El proyecto poético del peruano Alfredo Pérez Alencart aparece desplegado como un anverso de la creación lírica reducida al gesto y atrapada en el texto y la crítica de consumo, pues abre lo ojos en la intemperie, y extiende la mano, el corazón, sobre una palabra de alto voltaje versicular, nutrida por el barro y la sinceridad.
Por Marcelo Gatica Bravo
Publicado el 28.1.2019
Tu corazón
es esa brújula
que busca todo aquel
que logró
saltar las vallas
del desgarro
Alfredo Pérez Alencart
i
En tiempos convulsos donde el fenómeno migratorio se ha tornado la punta de lanza de un discurso neofascista, la poesía abre caminos reflexivos. Es el caso de Los éxodos, Los exilios de Alfredo Pérez Alencart (1962) , poeta peruano-español, quien conoce de primera mano el tema migratorio, por su propia experiencia familiar. Al abordar el trayecto bio-bibliográfico de Alencart, desde la publicación de Madre selva (2002), pasando por títulos como Hombres trabajando (2006), y Cristo del alma (2010) un joya ética en toda su magnitud; podemos constatar la vocación de una escritura comprometida con la dimensión humana arraigada en en complejo mapa social. En este sentido el proyecto estético del poeta establece algunos puntos de contacto con el manifiesto nerudiano de “la poesía impura,”pues comprobamos que sus materiales poéticos poseen un alto voltaje orgánico, así como una poesía anclada en las circunstancias históricas que invitan a un compromiso estético y ético. Esto es, una poesía desprendida del yo como marca espiritual para transformarse en un nosotros. Pero al mismo tiempo, la propuesta de Alencart se despliega a través de un rico lenguaje que denominaré castellano-amazónico, en donde interpela al lector a tomar una posición en el mundo.
ii
Los éxodos, Los exilios funciona como una antología que ha sido seleccionada por el propio Alencart, cuyo eje matriz son las emigraciones humanas, por tanto, nuevamente aparece el compromiso del poeta con una realidad social presente cada día en las noticias. La elección de los poemas ocupa veinte años de su producción poética, lo que evidencia la importancia y la preocupación por esta coordenada temática en su escritura. En la actualidad líquida hay datos un tanto apocalípticos sobre los exilios. Se habla de miles de desplazamientos debido a los cambios climáticos para un futuro no muy lejano. Sólo en el último año se han visibilizado la aparición de muchos naufragios en las puerta del sur de Europa, constituidos por desplazados de guerra, lo que ha conllevado la discusión política en toda la Comunidad Europea por el control de la fronteras y por la distribución de cuotas de refugiados, y en nuestra América el éxodo venezolano y las caravanas de Centro América.
Como dice Alencart los exilios seguirán presentes: “No aprendemos; es que no aprendemos. Exilios y éxodos nos acompañan desde el fondo primero hasta hoy mismo: Moisés anotando que errantes y extranjeros seremos en la tierra”. La historia está repleta de estos casos, estonios por Australia y Canadá, españoles esparcidos por toda Latinoamérica y el centro de Europa. Chilenos, argentinos, mexicanos, cubanos en España, Suecia, y Francia. Y en el último tiempo las migraciones de los venezolanos por el mundo y los haitianos en Chile.
En Los éxodos, Los exilios se evidencia su ADN genético, aquella huella de emigrantes como herencia familiar que se constata en “Inscripción”, nombre con que titula la introducción del libro y que está formada por siete puntos donde reflexiona sobre las implicancias de las emigraciones humanas:
Renacen las semillas de tantas migraciones: ya no son neutrales. No
deben serlo. La puerta entreabierta resta algo de temor al desterrado.
Hay quienes guardan su oro como reliquia o aval para ostentaciones
varias. Otros, descendientes de pobres inmigrantes, guardan como un
tesoro el billete de barco o el carnet de extranjería de sus ancestros.
Ése es mi caso: he ahí mi riqueza.
iii
La realidad es un tanto incómoda, y los medios masivos son medios de entre-tención que funcionan como estrategia evasiva. Estar tras una pantalla virtual y poner me gusta en un clic que muestra un tema social no implica necesariamente un compromiso vital. Nos tapamos los ojos para no ver la realidad. Un balsero (sobreviviente) del último naufragio dijo: “Si podía morir pasando el Mediterrénao pero en Siria podía morir cualquier día”. Alencart a través de una poesía telúrica produce incomodidad, su escritura interpela al lector y en este sentido es un propuesta anclada en aquellos lugares que van a contracorriente. No se oculta en la ironía facilona acumuladora de risa que luego se desinfla; ni en la metáfora empalagosa sino que nos interroga por medio de un lenguaje claro y limpio como en “Ojalá que nunca te suceda”, uno de mis poemas predilectos:
Ojalá que nunca te suceda
A ti te tocará otra suerte
cuando se aleje la bonanza
y, al mirar en su vientre seco,
querrás ir tras el pan para los tuyos.
Serás como el recién llegado
que busca comida en la basura
y debe dormir bajo los puentes
mientras todo brilla por arriba.
Tú habías perdido la memoria
de esa pasada ciudadanía
que ataba las hambres a su cuello
y el trabajo a la servidumbre.
Pasarás desmedidas privaciones
para lograr empleos miserables
que los jóvenes del lugar no quieren
y tú harás con puntual esmero.
Todos viajamos en un mismo barco
que sube y baja con la marea.
Por el oro nunca te envanezcas
pues bien puede faltar mañana.
Sí: ojalá que nunca te suceda.
iv
Los exilios, Los éxodos en realidad son cinco libros. Esto implica que el poeta nos propone diversas entradas para aproximarnos al complejo universo de los migraciones humanas. El primer libro lleva el nombre de la antología. En esta parte hay una transposición del yo lírico que se sitúa en el cuerpo del emigrante, de aquel que decide dejar la tierra materna, y se lanza al vértigo de un viaje, de un mundo nuevo. Ya en el epígrafe se manifiestan algunas preguntas propias del hombre que decide partir: ¿Quién se intimida ante una alambrada más endeble que el hambre? ¿Quién se apiada ante el lagrimeo al rojo vivo del que debió salir como última opción? ¿A cara o cruz?
En esta primera parte, la escritura se expresa a través de un soliloquio existencial que aborda en toda su dimensión la salida de la tierra natal. El poeta se pone en la piel del transterrado y deja flotando algunas preguntas punzantes como si fueran dardos radioactivos:
Enflaqueció la bonanza. ¿Te quedas o regresas?
¿Qué noticias tienes de tu aldea?
¿Qué contrapunto darás a esta flama indecisa? (Poema IV)
Dicen los errantes:
“¿Qué nativos nos hospedarán viéndonos en andrajos
y sabiéndonos carne de exilio?
Vivíamos lejos de estos hombres, tratábamos de huir
de sus tentaciones, de sus pisadas apresuradas…(Poema XII)
¿Quién eres?, le dicen, espiando hasta su sombra.
¿Qué buscas por aquí?
¿Éste es el contramparo de quienes hablan de libertades?
¿Nadie ayuda a nadie?
¿Llegó la hora en que nadie apueste por el otro,
la hora cuando las golondrinas vuelen hacia atrás? (Poema XXII)
A lo que él responde:
“Algo que me abrigue.
Algo que toque mi frente.
Algo que no genere más escollos y lágrimas.
Algo como un pan inesperado”(Poema XVII).
Pero a pesar de la desolación constatada en el paisaje espiritual del exiliado, el poeta introduce la esperanza como posibilidad de realización humana. En el final del poema “XVII”, luego de las preguntas policíacas una voz sale de la indiferencia y asume el encuentro con las circunstancias precarias del otro:
Entonces alguien dice: “¡Quien seas,
no sufras más!”.
Entonces el milagro,
una sonora voz tensada contra la indiferencia. (Fragmento Poema XVII).
v
El cuarto libro, Pasajero de Indias, abre con un epígrafe descarnado, en el cual se evidencian las marcas sociales experimentadas a la llegada al aeropuerto: “Yo mucho los quiero, pero en Barajas, me llamaron extranjero”. Fragmento que me hizo recordar una vez que viajé desde Alemania a las Islas Canarias. En el avión las nacionalidades se repartían entre habitantes del centro y norte de Europa. Pero la policía del aeropuerto al único que le solicitó el pasaporte fue a mí. Pues era el extranjero (Le Différance como diría Derrida) incluso aunque tenía doble permiso de residencia (Estonio y luxemburgués) me pidió el alquiler del hotel. A mi esposa le sorprendió el trámite. Todo acabó cuando le dije que éramos de la Comunidad Europea.
En el quinto libro, titulado Cánticos de la frontera, el poeta cuestiona la pesada estructura legal de las fronteras, instalando la posibilidad de un territorio nuevo que tiene como base una ética comunitaria, con un lenguaje punzante y claro confronta a los encargados de impartir la ley:
Escucha tú, firmante del Tratado de Límites: yo deploro tu
conducta y las mil condiciones que prolongan atropellos.
Me rebelo, no por la paz así conseguida, sino por permitir
la construcción de nuevos puestos fronterizos: antes yo
ponía el pie al otro lado y me sumaba al festín de los
vecinos.
VI
Pero quizás lo más destacable en esta coordenada es que pese a la desolada realidad que azota a millones de personas en el mundo, especialmente, a aquellos que arriesgan sus vidas en balsas en las puertas de Europa o en las caravanas de Centro América, el poeta cree en la posibilidad de otro mundo. En el último poema del libro, titulado “Forastero” toma la figura del maná bíblico como la expresión de un amor concreto. En suma, cree en un mundo sustentado en el horizonte ético de cada habitante. Es decir, en el amor en estado sólido:
¿Mías las fronteras, los visados? ¡Nada es mío
salvo el horizonte boreal no sujeto a la muerte
o la aguja que de continuo taladra el minutero!
Tierras duras, tierras empinadas por los siglos,
¿dónde unos granos de trigo?, ¿dónde el zumo
de dulce viña? ¿Dónde un colchón de paja vieja
para posar mi día cardal o mi fatiga sin brecha?
¡Creo en el maná que veo en la mano del Amor!
VII
Para terminar una imagen que emerge de mis primeros meses en España durante el 2008. Recuerdo que había cruzado sólo un par de conversaciones con Alencart. Un día nos invitó a tomar un café junto a Carlos Ordóñez, un compañero de curso y excelente poeta hondureño. En minutos organizó un recital poético en la Universidad, el cual tituló “Pasaporte en el corazón: Tres poetas inmigrantes en la Usal”. Creo que ese día nos otorgó una de las claves para abordar su proyecto poético, su proyecto vital, aplicable a Los éxodos, Los exilios. Es decir, la palabra recreada en la vida, en el otro; la palabra que busca el vínculo comunitario, que sale del libro y que actúa como resistencia al lenguaje evaporado de lo inorgánico, de lo líquido, de lo virtual. Pienso en el proyecto poético de Alfredo Pérez Alencart desplegado como un anverso de la poesía reducida al gesto y atrapada en el texto y la crítica de consumo, pues abre lo ojos en la intemperie, y extiende la mano, el corazón. Extiende una palabra de alto voltaje lírico, nutrida por el barro. Es decir, sucia si se quiere, pero sucia de situarse en la realidad con el otro.
Marcelo Gatica Bravo es poeta y doctor en literatura hispanoamericana.
Imagen destacada: El poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart.