Los prejuicios e imaginarios sexistas que la historiadora inglesa disecciona en las páginas de su manifiesto —publicado en castellano por Editorial Crítica— están arraigados en nuestra visión de mundo, en el lenguaje, en los milenios de códigos sociológicos y antropológicos, que conforman la existencia de la civilización occidental.
Por Nicolás Poblete Pardo
Publicado el 10.3.2020
Mujeres y poder. Un manifiesto (Crítica/Planeta 2018), de Mary Beard es una publicación que nos hace tomar conciencia de: “cuán profundamente intrincados están en la cultura occidental los mecanismos que silencian a las mujeres, que se niegan a tomarlas en serio y que las aíslan […] de los centros de poder. Este es uno de los muchos aspectos en que el mundo de los griegos y de los romanos puede contribuir a arrojar luz sobre nosotros mismos: en lo relativo a silenciar a las mujeres, la cultura occidental lleva miles de años de práctica”.
La advertencia que Beard comparte en su prefacio se elabora a través de dos capítulos (previas conferencias en otros medios), un epílogo y referencias bibliográficas. La académica inglesa, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2016, se ha transformado en una de las voces más influyentes en torno a la investigación de la cultura clásica, especialmente en sus series sobre los romanos (Meet the Romans, un éxito de la BBC). Este manifiesto da fe de su erudición y dominio de la tradición clásica occidental. El volumen incluye una lista de ilustraciones, en sí misma, un documento complementario que amerita revisión e investigación.
Beard nos ofrece ejemplos clásicos para documentar sus tesis: “En un relato de las Metamorfosis [de Ovidio] se nos cuenta la violación de la joven princesa Filomela, a la que el violador, para evitar cualquier denuncia al estilo de Lucrecia, sencillamente le corta la lengua. Esta idea la recoge Shakespeare en su Tito Andrónico, donde también se le arranca la lengua a Lavinia tras ser violada”.
También la época de Shakespeare, aquel renacimiento inglés a cargo de la reina Isabel I, es motivo de indagaciones. El mito, transformado en enseñanza en las escuelas, corre así: “Sé que tengo el cuerpo de una mujer débil y frágil, pero tengo el corazón y el estómago de un rey, el de un rey de Inglaterra”, habría asegurado la reina, ante la llegada de la Armada Española, el año 1588. Este lugar común, nos explica Beard, es probablemente una invención posterior, hecha por un comentarista cualquiera.
Beard analiza la ‘voz’ de las mujeres incluso en su acepción de tono. El tono de voz que suele ser catalogado como “estridente” (las mujeres “lloriquean y gimotean”): “sirve para despojar de autoridad, fuerza e incluso humor, aquello que dicen las mujeres”. Beard escribe: “Se da el caso de que cuando los oyentes escuchan una voz femenina, no perciben connotación alguna de autoridad o más bien no han aprendido a oír autoridad en ella; no oyen mythos. Y no se trata solo de la voz: pueden añadirse los rostros ajados y arrugados que indican madurez y sabiduría en el caso de un hombre, mientras que en el caso de una mujer son señal de que se le ha ‘pasado la fecha de caducidad’”.
Los prejuicios que Beard disecciona en su manifiesto están arraigados en nuestra cultura, en nuestro lenguaje, en los milenios de nuestra historia. Entonces lo que Beard se cuestiona es la forma en que hemos aprendido a observar a las mujeres que llegan a esferas de poder. Con imágenes que dan cuenta del aparataje adherido a estas figuras (una imagen notable registra el saludo entre Angela Merkel y Hillary Clinton, donde ambas posan vestidas con la misma indumentaria), Beard interpela: “No tenemos ningún modelo del aspecto que ofrece una mujer poderosa, salvo que se parece más bien a un hombre”.
Beard escoge casos alegóricos que sirven como ejemplos reveladores para sus razonamientos. Es un recorrido fascinante, a la vez que atemorizante —alarmante como archivo y como presagio—, que apela a la postura crítica que cada persona tiene; solo es necesario estar abiertos para ser informados, sorprendidos y necesariamente persuadidos por el hilo argumental de Beard. En sus observaciones finales, leemos: “Hemos de reflexionar acerca de lo que es el poder, para qué sirve y cómo se calibra, o dicho de otro modo, si no percibimos que las mujeres están totalmente dentro de las estructuras de poder, entonces lo que tenemos que redefinir es el poder, no a las mujeres”.
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Nicolás Poblete Pardo (Santiago, 1971) es periodista, profesor, traductor y doctorado en literatura hispanoamericana (Washington University in St. Louis).
Ha publicado las novelas Dos cuerpos, Réplicas, Nuestros desechos, No me ignores, Cardumen, Si ellos vieran, Concepciones y Sinestesia; y los volúmenes de cuentos Frivolidades y Espectro familiar, y la novela bilingüe En la isla/On the Island. Traducciones de sus textos han aparecido en The Stinging Fly (Irlanda), ANMLY (EE.UU.), Alba (Alemania) y en la editorial Édicije Bozicevic (Croacia).
Asimismo, es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: Angela Merkel y Hillary Clinton.