La obra audiovisual -que se estrena en Chile este jueves 16 de enero- resulta una película fresca y ejemplar, sin duda una producción que se encuentra entre lo mejor del fructífero 2019 y en la que brilla por sobre todo el talento y la audacia de la escritora del libro original y homónimo: la estadounidense Louisa May Alcott.
Por Felipe Stark Bittencourt
Publicado el 15.1.2020
Son varias las escritoras y filósofas que señalan la modernidad presente en las páginas de Mujercitas (1868 – 1869), el clásico de Louisa May Alcott (1832 – 1888). En el prólogo a la edición de Lumen, por ejemplo, Elena Medel sostiene que esta es: «una novela a la que merece la pena acercarnos hoy con la sensación de que aborda más cierto presente que cierto pasado». Simone de Beauvoir, por su parte, según anota Elaine Showalter, dice que: «hubo un libro en el que me pareció atisbar mi futuro: Mujercitas […] Me identifiqué con Jo, la intelectual. Brusca, huesuda, Jo trepaba a los árboles para leer; era más varonil y más osada que yo, pero yo compartía su horror por la costura y el cuidado de la casa, su amor por los libros».
Muestra de este interés, impacto y cariño que ha generado la novela de Alcott es el número de adaptaciones que ha tenido al medio audiovisual. Quizá, entre las más recordadas, cabría contar la que estrenó George Cuckor en 1933 con Katherine Hepburn en el papel de Jo March y la de 1994, cuando Winona Ryder protagonizó la versión de Gillian Armstrong. Ahora, tras una nueva adaptación de 2018 que pasó sin pena ni gloria (en la que, sin embargo, Lea Thompson hizo de Marmee), el testimonio lo toma Greta Gerwig, cineasta que anteriormente había sido aplaudida por Lady Bird y que hoy, además de dirigir, adapta y reconstruye la historia de Alcott.
Con Saoirse Ronan en el papel de Jo, esta nueva versión de Mujercitas cambia el relato lineal del libro por uno estructurado a través de varios flashbacks. A partir de ellos, Gerwig presenta el suyo enfatizando en cómo van evolucionando las relaciones de cada hermana, en sus ideas y su rol como mujeres de una época que las relegaba a uno pasivo y frustante. El concepto no es nuevo, pero está bien empleado y permite que la película fluya sin problemas. Quizá se echa en falta mayor originalidad, pero como su función está en desarrollar la identidad de cada personaje más allá de una mera consecución temporal, tiene sentido.
Gerwig no busca que su relato sea demasiado denso. A fin de cuentas, su Mujercitas apela a un público transversal como la novela original, y por eso comienza con una cita de la mismísima autora: «He tenido muchos altibajos, así que escribo historias felices», palabras que si bien no necesariamente han de tomarse al pie de la letra, sirven para que la acción tenga sentido a lo largo de la adaptación. Sobre todo, porque tras ese breve epígrafe, la acción comienza de modo inesperado, incluso considerando el marco de la Guerra de Secesión y de que seamos partícipes de la preocupación de los personajes por el conflicto. Esto, porque siempre prima un voluntarismo en estas mujeres que resulta fiel a la obra original y que permite el constante crecimiento de sus personalidades.
Esto es quizá más notable justamente por el efecto separador del flashback sobre el relato de Jo March, escritora, artista y espíritu libre que rehúye al rol de ornato y ama de casa que le asigna la sociedad. La idea, aunque ya estaba en la obra original, se articula con eficacia e ingenio en la actual película por su diálogo constante del presente con el pasado de las hermanas, alegre y siguiendo las bases de un Bildungsroman.
Así, mientras que estos recuerdos los vemos con una paleta de colores cálida y saturada, el presente es más bien lo contrario: plano y mustio, porque implica entender que con la maduración llegan los sinsabores de la vida y, junto con eso, la reestructuración de las ideas que animaban la juventud.
Gerwig puede así enfatizar con acento entrañable y realista un relato en el cual la individualidad femenina se sobrepone a las costumbres de una época y adquiere valor por sí misma. Por obvio que pueda ser el resultado de este movimiento, el efecto que tiene sobre el mismo largometraje no es negativo. Mujercitas resulta una película fresca y ejemplar, sin duda una producción que se encuentra entre lo mejor del fructífero 2019 y en la que brilla por sobre todo el talento y la audacia de Louisa May Alcott. A fin de cuentas, los clásicos nunca mueren.
Felipe Stark Bittencourt (1993) es licenciado en literatura por la Universidad de los Andes (Chile) y magíster en estudios de cine por el Instituto de Estética de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Actualmente se dedica al fomento de la lectura en escolares y a la adaptación de guiones para teatro juvenil. Es, además, editor freelance. Sus áreas de interés son las aproximaciones interdisciplinarias entre la literatura y el cine, el guionismo y la ciencia ficción. También es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Tráiler:
Imagen destacada: Emma Watson en Mujercitas (2019).