Nicolás López: La caída de un «zar» del cine desechable

Aparte de lo que pueda decirse en contra de este autor a raíz de sus supuestas perversiones sexuales, se debe también abarcar el gran daño que le ha hecho al quehacer filmográfico. No solo a la industria chilena sino que al arte audiovisual en general.

Por Rodrigo Torres Quezada

Publicado el 11.7.2018

En los últimos días se han escuchado suficientes noticias acerca del llamado “cineasta” Nicolás López. El fenómeno que han suscitado las diferentes acusaciones de parte de mujeres en su contra (y algunos hombres), se enmarca dentro de lo acontecido en Estados Unidos con el productor Harvey Weinstein (y que a su vez forma parte del empoderamiento femenino). Desde ese momento hasta la fecha, los culpables han ido cayendo como piezas de dominó. Sin embargo, aparte de lo que pueda decirse en el caso chileno, en contra de Nicolás López, a raíz de sus presuntas perversiones, se debe también abarcar el gran daño que le ha hecho al cine. No solo a la industria chilena sino que al cine en general. Él y Sebastián Badilla han jugado con la idea de farandulizar un arte que es esencial para generar denuncia, crítica y reflexión; reduciendo a nada todo lo que el arte debiese significar como herramienta cultural para las personas.

Ya otros medios han hecho hincapié en la nula calidad cinematográfica de López (en youtube, Críticas QLS lo ha dejado muy en claro), por lo que se podría ahondar e ir más allá para preguntarse: ¿reflejará este “cineasta” la realidad actual? En otras palabras, ¿no será él tan solo un “símbolo” que ejemplifica el zeitgeist de la sociedad, o sea el espíritu de los tiempos en los cuales estamos insertos?

Siguiendo estas inquietudes, podemos analizar a este personaje a través de los siguientes puntos:

-Es un reflejo de la nueva ironía Alt-Right.

-Pertenece a los denominados Incel.

-Es sinónimo de nuestra moderna cultura de la basura.

Los alt-right no son otra cosa que un grupo autodenominado “derecha alternativa” que gusta de ocupar la ironía y burlarse de temas políticamente incorrectos y que tienen que ver con derechos sociales (por ejemplo, burlarse de las mujeres y las luchas feministas). López es un claro exponente de este grupo (incluso aunque no fuese consciente de ello). Su burla hacia las mujeres llegó a tal nivel, que fue capaz de decir que haría una película feminista centrada en el movimiento MeToo. Es probable que esto, en su tendencia alt-right, no haya sido más que una ironía sabiendo que a él ese movimiento le importaba la nada misma.

Por otra parte, Nicolás López es un fiel representante de la corriente Incel, un movimiento netamente nacido en internet compuesto por personas misóginas a las que jamás les fue bien en el plano amoroso heterosexual. Su misión es odiar a las mujeres por no haberles dado sexo. No es difícil imaginar, a través de lo que cuentan sus propios “filmes”, Promedio rojo por ejemplo, cómo fue la Juventud de López en lo sexual. Una vez que se vio con poder, no dudó en usarlo a su favor para tratar a otras personas como sus juguetes sexuales, en una abierta venganza por lo vivido en su juventud. Como dijo él mismo: Siempre me he aprovechado de ser director, es la única forma de perder la virginidad.

Y por último, López es un claro exponente de la cultura de la basura. Junto a Sebastián Badilla crearon un cine cuyo objetivo era convertir la pantalla grande en una extensión de adolescentes jugando a ser youtubers. De esta forma, anuló cualquier tipo de profundidad, uniéndose de forma conformista a una visión de la vida centrada en la estupidez.

En conclusión, los actos de López contra las mujeres son algo que deben tener una consecuencia legal. Sin embargo, tampoco hay que olvidar ni perdonarle jamás que con prepotencia destruyó toda trascendencia a lo que significa hacer cine. No, no se trata de caer en la gravedad. Se trata de gritar a voz en cuello: ¡No nos hagan tragar más de la mierda de López y sus películas desechables!

 

Con toda la facha: El escritor nacional Rodrigo Torres Quezada (Santiago de Chile, 1984)

 

Rodrigo Torres Quezada (Santiago, 1984) es egresado del Instituto Nacional «General José Miguel Carrera» y licenciado en historia titulado por la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de cuentos Antecesor (2014) y Filosofía Disney (2018) bajo el sello Librosdementira. También ha dado a conocer distintos relatos de su autoría en La Maceta Ediciones (2017) y la novela titulada El sello del pudú (Aguja Literaria, 2016). Asimismo lanzó el volumen de ficción Nueva narrativa nueva (Santiago-Ander, 2018). Obtuvo el primer lugar el año 2012 en el concurso V versión Cuéntate algo de Biblioteca Viva. El año 2016, en tanto, se quedó con el primer lugar en el I Concurso Literario del Cementerio Metropolitano.

 

 

Imagen destacada: El director de cine chileno Nicolás López Fernández, por La Cuarta (http://www.lacuarta.com/)