Este filme es un excelente primer largometraje de su directora (la realizadora nacional María Paz González), aunque con decisiones estéticas y plásticas discutibles: los cuadros musicales nunca terminan por convencer, pero existe audacia en su propuesta artística y audiovisual, y de esa forma accedemos a las emociones de esta inmigrante peruana instalada en Santiago, y la cual es interpretada con acierto por la actriz incaica Magaly Solier. La obra postula para representar a la industria local en la disputa de los venideros premios de la Academia estadounidense.
Por Aníbal Ricci Anduaga
Publicado el 2.11.2020
Narrar el mundo interior de una empleada doméstica es un ejercicio interesante, supone adentrarse en la mente de personas que conviven al interior de las familias acomodadas.
Esta empresa ya fue abordada por dos largometrajes chilenos: Play (2005) de Alicia Scherson distinguía a su protagonista de origen mapuche como alguien que existía a través de las vidas de sus patrones (de terceros); y La nana (2009) de Sebastián Silva proponía a una mujer llevada de sus ideas, de bajo perfil, que escondía una personalidad delirante.
Estos dos puntos de vista eran algo oscuros, aunque tenían en común mundos solitarios, donde sus patrones no se inmiscuían.
La opción de María Paz González es más luminosa, supone una mujer que respira su libertad dentro de un contexto de patronazgo. Su empleador le encarga supervisar los arreglos de una futura casa, donde Lina sin abusar, igual será capaz de pernoctar sin quitarle el plástico protector al colchón.
El primer flashback nos muestra un acto de colegio de su hijo en Lima e introduce un sello de la cinta. Lina es un espíritu libre y encuentra cualquier excusa para convertirse en una cantante famosa.
La performance artística representa sus sueños y la transición entre la ficción y ese desdoblamiento parece adecuado, aunque no enteramente logrado en el éxito de su continuidad narrativa. Así, nos enteramos de que Lina le envía dinero a su hijo y que el celular es su única conexión con éste.
Esa relación a la distancia refuerza la soledad de nuestra protagonista. Lina se lleva muy bien con la hija del «patrón», la cual a través de sus fotografías le hace recordar su papel de madre en una segunda performance.
En estos intercalados hay una decisión valiente de la directora, debido a que la estética de escenario es más plana que la ficción de la protagonista. Los formatos se unen mejor en un segundo visionado, pero la continuidad de la historia sufre en un primer intento de análisis y se corre el riesgo de espantar al espectador promedio.
El primer plano de Lina iluminada por la pantalla del celular nos regresa a su mundo interior, pero esta vez se contacta con una amiga que la invita a una fiesta. Hasta aquí creíamos que Lina sólo trabajaba por darle un futuro a su hijo, pero descubrimos que ella sabe divertirse y se conecta con sus pares y sus raíces musicales.
La tercera performance es como un sueño, muy luminoso y aquí la estética de bailes comienza a chirriar con el hilo de la historia. Lina es osada en el ámbito sexual, si le gusta un hombre, lo trae a casa, obvio, pero sin quitarle el plástico al colchón.
La performance más erótica sigue la misma senda de las anteriores, son intercalados muy planos y aunque la letra es importante para entender, las imágenes resultan chillonas. Representan el mundo de origen, muy peruano, sin embargo, la historia principal acusa el peso de estas disrupciones. En esta parte hay evidentes lagunas narrativas.
La historia vuelve a encarrilarse luego del sexo con otro pretendiente y un diálogo muy divertido, siempre sobre los plásticos, lo que enfatiza que esa casa no es su hogar. Pero Lina conmueve con su humanidad y el humor nos reconecta con su personaje.
Surge un problema con la pintura de la piscina y recuerda que donde duerme se aloja otro inmigrante, que la ayuda con el entuerto. Lina apenas se comunica, hablan distintos idiomas, pero se da a entender con su cuerpo y asistimos a una exquisita escena de mimos filmada a distancia, es un momento muy auténtico.
La película es un excelente primer largometraje, con decisiones estéticas discutibles. Los cuadros musicales nunca terminan por convencer, aunque hay valentía en la propuesta y accedemos al alma de esta inmigrante peruana.
Las resoluciones de la directora son muy libres, tanto como la protagonista, no sigue patrones estereotipados. Tendrá ripios técnicos de continuidad, pero la historia es genuina y el espectador termina encariñado con el personaje principal.
Los últimos 20 minutos, sin performance, son los mejor logrados. Lina resuelve problemas a su escala, nada dramáticos, regresa a la casa patronal y el guardia del condominio revisa sus pertenencias.
Aunque viva en un mundo de desconfianzas, donde la clase importa, Lina no se hace problemas. Ella es una persona optimista, un alma con mundo interior que siempre tira para adelante.
Guardando las distancias, este personaje muy bien interpretado por Magaly Solier recuerda en algo a la Gloria de Sebastián Lelio.
Lina de Lima fue la ganadora de la Competencia de Largometraje Chileno en el Festival de Cine de Valdivia 2019, se estrenó internacionalmente en el TIFF durante ese mismo año, y desde entonces se ha visionado en instancias como Palm Sprigs, Santa Bárbara, Miami y el Cleveland Film Festival, donde obtuvo el premio a la Mejor Película en la competencia de Nuevos Directores.
En Chile, la cinta podrá verse a partir del próximo 5 de diciembre en salas comerciales.
Asimismo, el filme dirigido por María Paz González es candidato a representar a la industria nacional como Mejor Película Extranjera en los Oscar 2021, en una decisión que por primera vez determinarán los miembros de la Academia de Cine de Chile, en una votación que se extenderá, inéditamente, hasta el viernes 6 de noviembre.
***
Aníbal Ricci Anduaga (Santiago, 1968) es ingeniero comercial de la Pontificia Universidad Católica de Chile y como escritor ha publicado las novelas Fear, El rincón más lejano, Tan lejos. Tan cerca, El pasado nunca termina de ocurrir, y las nouvelles Siempre me roban el reloj, El martirio de los días y las noches, además de los volúmenes de cuentos Sin besos en la boca, Meditaciones de los jueves (relatos y ensayos) y Reflexiones de la imagen (cine).
Tráiler:
Imagen destacada: Lina de Lima (2019).