Esta novela póstuma del autor chileno -originalmente publicada en 2010- resume en buena parte los múltiples tópicos que concurrieron a lo largo de la bibliografía de ficción narrativa que le hiciera célebre: la poética del desierto mexicano y su entroncamiento con la historia política latinoamericana de la segunda mitad del siglo XX.
Por Mauricio Embry
Publicado el 10.11.2019
La situación es esta: M tiene que escribir una reseña de un libro de B y no sabe cómo hacerlo. M ha estado intentando evitarlo. Ha visto en Youtube varias críticas a películas de Marvel, tutoriales sobre cómo abrir un vino con un zapato e incluso un par de videos de gatos. No entiende en qué estaba pensando cuando se ofreció a hacer una reseña de un libro de B. B es demasiado bueno para ser reseñado. El libro que se comprometió a analizar es una obra póstuma, porque, quizás sea importante mencionarlo, B está muerto. Murió el año 2003, porque no encontró un hígado de repuesto. A pesar de eso, B sigue publicando libros. Y siguen siendo geniales, aunque solo sean archivos sueltos en su computador. B es el escritor zombi por excelencia. Y el libro que M tiene que reseñar es el tercero que se publicó después de que B estiró la pata. M piensa que el hecho de que sea un libro póstumo lo hace aún más difícil de reseñar. Siente que es como ponerse a opinar del traje que lleva un cadáver en su funeral: sí, me gusta el color, pero tres botones es algo noventero, quizás debieron ponerle uno con dos. Claro, es cierto que B murió hace años, pero su funeral aún no termina y, quizás, no termine nunca. Nadie quiere echarle tierra encima. Aunque si alguien quisiera, tampoco podría.
El libro en cuestión se llama Los sinsabores del verdadero policía, aunque podría llamarse Las aventuras y desventuras de Amalfitano en Santa Teresa o incluso venderse como 2666: el origen, dado que la trama entre ambas novelas de B es bastante similar: Amalfitano, un profesor de literatura, luego de un escándalo provocado por haberse involucrado con un alumno, se ve obligado a mudarse con su hija Rosa desde Barcelona a la ciudad de Santa Teresa en México, un lugar donde ocurren varios crímenes de mujeres. En esta novela se menciona también a un escritor llamado J.M.G. Arcimboldi, un nombre muy similar al escritor desaparecido en 2666, Benno Von Archimboldi, aunque esta vez el apellido es sin h y, en lugar de ser alemán como en 2666, en este libro es francés. En ambas obras se menciona también a un poeta que está internado en el manicomio de Mondragón, aunque mientras en 2666 no se dice expresamente quién es, en este libro se señala con nombre y apellido a Leopoldo María Panero, uno de los poetas favoritos de B en la vida real.
Asimismo, en Los sinsabores del verdadero policía aparece un personaje llamado Pancho Monje Expósito, que comparte apellido con Lalo Cura Expósito, de 2666 (que, dicho sea de paso, es también el nombre de un personaje que aparece en uno de los cuentos del libro Putas asesinas). En este sentido, empieza a escribir M en su reseña, se puede decir que Los sinsabores del verdadero policía puede ser perfectamente la proto novela de 2666. Un boceto de lo que sería luego una de las obras más importantes de B y, probablemente, de toda la literatura contemporánea. Lo anterior, demuestra sin duda la obsesión de B por reescribir una y otra vez no solo los mismos temas y personajes, sino, quizás, incluso el mismo libro.
Las coincidencias de Los sinsabores del verdadero policía no son solo con 2666, piensa M y así lo pone en un párrafo de su reseña. Por ejemplo, la clasificación que Padilla, un estudiante que aparece en el libro, hace de los poetas entre maricones, maricas, mariquitas, locas, bujarrones, mariposas, ninfos y filenos, le había provocado a M la sensación de un pegajoso déjà vu en su cabeza. Estaba seguro de que esto lo había leído en la novela Los detectives salvajes, pero de otra forma, en otra vida, en otro contexto y con otros personajes, más o menos como si estuviesen sacados de un sueño. Esto hizo que a M, quien estaba demasiado imbuido por los cómics de súper héroes (muchos videos de Marvel y DC le habían secado el cerebro como le pasó al Quijote con los libros de caballería), se le ocurriera escribir en su reseña que, tal vez, las coincidencias de lugares, personajes y anécdotas, no fuesen solo un tema de reescritura por parte de B. Tal vez se trataba en realidad de una especie de multiverso en los que coexistían al mismo tiempo un Arciboldi francés y un Archimboldi alemán, un Pancho Monje Expósito y un Lalo Cura Expósito, un Amalfitano gay y otro heterosexual. Quizás, al igual que en alguna época había pasado con los cómics de DC, 2666 ocurría en Tierra 1, mientras Los sinsabores del verdadero policía ocurría en la Tierra 2. Incluso era posible que dos personajes casi idénticos, aunque con nombres diferentes, como son Ramírez Hoffman, el piloto que escribe poemas en el cielo en la novela de B llamada Literatura nazi en América fuera una tierra distinta a la de Estrella distante, en que el nombre del piloto es Carlos Wieder. Incluso el mismo Arturo Belano, alter ego de B, que aparecía en algunos cuentos, podía estar en Tierra 3 mientras el de Amuleto y Los detectives salvajes podía estar en Tierra 4. Todo era posible en este maravilloso multiverso creado por B.
M hace una pausa para comer una lata de atún. Un trozo le queda atrapado en uno de los incisivos. Mientras lucha por sacarlo con la lengua, decide incorporar en su análisis de Los sinsabores del verdadero policía lo interesante que le había resultado esa mezcla entre lo metaliterario y lo realista presentes en el libro, que anulaba cualquier tipo de distinción de géneros, demostrando que son mucho más artificiales que lo que normalmente se cree. Así, por ejemplo, en la novela se insertan una serie de reseñas de libros del autor ficticio Arcimboldi, de manera bastante similar a las presentes en La literatura nazi en América, y que también han sido utilizadas por otros grandes escritores como Borges en el cuento Pierre Menard, autor del Quijote. Sin embargo, en Los sinsabores del verdadero policía estos elementos metaliterarios, que podrían eventualmente apartar al lector por ser demasiado académicos, no lo alejan porque B logra como pocos mezclar lo metaliterario con historias viscerales y realistas. En ese sentido, si bien en la novela se nombran muchos autores, se insertan estas reseñas de libros de Arcimboldi e, incluso, hay un capítulo completo sobre las notas de lo que Amalfitano pasará en sus clases de literatura en la Universidad de Santa Teresa; ello va unido también a historias muy complejas, con personajes que padecen sufrimiento, soledad, violencia y enfermedad, generando la empatía del lector e impidiendo cualquier tipo de alejamiento. Un ejemplo de esto último es el hecho de que en Los sinsabores del verdadero policía se habla sobre el virus del VIH en una época en que, a diferencia de estos tiempos, tener el virus era sinónimo de muerte, como puede verse en un pasaje de la novela en el que Amalfitano escucha gemidos desde una calle de Santa Teresa en la que alguien que tiene VIH está sufriendo de dolor, pero la gente en el vecindario, en lugar de ayudar a esta persona, han normalizado la situación y lo llaman simplemente La Llorona. En dicho lugar, Amalfitano también se topa con un niño muy pobre al que ayuda dándole algo de dinero. Cuando Amalfitano le pregunta de dónde vienen los gemidos, el niño solo responde que es la loca del pueblo que se muere de sida.
Resulta llamativo también, escribe M estirado sobre un sofá, el coqueteo con el género histórico que B realiza en Los sinsabores del verdadero policía, ya que si bien inventa una gran cantidad de anécdotas y personajes, muchas de estas historias se encuentran ambientadas en contextos históricos reales, como pueden ser la Segunda Guerra Mundial, la Revolución Mexicana o la época del II Imperio Mexicano, dotándolo de muchos detalles y fuentes, lo que da verosimilitud histórica a sus relatos ficticios, de manera similar a lo que hace Ricardo Piglia en Respiración artificial respecto a la historia argentina.
A estas alturas de la madrugada, M ya comienza a cabecear sobre las teclas del computador, pero no quiere irse a dormir antes de señalar en su reseña que, al igual como muchas de las novelas póstumas de B, Los sinsabores del verdadero policía está inacabada. De hecho, de acuerdo a la Nota editorial que aparece al final del libro, escrita por Carolina López, la mujer de B, en realidad esta novela está conformada por tres escritos hallados en los archivos de B. Estos textos son: «Los sinsabores del verdadero policía” y “Asesinos de Sonora”, hallados en el computador de B, y un tercer archivo mecanografiado que también se llama “Los sinsabores del verdadero policía”. Pese a ello, como bien se señala en el prólogo, escrito por Juan Antonio Masoliver Ródenas, es más importante para B el desarrollo de la novela misma que su final, por lo que esta no es una novela incompleta. Lo anterior, agrega M en su reseña, es bastante cierto, ya que ello puede verse incluso en la estructura de la novela, que es sumamente fragmentaria, llena de digresiones y pequeñas historias dentro de la historia, las que si bien forman parte del universo del libro, podrían constituir perfectamente un relato separado.
En este sentido, aunque podemos decir que existe un eje lineal en torno al cual se va construyendo la obra (básicamente lo que le ocurre a Amalfitano en Barcelona y luego en México), lo cierto es que la historia de la novela no parece ser lo esencial, pues hay personajes que no volvemos a ver o vemos muy poco (como Castillo, el amante de Amalfitano en Santa Teresa), así como varias tramas que quedan entrecortadas (como el seguimiento que hace Pancho Monje a Amalfitano y Rosa). Lo interesante en realidad es el proceso de lectura de la obra, así como la enorme participación que se le exige al lector, quien debe ir dilucidando lo que va pasando en la novela, como un policía en busca de pistas que le permitan atrapar al asesino. Quizás por ello el mismo B señaló en su momento a propósito del título de la novela que: “el policía es el lector, que busca en vano ordenar esta novela endemoniada”. M inserta esa cita de B y, al leerla de nuevo, confirma que no será posible nunca echarle tierra encima. Luego guarda el archivo, se recuesta de nuevo en el sillón y apaga la luz.
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Mauricio Embry nació en Santiago de Chile el año 1987. Es abogado y escritor. Desde el año 2014 ha participado en distintos talleres literarios, destacando los cursos impartidos por los escritores Jaime Collyer, Patricio Jara y Leony Marcazzolo. En el año 2016, publicó el cuento «Una cena para Enrique», dentro del libro En picada (editorial La Polla Literaria), que agrupó distintos cuentos de los participantes del taller de Leony Marcazzolo. Entre octubre de 2018 y septiembre de 2019 cursó y aprobó el máster en creación literaria, impartido por la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona.
Imagen destacada: Roberto Bolaño (1953 – 1973).