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Marcelo Mellado: “En el colectivo ‘Pueblos abandonados’ vamos con todo contra el discurso académico institucionalizado que tanto nos ha dañado con su aspiracionalidad clasemedianística rasca”

El connotado escritor chileno de la generación de los 90 e integrante de la agrupación que reúne a los narradores de provincias en el país (bautizada «Pueblos abandonados»), no se guarda nada en esta entrevista con el Diario «Cine y Literatura»: sus mordaces juicios, amén de alcanzar al circuito de sus colegas, asimismo llegan a la totalidad de la cúpula del Frante Amplio, a la cual dedica fuertes calificativos. Imperdible.

Por Joaquín Escobar

Publicado el 26.8.2019

La literatura de Marcelo Mellado (Concepción, 1955) es una parodia constante de todas las modas existentes en el Chile posmoderno. Alejado de rituales clichés y crítico con el seudo-crítico-progre que abunda -e inunda- las escenas artísticas criollas, se posiciona desde la provincia como un escritor potente ante el cual es imposible quedar indiferente.

En este invierno, Random House Mondadori, tras 15 años de su publicación original, reeditó Informe Tapia. A su vez, la cada vez más prestigiosa editorial Hueders publicó Niño alcalde, una divertida y crítica novela que mediante la sátira pretende narrar las mutaciones del Valparaíso actual.

 

El año pasado salieron Monroe y Madariaga dentro del mismo mes. Ahora se repita la dosis con Niño alcalde e Informe Tapia. Se nos está haciendo una costumbre ver a Mellado multiplicado por dos durante el invierno.

-La cesantía te hace productivo. No trabajo en la economía real, eso posibilita mayor productividad textual, o la sensación de eso.

 

Informe Tapia es una novela publicada hace más de 15 años y las problemáticas allí expuestas se siguen presentando en la actualidad. Como si la burocracia política y cultural fuera procesos estancados que no progresaran en absolutamente nada. Su reedición, entre otras cosas, se debió a ese no envejecimiento sobre ambas construcciones.

Informe Tapia es la novela municipal por excelencia, por eso se reeditó, para darle realce al género literario que esa novela inauguró, al menos eso quiero creer.

 

Una de las conclusiones que podemos obtener de Niño alcalde es que los grupos políticos que pactaron con la socialdemocracia terminaron viviendo en una mentira. Se abren concursos públicos que pretenden crear un espejismo de libertad, pero el poder sigue anclado dentro de las mismas cuatro paredes de siempre.

-No hay fórmulas canónicas para el ejercicio político. Para mí lo más claro es que el tontizquierdismo sepultó el modelo local ciudadano, como estrategia autónoma de lo político, para anclarlo en la tradición del hegemonismo político.

 

-¿Hay un posicionamiento político en ser un escritor de provincia? Nos parece que el lugar de enunciación es distinto al del escritor santiaguino. En tu escritura vemos una oralidad local conjugada con tecnicismos políticos, por el contrario, en la capital abunda la escritura del yo con narradores “cultos” y universitarios.

-En Pueblos abandonados, estrategia crítico provinciana, vamos con todo contra el discurso académico institucionalizado que tanto nos ha dañado con su aspiracionalidad clasemedianística rasca. No se trata de ubicarse en la provincia y establecer una soberbia suicida desde la deposesión y la precariedad, no. Se trata de una territorialización crítica a partir de otros modos de habitabilidad.

 

-Es interesante como en tus textos los protagonistas desarrollan una especie de corriente de la conciencia. Muy similar a lo hecho por Carlos Droguett, Pablo de Rokha y en algunos pasajes de la obra de Manuel Rojas.

-Uno le es tributario de Droguett, Rojas y De Rokha, escritores territoriales, que siempre despreciaron el «martinrivismo» de la literatura chilena.

 

-En tus novelas aparece Valparaíso como una ciudad fallida. Se desliza la hipótesis de que los culpables son operadores políticos que sacaron dividendos económicos con el concepto de ciudad patrimonial.

-La perra Concertación y todo ese progresismo puto que incluye el cerderío criminal socialista y cercanos le han destruido aquello que alguna vez creímos que era la izquierda. Eso malditos al asumir los modos aguatonados del poder (ni siquiera vamos a hablar de paradigma capitalista neoliberal de crecimiento), convirtieron la democracia, como lugar ganado por las prácticas populares y de la ciudadanía, en un mercado al servicio de una nueva clase burocrática que responde, de algún modo, a la gran oligarquía (el gran logro laguista).

 

-Nos parece que el concepto “La épica de lo irrelevante” apunta a luchas sociales progres y posmodernas que pretenden posicionar el yoga, el animalismo y el veganismo como las nuevas formas políticas de la izquierda. ¿Estás de acuerdo? Esta concepción de realizar un movimiento político sin reconocer el pasado de Chile ni Latinoamérica, creyendo que la lucha política se inventó ayer.

-Épica de lo irrelevante corresponde o alude al pendejismo alumbrado que no es capaz de leer bien los escenarios locales y santiaguiniza las operaciones políticas, y ablanda las operaciones críticas al adaptarse a los modos tradicionales de ejercicio político. Sobre todo nos referimos a la obsesión electoralista y la búsqueda y creación de caudillos hijos de la grandilocuencia de grupos que están reproduciendo los peores vicios de la política tradicional, cuando se supone que hay que cambiarlos modos.

 

-Alguien podría llegar a creer que tus personajes tienen más disputas con parte de la izquierda que con la derecha. ¿Estás de acuerdo?

-El sentido común de izquierda necesita fiscalización perpetua, hay que darle duro a los compañeros, no vayan a creer que tienen razón, hay que evitar su felicidad y todo momento histérico o épico, sólo el trabajo, sólo eso. Eso es luchar contra la derecha y contra los que, sin darse cuenta, reproducen sus modos. Hay también una razón práctica, a la derecha me dan ganas de matarla, frente a la derecha renuncio a la democracia.

 

-¿Qué opinión tienes del Frente Amplio? ¿Cómo posicionas a Gabriel Boric, Jorge Sharp y Giorgio Jackson en el futuro? ¿Te parece una coalición política en la que abunda la pereza teórica?

-Ojo, yo no me dedico a la política, no me gusta, sólo utilizo sus fórmulas retóricas. Ellos han abusado de la cultura para posicionarse. No me gusta hablar de personas o de líderes. Todo líder es un padre Poblete en potencia, son los procesos los válidos. Me carga la izquierda que busca líderes, es como buscar abusadores que te orienten el deseo. Sharp es despreciable, es un puto total y absolutamente chanta. Boric me cae bien porque tiene TOC y Jackson me gusta porque es Asperguer. Las patologías trabajadas son clave. Los procesos de cambios necesitan equipos de trabajos y colectivos insertos responsablemente en las comunidades.

 

-¿Qué opinión tienes sobre la crítica literaria chilena? Pareciera que mediante neo-conservadurismos pretenden erigir a la literatura como un pedestal moral.

-La crítica es un género textual potente, yo me dedico en parte a eso. Todo mi trabajo tiene que ver con crítica literaria. Le debemos al maestro Roland Barthes la recuperación del género. El problema es cuando la jerga periodística se mete y canoniza. Eso es mierda. Me gusta cuando hay un texto que da cuenta de cómo funciona y se produce un texto otro.

 

-Cuál es el público objetivo de tu obra. ¿Hay algún espacio que se pretende alcanzar?

-No tengo claro ese tema. Aunque uno debiera tener en el propio proyecto al lector del mismo. Imaginemos que un ciudadano con sentido crítico lúdico.

 

-¿Qué lees en estos momentos?

-Leo a Zizec, algo sobre populismo, a Badiou, Filosofía para militantes, a la Cinthia Rimski y los cuentos de Manuel Rojas, por pega.

 

 

Joaquín Escobar (1986) es escritor, sociólogo y magíster en literatura latinoamericana. Reseñista del diario La Estrella de Valparaíso y de diversos medios digitales, es también autor del libro de cuentos Se vende humo (Narrativa Punto Aparte, 2017).

Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.

 

 

 

«Niño alcalde» (Hueders, 2019)

 

 

Joaquín Escobar Cataldo

 

 

Imagen destacada: El escritor chileno Marcelo Mellado (Concepción, 1955).

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