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“Marabunta” y “Tierras altas de Mato Grosso”: El debut de la colección poesía latinoamericana de Los Perros Románticos

Este jueves 28 de marzo los premiados escritores mexicanos Balam Rodrigo y Armando Salgado (autores de los respectivos volúmenes) estarán acompañados de la poeta chilena Soledad Fariña y por el narrador Octavio Gallardo, quienes en conjunto con los creadores aztecas brindarán en un conversatorio sus apreciaciones relativas a la temática de la inmigración en el continente, y abordarán, también, temas posmodernos relacionados a la comprensión de lo humano desde distintas aristas tanto temporales como espaciales, en una emulación del aleph borgiano.

Por Cine y Literatura

Publicado el 27.3.2019

El próximo jueves 28 de marzo la editorial Los Perros Románticos realizará el lanzamiento oficial de los poemarios Marabunta y Tierras altas de Mato Grosso, de los escritores mexicanos Balam Rodrigo y Armando Salgado, respectivamente, en el Espacio Estravagario de la Casa-Museo La Chascona (calle Fernando Márquez de La Plata Nº 0160), a las 18:45 horas, con la presentación de la reconocida poeta chilena Soledad Fariña y Octavio Gallardo, escritor y periodista nacional. Luego se presentará en La Librería del GAM el día miércoles 3 de abril, por los destacados poetas Elvira Hernández y Carlos Cociña (Centro Cultural Gabriela Mistral Local 2, Avenida Libertador Bernardo O’Higgins 227, edificio b)

Por medio de ambos libros, el sello independiente inaugura su colección de Poesía Latinoamericana, con la que busca visibilizar lo mejor del género contemporáneo abarcando desde el norte al sur de América. Por un lado, Marabunta de Balam Rodrigo (Premios Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, 2018) nos acerca a la difícil situación del migrante centroamericano en la frontera sur de México (la más violenta); y, por el otro, Armando Salgado (Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines, 2017), de la mano de Tierras altas de Mato Grosso, pretende abordar la comprensión del origen –de nuestro origen personal y social-, que lindan con ciertas distopías que nos han alcanzado en la actualidad, distopías que se traducen en rompimientos estéticos en cada sección del libro.

 

Sobre Balam Rodrigo

Balam Rodrigo (Villa de Comaltitlán, Soconusco, Chiapas, 1974). Con más de veinte libros publicados y más de una decena de premios recibidos, el autor es un referente obligado de la poesía mexicana actual. En el año 2018 fue merecedor del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, que es el equivalente en México al Premio Nacional de Literatura. Este es su segundo libro publicado en Chile (el primero fue Bardo. Pequeña antología, Editorial Carajo, 2016). Es miembro del Sistema Nacional Creadores de Arte de México.

 

Balam Rodrigo

 

4.

Los migrantes llegan por las vías del tren.

Y así se marchan, aullando piedras.

Las vías, líneas de acero ceñidas a la tierra

con clavos de sangre sobre hileras de árboles muertos:

toneladas de líber ahogado en diesel negro.

 

Doble filo de una navaja para afeitar la sangre

por el que caminan los migrantes tocando con los pies,

a cada paso, el himno de la noche apátrida.

 

No son vías los rieles, ni durmientes los tendidos troncos:

son una larga e infinita marimba extendida de sur a norte,

desde el verde que muere al sol hasta el azul que muerde al cielo.

 

5.

Así llegó Orlin —cíclope de Dios—

tan cansado que arrastraba la sombra

como si fuese un fardo de piedras.

 

Llegó rechinando los huesos.

 

Si no mal recuerdo, traía sudando tristezas

y un par de tenis rotos desde San Pedro Sula.

 

No tenía el ojo derecho.

 

En un bagazo de selva hondureña

había dejado la mitad del sol:

una metralla le vació aquél ojo

y le dejó zurdos el mundo y la luz.

 

 

6. (Sueña Orlin en voz alta)

 

Se tiende a morir la noche en los andenes.

 

Rueda el sol sobre rieles de sudor

y amputa en sombras los muñones del día.

 

El sol es un migrante que carga su morro de ámbar

hasta hundirlo en las fauces del cielo:

pozo, grito sin aire, boca sin dientes del futuro.

 

(Me acerco al pozo. Tiro un cubo de sed

a su garganta. Chirría de óxidos la garrucha.

Suda el lazo esquirlas de luz para amarrar el agua.

Halo la cuerda y la música del pecho tensa mis venas.

Hundo la lengua en un balde que ha llenado la noche:

la saco untada, mojada en sombras, entintada

como un vaso de mar en el silencio: ahogada en sangre).

 

Vuelve la sed y camina descalza

por estos largos rieles que me saben de memoria.

 

La noche palpa, deletrea sin nombre lo que toca:

monto un tren que vuelve una y otra vez

hasta ese día en que los bastardos de la muerte

(migras, narcos, policías, malandros)

me tocan al hombro y mutilan mis sueños:

mejor lanzarse a la guillotina de la noche

y morir bajo las ruedas de La Bestia

que pesan menos que el odio.

 

 

 

Sobre Armando Salgado

Armando Salgado (Uruapan, Michoacán, 1985). Profesor egresado de la Normal Rural Vasco de Quiroga de Tiripetío, Michoacán. La poesía de Armando Salgado es, quizá, una de las mayores revelaciones poéticas dentro de la tradición literaria mexicana. Con su libro rupturista de Tierras altas de Mato Grosso generó un cambio paradigmático en la poesía mexicana de los últimos años, de igual forma, con ese libro obtuvo el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2017. Algunos de sus libros son: La generación de la angustia (Puertabierta Editores/Secretaría de Cultura de Campeche, 2018), Cofre de pájaro muerto (Ediciones de Punto de Partida, UNAM, 2014), Estancia de ánimas (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2013), Azogue Suite (Instituto Cultural de Aguascalientes, 2013). Además de publicar tres libros infantiles: Mina «o cómo vivir en un tejado sin usar sombrilla» (2016), Leoncito Rex (2016) y Vacalao (Fondo Editorial del Estado de México, 2018).

 

Armando Salgado

 

SEBASTIÃO SALGADO RETRATA EN PUPILA

LOS DESIERTOS

 

Se encontraría en Central Park

con Borges

pero una llamarada aferró su vista:

un volcán

entre nubes amputadas

rodeando

la antigüedad del cielo.

Sus ojos:

todos los desiertos del mundo.

Sebastião preparó cámara y fusil.

Sería la última instantánea

—la única Capadocia viviente—.

Al intuir el disparo

Nazim Hikmet voló como un

albatros.

 

ASOMO MI CURIOSIDAD POR UNA COLADERA DE MANHATTAN

Descubro una familia de chinos

un reloj sin manecillas

ratas apareándose

no falta la inmundicia

ni los cuerpos sin cabeza

ni el escritorio de Joseph Conrad.

Hay una máquina de escribir

y una postal del Congo

también varios ejemplares

de La epopeya de Sheik Bedreddin.

El plano de la meseta de Mato Grosso

y la presencia de algunos rheas

(pájaros grandes que no vuelan)

cuelgan de la alcantarilla.

El aire me arranca los ojos.2

 

2 Aviso al oficial, al vendedor de periódicos, al profesor de turco y a muchos transeúntes. Todos tapan la coladera con un dedo

 

2

Creo en la eternidad de las parejas, aunque la estadística y la opinión pública piensen distinto. Aunque nuestras prácticas nos contradigan. Creer no es suficiente, hay un punto donde se deben asumir y visibilizar esas otras sensaciones: recordar más allá del terremoto y andar entre hornos de pan que la nariz inventa para tener un punto de apoyo. Aunque la indecisión pesa y arrastra.

La voz de Xiaoxiao era susurrante. ¿No es el amor la mayor de las detonaciones al sudar como cristal excitado?

Tú no mereces ser un peón, eres una simple hormiga que puede ser aplastada por los pasos de los viandantes. Sin embargo, no puedes abandonar el hormiguero, vives el presente entre las hormigas. Tienes razón, Xiaoxiao. Nadie debe pagar por unos cuantos metros de amor ni alimentarse con sobras de otros cuerpos que sustituyen lo que verdaderamente nos importa. Lo percibo cuando tus ojos se cierran junto a los míos y el televisor sintoniza la posibilidad de vivir juntos.

¿Qué te pasa Xiaoxiao?, ¿has comido algo? (Su cara iluminada por la estufa tomó otro color). El patio oscuro de mi pecho no sabe nada de revueltas culturales ni conoce textos críticos que podrían cambiar la dirección de mis dardos. De nuestros dardos. ¿Por qué las letras parecen hormigas, Xiaoxiao? Cierro el hormiguero del libro y me siento más infeliz. ¿En qué momento perdimos nuestro futuro? ¿Por qué no escribo otras hormigas —que reúnan lo suficiente— para habitar otro invierno lejos de la precariedad?

Estas maneras de preocuparme hacen que mis ojos zumben, no logro mover mis manos, no puedo modificar el curso de mi indecisión. Mis palabras languidecen. Quisiera enterrar mi cabeza entre tus piernas y no despertar.

 

 

 

 

 

Créditos de las fotografías utilizadas: Editorial Los Perros Románticos.

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