Este es un libro para (re) pensar y discutir el presente, pero también para no olvidar el pasado, ahora que el salvajismo empresarial-oligarca se agiganta como en el siglo XVIII, es bueno volver sobre un episodio (la Francia revolucionaria) que nos persigue con el aura de los abusos que no cesan de repetirse.
Por Joaquín Escobar
Publicado el 21.3.2019
El 14 de julio de 1789 fue la Revolución Francesa. Un hito que marcaría para siempre los designios de la humanidad. Libros de historia sobre este fenómeno hay muchos. Desde textos que lo abordan a partir de una perspectiva sociológica hasta otros más informativos, que pretenden dar una pincelada general sobre lo acontecido. No obstante, es curioso -por decirlo menos- que en literatura no exista una nutrida batería de escritos sobre lo acontecido en la Francia de 1789. Hay relatos clásicos que perduran hasta nuestros días, como por ejemplo, Víctor Hugo en Los miserables y El noventa y tres, donde retrata brillantemente este periodo, erigiéndose como novelas fundamentales que pese al tiempo transcurrido no lograron envejecer.
Por otra parte, el escritor inglés Charles Dickens en Historia de dos ciudades, también describe este hecho histórico, dándole un giro distinto al de Víctor Hugo, pues elabora su registro a partir de la mirada exterior que siempre tendrá un afuerino.
Dentro de la narrativa contemporánea es difícil encontrar novelas o cuentos que retraten lo que ocurrió en Francia a fines del siglo XVIII. Más bien, los escritores prefieren desarrollar libros de autoficción en donde su existencia predomine por sobre cualquier otro campo cultural. Bajo esta desolado paraje es que se erige 14 de julio (2019) de Éric Vuillard (1968), una novela que narra La toma de la bastilla desde una óptica popular. El texto no está atravesado por la visión de un personaje en particular, por el contrario, hay una narración colectiva, que al estilo de una cámara registradora deambula por momentos, derrumbes y explosiones.
La novela comienza con un grupo de obreros que se rebelan por la baja de sus salarios. La aristocracia, actuando bajo un rol de deshumanización que no debiese sorprendernos, disminuye los ingresos de sus trabajadores considerablemente. Hartos de injusticias y de miserias, el pueblo se rebela, y buscando visibilizarse deciden ir hasta la casa de veraneo de su patrón. En un gesto inédito para la historia de Francia, irrumpen en la vivienda haciéndose de comidas, espejos y telas, destruyendo muebles y orinando en cortinas, es decir, apropiándose de lugares y cosas que por su inducida condición de marginados, no les pertenecen. Esta revuelta ante la familia Réveillon, fue violentamente reprimida por guardias armados, de hecho, hubo más muertos que durante el 14 de julio. Una vez más los militares -pese a las súplicas de los trabajadores- reprimen para defender los intereses de una clase a la que no pertenecen.
La de Vuillard es una novela marxista en donde está presente -y latente- la lucha histórica entre el explotador y el explotado. A lo largo de todo el relato asistimos a la batalla de un pueblo organizado que se rebela ante las injusticias de su tiempo social. Los personajes -zapateros, sastres, prostitutas, cocineras-, funcionan como un coro de invisibles, que hartos del hambre y de la precarización en la que viven, optan por responder con violencia a la barbarie a la que son sometidos.
Escrito, a ratos, en un tono poético, el texto debate y rebate los textos del historiador Jules Michelet, por lo mismo, 14 de julio es un escrito novedoso que no se remite a repetir una historia ya contada, más bien, discute una historia oficial y propone nuevas versiones, abriendo brechas y nuevas posibilidades de lectura. En esta novela, el relato está dado por la versión de los vencidos, de los que en ese momento juntaron sus desesperanzas para hacerse gigantes, y Vuillard, ficcionalizando archivos que consultó en bibliotecas, logra dar voz y martillo a los eternamente olvidados.
¿Cuán lejos se está de ese 14 de julio de 1789? ¿Habrán mejorado realmente las condiciones de los trabajadores en la actualidad o solo hay una importante cantidad de maquillaje, medida por los progresos tecnológicos y las formas mediáticas? ¿Los chalecos amarillos, que hoy en día se rebelan pidiendo más justicia social, son parte del mismo descontento, con varios siglos de posteridad, contra un similar sistema opresor? Un libro para (re) pensar y discutir el presente, pero también para no olvidar el pasado, ahora que el salvajismo empresarial-oligarca se agiganta como en el siglo XVIII, es bueno volver sobre un episodio que nos persigue con el aura de los abusos que no cesan de repetirse.
Joaquín Escobar (1986). Escritor, sociólogo y magíster en literatura latinoamericana. Reseñista del diario La Estrella de Valparaíso y de diversos medios digitales, es también autor del libro de cuentos Se vende humo (Narrativa Punto Aparte, 2017). Asimismo es redactor permanente del Diario Cine y Literatura.
Imagen destacada: La libertad guiando al pueblo (1830), óleo sobre lienzo, de Eugène Delacroix, 1830.