singular en sus aprendizajes pactados, donde a través de la música se libera y encuentra con lo colectivo.

Se habla del ego, del amor y de la sinceridad.

El ego de la supuesta única estrella de rock se ve enfrentado cuando aparece otro sol brillar. Y el protagonista de lentes oscuros, que no quiere sacárselos como acto simbólico, y que luego lo hará, presiente que tendrá que compartir el podio y el amor.

El filme habla del descontento social, de no querer ser moldeado y de la fuerza creativa que no puede ser silenciada.

 

Alejandra Coz Rosenfeld nace en Santiago de Chile, en 1972. Poeta, artista y terapeuta transpersonal, estudió letras y estética en la Pontificia Universidad Católica de Chile, y arte en el Palazzo Spinelli, de Florencia, Italia. Ha publicado el poemario Marea baja (Editorial Cuarto Propio, Santiago, 2017), y prepara su primer libro de relatos con el título tentativo de Las aguas de Neptuno y otros cuentos, y una segunda entrega de poemas, ya bautizada como La jabalina (Ediciones Filacteria, Santiago, 2019).

 

La actriz Irina Starshenbaum en el largometraje de ficción «Leto» (2018)

 

 

 

 

Alejandra Coz Rosenfeld

 

 

Tráiler:

 

 

Imagen destacada: Un fotograma del filme Leto (2018), del realizador ruso Kirill Serebrennikov.

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