La editorial Bordes (del grupo Planeta), relanza este notable híbrido de géneros narrativos publicado originalmente por el periodista nacional Francisco Mouat en 2001, y la cual esconde una sórdida y terrible metáfora artística en torno a la tragedia de los detenidos desaparecidos, a causa del genocidio perpetrado por el gobierno cívico y militar liderado por Augusto Pinochet Ugarte.
Por Martín Parra Olave
Publicado el 3.2.2021
El escritor y periodista Francisco Mouat (Santiago, 1962), escribe en el año 2001 una crónica sobre un cadáver, un montón de huesos que fueron encontrados en el desierto de Atacama y que presuntamente estuvieron más de 40 años recibiendo el implacable fuego de los días desérticos y el contundente frío de sus respectivas noches.
A partir de este hecho construye la historia de El empampado Riquelme, de la cual el mismo Mouat ha dicho: “La tarde del jueves 2 de febrero de 1956, Julio Riquelme se subió al tren Longitudinal Norte en La Calera con destino a Iquique. Iba al bautizo de uno de sus nietos. El viaje duraba tres días y tres noches. Pero Riquelme jamás llegó al puerto nortino”, una desaparición misteriosa de la que solamente la familia directa se habría enterado.
El relato es una interesante historia de un desparecido, cuyos restos son encontrados en el año 1999, año en que además se están comenzando a destapar las trágicas y terribles historias de los detenidos desaparecidos que la dictadura cívico–militar intentó ocultar durante años.
Sin embargo, los fantasmas no desparecen, sino que se ocultan y vuelven, tal como le sucede a Ernesto, el hijo del desaparecido quien “había logrado sacarse a Julio Riquelme Ramírez de su vida. Nunca lo nombraba, jamás pensaba en él, había conseguido convertirlo en un gran desconocido, o mejor dicho en un fantasma, en alguien que alguna vez fue y luego se extinguió sin dejar huella”.
Sin embargo, el repentino e inesperado hallazgo de los restos de su padre son un golpe que lo hace recordar nuevamente parte de esa vida olvidada, un pasado algo duro e ingrato como hijo, pues su padre llevaba casi una vida completa desaparecido.
Las imágenes que se despliegan en el trabajo de Francisco Mouat no dibujan solamente el caso particular de Riquelme y su familia, sino que además, se puede leer el retrato de un país de fantasmas, donde el desierto, con su silencio cómplice, es la perfecta metáfora de un Chile dictatorial, que durante los años del Pinochetismo, intentó ocultar de forma descarada las muertes y desapariciones de miles de compatriotas.
Cuerpos que después eran encontrados de manera casual en fosas comunes o por datos anónimos entregados a los familiares. Sin embargo, estas fosas no pudieron ser realmente investigadas hasta que llegó la democracia, la que lamentablemente no fue capaz de juzgar y castigar a los cabecillas del magnicidio chileno.
¿Es posible que aún hoy en día, en pleno siglo XXI, sigamos sin encontrar la verdad?, ¿cuántos empampados más aún siguen abrazando la arena del desierto sin poder ser hallados por sus familiares?
La historia también sirve al narrador para reflexionar acerca de su propio padre, esa figura fuerte que con el paso de los años va evidenciando cierta decadencia física:
“Comparar, inevitablemente comparar los brazos que recordábamos o que queremos recordar sosteniéndonos a nosotros de niños, y de verlos ahora mas flácidos, más blancos, inevitablemente más delgados”, es decir, ese paso del tiempo que va dejando huellas, que nos va revelando lentamente, pero de manera firme, que tarde o temprano, también nos vamos a convertir en fantasmas.
En definitiva, esta obra es la reimpresión de un trabajo que no ha perdido frescura ni actualidad, con una prosa que por momentos coquetea con el género policial, a pesar de ser una crónica, su lectura es un paseo por el vacío y la pérdida, donde el desierto y la soledad cobran todo su protagonismo.
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Martín Parra Olave es licenciado en gobierno y gestión pública de la Universidad de Chile y magíster en letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Imagen destacada: Francisco Mouat Croxatto (1962).