El poemario que es obra (Editorial Cuarto Propio, 2017) de la escritora y licenciada en estética (Santiago, 1972), colaboradora permanente de este Diario, muestra una complejidad de aristas en un conflicto visceral de carácter exclusivamente femenino.
Por Jorge Yacomán
Publicado el 21.6.2018
Ideas y sentimientos que se contradicen entre sí frente a imposiciones y castigos sociales, la autoexigencia, la culpa, en la búsqueda de una calma interior que permita navegar el día a día con plenitud. Estos son los temas que aborda “Marea baja” desde la piel de una mujer que pareciera estar flotando en el medio del mar, a veces sumergiéndose hasta lo más oscuro e irreconocible de éste, y a veces rozando la espuma que llega a la orilla y se mezcla con la arena y despojos de otras vidas.
Dedo en la llaga
chiste cruel
misma piedra
planeta retrógrado
pendiente
punto fijo
inmutable
infinitamente dentro
espacio invertido
inexistente
anterior
vacío
bardo
punto cero
punto de partida
salto
retroceso
espejo
mismo origen.
(p. 23)
Son poemas con una voz en espiral, en tormenta, desde un cuerpo que se arma y desarma, se desnuda y se pone a la defensiva, se retrae, se reprime, perdona y se perdona, se pierde, divaga entre recuperar lo perdido o partir de cero, hacer lo correcto o seguir sus instintos, enfrentar las responsabilidades propias y las que caen de otros. Es una voz sincera, briosa, que a través de su fraccionamiento crea imágenes y sensaciones que retratan el mundo interno de la mujer actual y sus estigmas sociales que se acarrean hace siglos.
Experimento
el corte de alas,
miedos
temores
visión borrosa
tensión permanente
no querer ser
bulimia
evasión y fantasía.
Mi realidad
mis múltiples capas
hacer lo correcto
ser coherente
valiente
sin duda
con la frente en alto
el paso seguro
dirección
intencionalidad
pequeñas muertes.
(p. 30)
Hay una cierta progresividad en los poemas en el sentido de que se van haciendo más concretos. La voz toma una cierta forma de confesiones más lúcidas y crudas, como atravesando la tormenta hasta poder visualizar el caos con más calma y reconocerse en cuerpo y esencia detrás de sus heridas.
Crédito de la imagen destacada: Jorge Yacomán