El libro ganador del Premio Alfaguara de Novela 2019 (de la autoría del escritor y crítico literario argentino), aborda la problemática del quiebre amoroso en estos tiempos, y trata de manera certera el complejo mundo de las relaciones de pareja o de la maternidad, en la época siempre cambiante de hoy en día.
Por Mauricio Embry
Publicado el 19.9.2019
Si antes era dolorosa una ruptura amorosa de muchos años, hoy, en tiempos de las redes sociales y aplicaciones de citas como Tinder, puede resultar mucho peor. Y es que el mundo de los “solteros” al cual los miembros de la relación que se quiebra tienen que regresar, es completamente distinto al que existía cuando la iniciaron. Si a esto le sumamos la gran variedad de opciones que hay en la actualidad como alternativas a la monogamia –poliamor, relación abierta–, las cuales hace unos años no se encontraban tan masificadas como ahora, es muy fácil sentirse a la deriva. Ya no solo se sufre por el término de la relación, sino porque las personas se sienten como si intentaran bucear estando amarrados, con la corriente en contra y sin respirador.
Mañana tendremos otros nombres, de Patricio Pron (Rosario, Argentina, 1975), libro ganador del Premio Alfaguara de Novela 2019, aborda la problemática del quiebre amoroso en estos tiempos. En la novela los protagonistas, a los que solo se conoce como Él y Ella sin decirnos jamás sus nombres de pila, terminan una relación de cinco años y a lo largo de sus páginas debemos ver cómo intentan rehacer sus vidas y encontrar su propio camino, desandando el que habían comenzado juntos. Así, deben partir de lo inmediato –Ella saca sus cosas del departamento y se va a vivir donde una amiga– para, pasado un tiempo, dar el paso lógico de buscar nuevas parejas sexuales y amorosas.
El narrador de esta novela está en tercera persona y es omnisciente, ya que sabe lo que hacen los personajes, lo que piensan, incluso se adelanta a hechos del futuro, aunque de todas formas se encuentra focalizado siempre en Ella y Él, alternando entre estas perspectivas. Resulta llamativo también que no lo hace de manera objetiva, pues lo cuenta como si fuese una suerte de amigo de la pareja, que los conoce bien y hace constantes juicios de valor y reflexiones sobre lo que va ocurriendo en la trama. Podemos apreciar esto, por ejemplo, cuando el narrador dice: “Él sabía que los antiguos remordimientos nunca se extinguirían, sólo serían reemplazados por otros nuevos cuando hubiese pasado la suficiente cantidad de tiempo, y supuso que eso iba a sucederle a los dos, en los años próximos”.
Estas reflexiones que va haciendo el narrador, siempre desde la perspectiva de Él o Ella, permiten analizar distintas temáticas, como las normas monogámicas que impone la sociedad. Esto último podemos verlo con claridad en el siguiente pasaje: “(…) incluso el deseo homosexual –que era reprimido desde hacía siglos– había sido aceptado un tiempo atrás a cambio de que se sometiera a la configuración establecida: nada era más celebrado últimamente que las bodas de gais y lesbianas, que ponían de manifiesto el triunfo secreto de la sociedad sobre el carácter disruptivo de la divergencia”.
Otro elemento llamativo de la novela es que los personajes secundarios son mencionados todos con una letra (tal vez la primera inicial de su nombre, aunque no se nos dice directamente). Así, la editora de Él es M. y algunas de las amigas de Ella son A. o F. Muchos de ellos protagonizan sus propias historias, sobre todo las amigas de Ella, quienes son las encargadas de representar lo complejo que resultan las citas a través de aplicaciones como Tinder. Todas han tenido alguna cita terrible, desde un tipo con eyaculación precoz a un calvo que tiene en el baño un peine con pelos rubios que necesariamente son de su mujer o pareja.
Además, se dedican a hablar de sus problemas amorosos a través de un grupo de Wathsapp, donde también hacen un poema con todas las frases sexuales y amorosas que les dedican los tipos que contactan por internet. En este sentido, uno de los personajes más interesantes y que caracteriza muy bien la diversidad de alternativas que existe en los tiempos actuales, es el de F., una chica que tiene una relación abierta con su novio y duda sobre si aceptar o no que este divida su tiempo entre ella y otra chica de la que se ha enamorado, planteándose incluso la posibilidad de que vivan los tres juntos.
Quizás uno de los pocos aspectos negativos de la novela es que su final puede resultar algo apresurado, dando la sensación de que alguien le dijo al autor que debía terminar la novela y este apuró la escritura o eliminó material que daba más detalles sobre el desarrollo de los hechos y personajes. Y es que lo cierto es que el viaje del héroe y heroína que viven los protagonistas no logra comprenderse del todo, ya que, a pesar de las distintas situaciones que viven, no se ve un cambio real en su forma de ser a través de las acciones previas al desenlace, por lo que la transformación que ocurre al final se siente impuesta y no se desprende del propio texto. Del mismo modo, también hay algunas digresiones en la prosa que terminan siendo en ocasiones excesivas y largas, lo que saca al lector del desarrollo central de la trama.
Mañana tendremos otros nombres es una gran novela, que trata de manera certera el complejo mundo de las relaciones de pareja o la maternidad en el mundo siempre cambiante de hoy en día.
Mauricio Embry nació en Santiago de Chile el año 1987. Es abogado y escritor. Desde el año 2014 ha participado en distintos talleres literarios, destacando los cursos impartidos por los escritores Jaime Collyer, Patricio Jara y Leony Marcazzolo. En el año 2016, publicó el cuento «Una cena para Enrique», dentro del libro En picada (editorial La Polla Literaria), que agrupó distintos cuentos de los participantes del taller de Leony Marcazzolo. Entre octubre de 2018 y septiembre de 2019 cursó y aprobó el máster en creación literaria, impartido por la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona.
Crédito de la imagen destacada: Editorial Alfaguara.