Este es un libro cuya prosa fluye y avanza sin tropiezos, donde su autor muestra un buen manejo de los tiempos y de las tensiones narrativas. Con este volumen Mauricio Moyano debuta dando vida a un título cuyos relatos narran historias que a cualquiera pueden pasar, pero que pocos pueden escribir.
Por Cristián Brito Villalobos
Publicado el 5.11.2019
Hablamos de un libro de cuentos sobre historias comunes y corrientes, sin embargo, en su texto como debutante del género, Mauricio Moyano (1983) logra concebir un volumen de relatos breves, bien escritos y en donde la autoficción está presente.
En el primer cuento, La rueda de la fortuna, un grupo de compañeros de ingeniería de la universidad participa en un campeonato de baby fútbol. Los hechos ocurren en Viña del Mar. Eso es la superficie, pero cuando nos adentramos en la historia nos encontramos con sucesos y diálogos que van más allá del deporte en sí, abarcando el lado humano de los personajes. En el segundo relato, Isla Ngore, un joven chileno que vive en Sudáfrica viaja a Dakar, pero le prohíben su ingreso al no contar con una visa. Es de noche y es llevado a una sala de espera con otros pasajeros que se encuentran en la misma situación. Las dudas lo acechan, así como el miedo al futuro incierto que le deparaba. Finalmente llega a una solución y se dirige a Isla Ngore. Al llegar a Dakar se fija en la arquitectura, y la pobreza. Un percance lo retiene y el miedo se hace presente. La incertidumbre le embarga, pero ya no hay marcha atrás. Finalmente llega a la isla para practicar surf en un escenario ideal donde le esperan una serie de sucesos que lindan con el humor.
En el cuento siguiente, Tour en Kimberry, la voz narrativa relata que llega a trabajar en una empresa minera en Sudáfrica. Se trata de un yacimiento de diamantes subterráneo desconocido para el joven ingeniero, que se asume es un alter ego del escritor, y que se ha decidido a jugársela y aceptar el trabajo. Rápidamente se adapta a sus nuevas funciones. Al inicio trabaja en los tours que la mina realiza los fines de semana y donde él es el encargado de la seguridad de los visitantes. Al tiempo que se comienza a familiarizar con las costumbres, donde el rugby es un factor de unión, como el fútbol para nosotros, para los sudafricanos era una suerte de religión. La economía minera no pasa por un buen momento, pero de todas formas es mejor al de las crisis vividas en años anteriores que dejaron inclusive a una treintena de trabajadores muertos en enfrentamientos con la policía.
En el cuento que cierra el libro, Perdido en Bergen, un joven que asume la voz se encuentra de visita en Noruega. Luego de hacer un recorrido por la bahía por la noche va a un bar donde conoce a tres guapas chicas, estudiantes de danza que se encuentran de vacaciones. Luego de beber se deciden a ir al departamento de una de ellas, a lo que se suma el novio de una de las chicas. En el camino el narrador siente una profunda atracción por una de las muchachas. Luego de conversar un rato se da cuenta de que tienen gustos parecidos. Una vez en el departamento, comienzan a beber pisco. Finalmente, el joven chileno logra conquistar a la chica con la que pasa la noche. La felicidad es inmensa. Al querer regresar a su hospedaje para tomar sus cosas, coger el tren y dejar la ciudad, se extravía y el tiempo se le acaba. Para su suerte, un funcionario municipal se le cruza y lo lleva al centro en su camión. Finalmente logra embarcarse. Todo esto lo relata en una conversación que sostiene con un amigo.
Este es un libro cuya prosa fluye y avanza sin tropiezos. Moyano muestra un buen manejo de los tiempos y de las tensiones narrativas. Con Ramos electivos, Mauricio Moyano debuta dando vida a un libro cuyos relatos narran historias que a cualquiera pueden pasar, pero que pocos pueden escribir.
Cristián Brito Villalobos (Antofagasta, Chile, 1977), además de poeta y escritor es periodista titulado por la Universidad Católica del Norte y magíster en literatura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Crédito de la imagen destacada: Ril Editores.