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Los cuentos de «Palo blanco»: Un Chile que se descascara

El nuevo libro del escritor antofagastino Rodrigo Ramos Bañados (Zuramerica Ediciones, 2020) es un volumen cuyos relatos rompen —sin estridencias— la monótona realidad en lo que se refiere al relato breve en la escena literaria del país, y de paso nos tira en la cara la denigrante invisibilidad de la cual hacemos objeto al ciudadano inmigrante, en todos los ámbitos del quehacer nacional.

Por Juan José Podestá

Publicado el 22.9.2020

Palo blanco y otros cuentos de Rodrigo Ramos Bañados (Zuramerica Ediciones, 2020) reúne diecisiete textos relativamente breves, que oscilan entre las tres y seis páginas. Son textos escritos en una prosa muy certera y acotada —sobra muy poco—, y hacen honor a esa manoseada frase de Hemingway en tanto un relato debe ser como un iceberg, y solo mostrar el mínimo necesario al lector, dejando lo fundamental en el ámbito de lo sugerido. Un diez por ciento visible, y el otro 90 abajo, como las inmensas moles de hielo que derivan en la Antártica, tal pequeños continentes huérfanos.

En términos generales, Ramos Bañados (Antofagasta, 1974) hace gala de las virtudes a las que nos tiene acostumbrados en sus trabajos anteriores: Ciudad berraca, Pinochet boys y Namazu, por nombrar algunos: un humor que de pronto ataca sin avisar, una suerte de obsesión por entregar nimios detalles sobre los personajes que de pronto aclaran todo al lector, y una mirada entre escéptica y desencantada (nunca nihilista) sobre la realidad chilena.

El volumen abanica múltiples temas: el Norte Grande como espacio diverso de cruces culturales, raciales y sociales, la inmigración como fenómeno que a futuro solo puede complejizarse (el cuento “Aquellos… 11 de agosto” es exhibición de ese punto), la Provincia chilena como escenario de las más atorrantes rencillas (cómo no, también artísticas, tal en el texto “Literatos”, acaso uno de los trabajos más logrados del libro, por su bromista levedad y delicado sentido crítico)y la historia de Chile y del mundo como un espacio que puede y debe ser apropiado por el lector, para hacer de él lo que se le antoje.

El libro abre con un texto notable: “El crimen del fisicoculturista”. En el relato, y a través de misivas a un juez, los personajes se pelean la versión oficial sobre el asesinato de un cabeza de músculo del que uno nunca acaba de saber en qué truculentos asuntos estaba metido. Texto notable señalo, puesto que el breve desfile de distintas y hasta opuestas voces narrativas, nos dan una muy clara idea de la robustez literaria del autor de Pop.

En este sentido, cabe señalar que es justamente la diversidad de tonos y tonalidades una de las virtudes más destacadas del libro (y en general del autor). No hablamos acá de un afán narratológico por practicar la polifonía, sino de una forma, una manera, un proceder, una técnica si se desea, y que consiste en algo tan simple como complejo: contar de maneras plurales, que un volumen de cuentos de verdad pase de una voz a otra, y que por fin se acaben los textos de relatos en donde todo parece ser narrado por la misma persona, excepción hecha de aquellos en donde el que narra es el mismo, o varios, claro está.

Uno de los textos sobresalientes del libro es “Ahogo” —el segundo cuento—, en que el autor nos lleva por un viaje en tren que es a la vez metafórico espejo y punto ciego del oficio escritural: un afán voyerista, una cierta mirada dislocada, “extranjera” si se quiere, obsesa. El relato deja la sensación a quien leyó, de que no ha comprendido bien del todo algo. El cuento “Gente pequeña” genera el mismo efecto a través de una modalidad distinta: dos personajes de los que nunca acabamos por saber a ciencia cierta si son enanos, tarados mentales, homosexuales (enanos quizás también, o todo junto) que se reúnen cada día a escenificar un juego íntimo nada glamoroso y provinciano (redundancia dirían algunos, entre los que me incluyo) o en rigor asistimos ¿solo? al relato del encuentro de dos humanidades en sumo solitarias, ajenas en extremo al devenir del mundo y sus tecnológicas vicisitudes.

“Acción poética”, “Palo blanco” (un muy logrado cuadro de provincia sobre la esquiva suerte de un bibliotecario), “El arca” y “El dirigente” son cuatro de los cuentos en donde el lector puede solazarse a sus anchas en el espectáculo y pasarela de personajes hundidos en su miseria (o en su discreta gloria), y en historias que a ratos dejan un sabor muy amargo en la boca por el desamparo de la realidad que proyectan, realidad que uno en este libro podría ir descascarando lentamente, justamente por su orfandad. Los restantes textos espejean y refuerzan esta impresión.

En síntesis, un volumen muy recomendado por sus relatos que rompen, sin estridencias, la monótona realidad cuentística del país, y de paso nos tira en la cara la indignante invisibilidad de la que hacemos objeto al inmigrante en todos los ámbitos del quehacer nacional.

 

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Juan José Podestá (Tocopilla, 1979) es escritor y periodista, además de magíster en literatura latinoamericana.

 

«Palo blanco y otros cuentos», de Rodrigo Ramos Bañados (Zuramerica Ediciones, 2020)

 

 

 

Juan José Podestá

 

 

Crédito de la imagen destacada: Zuramerica Ediciones.

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