Tras el éxito abrumador de la serie homónima en Netflix a fines de 2020, Alfaguara reeditó la novela del escritor estadounidense Walter Tevis. Una historia que en su época no tuvo gran triunfo y que esconde, en una niña fenómeno del ajedrez, una sucesión de búsquedas patológicas, obsesiones e inseguridades producto de una infancia solitaria en un orfanato durante la década de 1960 en los Estados Unidos.
Por Sofía Stark Bittencourt
Publicado el 1.3.2021
“—No puedes ser excelente siempre, querida— dijo la señora Wheatley—. Nadie puede.”
Walter Tevis, en Gambito de dama
La relación entre la genialidad y las adicciones, o también la locura, suele ir de la mano. El tema tal vez fascina porque le añade un componente misterioso y prácticamente justificado a todo tipo de conductas que salen de una norma o límite socialmente preestablecido.
Por otro lado, investigaciones científicas que se han adentrado en esta correlación han arrojado que podría existir cierta analogía entre un alto coeficiente intelectual en niños y el uso posterior de drogas ilícitas (Journal of Epidemiology and Community Health).
Aunque no está clara la relación, se deduce que entre estas personas existe un factor común: la búsqueda constante de nuevas experiencias y sensaciones.
Es el caso de Elizabeth Harmon, la protagonista de la ficción Gambito de dama (Alfaguara, 2020) del novelista estadounidense Walter Tevis (1928-1984).
La novela fue publicada originalmente en 1983 y recientemente se reeditó tras el éxito inesperado que tuvo en 2020 la adaptación de la ficción en la plataforma de streaming Netflix.
Así, la historia de Tevis cuenta los vaivenes de Beth Harmon, una niña que a corta edad se queda sin padres y entra a un orfanato donde empieza una creciente afición por el ajedrez.
Lo que en principio era una vía de escape producto de la soledad, frustración y el abandono, se convierte en el motor de un sueño claro: convertirse en una jugadora estrella de categoría mundial.
No pasó mucho tiempo para empezar a destacar como un fenómeno de este juego de mesa, fama que a punta de sacrificios, burlas y también la ayuda de otros se vio acentuada al salir del orfanato para llegar a una familia donde la madre adoptiva se convierte en su brazo derecho.
La mente de Beth podría ser perfectamente catalogada como excepcional. El despliegue imaginario de tableros y movimientos en los lugares más impensados le daban en la realidad una serie de jugadas complejas, precisas y bien pensadas donde sorprendía a sus oponentes con victorias limpias y bastante avanzadas para su edad.
Fue así como Beth empezó a forjar una ascendente y exitosa carrera entre tableros, piezas de juego, aperturas de ajedrez, viajes, campeonatos con grandes figuras internacionales y numerosas apariciones en prensa. Todas ellas luces de una historia cargada de sombras.
Detrás de los triunfos en un territorio predominantemente masculino se escondía una arista dolorosa y mucho más dura: La lucha contra sus propias inseguridades, ambiciones, la soledad y las fuertes adicciones con menos de dieciséis años.
La pérdida de la infancia, o quizás vivir una niñez solitaria, un tanto a la deriva y el afán apresurado de nuevas experiencias a costa de llenar vacíos, proyectaban en Beth una personalidad competitiva y blanda.
Y es que tras los exitosos saltos que permitían a Harmon ir convirtiéndose en la mejor jugadora, se evidencian el contraste profundo con sus tropiezos y caídas fuera del tablero. Los momentos más oscuros de esta novela permiten identificar el arco de un personaje consistente en el cual se percibe la capacidad humana de transformar las desgracias en un elemento valioso de crecimiento.
Tevis, por medio de Harmon, expone miedos, frustraciones, vicios y debilidades que de la mano de virtudes como la audacia, la disciplina, la autocrítica y la capacidad de pedir ayuda, le permiten al personaje poner a prueba la vida que llevaba y la que aspiraba tener.
Gambito de dama es, en pocas palabras, el enfrentamiento de la voluntad y la determinación a los vicios y debilidades de los humanos.
Tema aparte en esta novela es la notable capacidad del novelista para describir con detalle absoluto las jugadas de ajedrez, un elemento que puede volverse tedioso a momentos si no hay conocimientos previos del juego, pero que al mismo tiempo enriquecen con toques de realidad una ficción arriesgada y de nicho.
No es menor la fidelidad de las aperturas y movimientos que expone Tevis, quien a los siete años comenzó a practicar el juego. Como dato, si los movimientos que se enumeran en la novela se replican en la realidad estos se transforman en jugadas que efectivamente coronarán un triunfo.
Cabe mencionar que en el ajedrez existen diversas aperturas para iniciar una partida. «Gambito de dama» es una de ellas y en este caso se trata de un ofrecimiento que esconde una pequeña trampa: el jugador sacrifica una pieza, un peón, lo que más tarde y tras una serie de movimientos le permitirán obtener una ventaja en el control del tablero.
La novela de Tevis es una lectura que debe abordarse con una mirada más allá de la que se experimenta si esta se hace de forma superficial. Quizás deban ofrecerse, no uno, sino unos cuántos capítulos para que el lector logre descifrar la entrega que hace el narrador estadounidense al profundizar en la historia de Beth Harmon.
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Sofía Stark Bittencourt (Santiago, 1992) es periodista y se ha desempeñado en diversas áreas de las comunicaciones. Dentro de sus intereses están los deportes, la literatura, el cine, los documentales y las series. Es la creadora del blog @tengoalgopacontarte.
Crédito de la imagen destacada: Editorial Alfaguara.