«Luro», de Luciana Sousa: El periplo de una soledad perdida

Esta novela de mediana extensión es un texto intenso, rápido, entretenido, y al contrario de la vida rural, no ofrece pausas. Está escrito con vértigo, dando respiros solo en los dibujos que acompañan a un relato preciso que determinado por una matemática literaria se construye sin que nada le sobre.

Por Joaquín Escobar

Publicado el 26.10.2018

La literatura argentina pasa por un gran momento. Para nadie es un misterio que hace casi dos décadas, se erija como la más importante del continente, demostrando con autores y editoriales que su narrativa pisa más fuerte que nunca.

Dentro de la inmensa variedad de autores y de temáticas, rescatamos el interesante trabajo que está realizando Luciana Sousa. Seleccionada en el prestigioso Bogotá 39, y lectora empedernida de Henry Miller, se erige -sin prisa ni pausa-, como una voz importante y necesaria, que alejada de los senderos de lo auto ficción, nos viene a (re) confirmar que la literatura puede ir bastante más allá de mirarse el ombligo.

Ambientada en una calurosa y pequeña ciudad Argentina, Luro es una novela corta, que mediante altos niveles de intensidad, narra la historia de una mujer embarazada que trabaja en un rutinario boliche provincial junto a dos enigmáticos hombres. El texto posee varias capas. Al estilo de las muñecas rusas, podemos leer distintas novelas dentro del engranaje mayor. Una puede ser la central, la historia de un inmigrante que se quedó encerrado en el baño (no sabemos cómo) de una estación de servicio. Asustados y preocupados, por lo novedoso de encontrar a un hombre negro en un pueblo perdido, la protagonista, junto a Sánchez -su solitario compañero de trabajo-, comienzan una búsqueda solidaria (e incluso maternal) que los llevará a recorrer comisarías y desolados parajes.

Otra lectura de la novela, es la del pueblo como personaje. Lo provincial descrito como un lugar donde abunda la rutina y el aburrimiento. Sitios perjudicados por el centralismo en donde la vida está quieta, como si fueran existencias convertidas en fotos tristes y amarillentas. En este campo, la novela dialoga con la crónica Los suicidas del fin del mundo de Leila Guerreiro. Ambos relatos se retroalimentan a partir del barro tedioso que compone lo lejano, pues tal como señala la protagonista de Luro: “Acá no se vive. Acá se pasa el tiempo”.

Otro campo semántico con el que la novela de Sousa coquetea, es la película Historias mínimas. Ambos terrenos están compuestos por personajes alejados de cualquier épica, las grandes batallas ya no fueron para ellos, y sus existencias se remiten a la invisibilidad. Son figuras pequeñas, que conviven sin convivir en un lugar imperceptible, donde las repeticiones de los partidos de fútbol, tienen una relevancia preponderante.

Luro es un texto intenso, rápido, entretenido, y al contrario de la vida rural, no ofrece pausas. Está escrito con vértigo, dando respiros solo en los dibujos que acompañan a un relato preciso que determinado por una matemática literaria se construye sin que nada le sobre.

 

Joaquín Escobar (1986). Escritor, sociólogo y magíster en literatura latinoamericana. Reseñista del diario La Estrella de Valparaíso y de diversos medios digitales, es también autor del libro de cuentos Se vende humo (Narrativa Punto Aparte, 2017).

 

La escritora argentina Luciana Sousa (1986)

 

 

La novela «Luro» (2016) en su versión de Tusquets Editores (de 2018)

 

 

El escritor y crítico chileno Joaquín Escobar

 

 

 

Fotografía a Luciana Sousa: Eterna Cadencia (https://www.eternacadencia.com.ar/).

Crédito de la imagen destacada: La primera edición argentina de Luro por Editorial Funesiana.