Siento que en este texto la autora escribe sobre sí misma y acerca de su profundo y apenado malestar de vivir en un país detestable. Como muchos chilenos, abrumada de una tétrica realidad, el libro está centrado en la tristeza difícil de curar -que le produce a la multifacética artista nacional- simplemente vivir entre nosotros. Mientras, la escritora lanzará el próximo martes 27 de agosto una edición definitiva de «Mapocho».
Por Omar Pérez Santiago
Publicado el 22.8.2019
Rod Serling (1924-1975) fue un genio. Escribió 92 de los 156 episodios de ciencia ficción, fantasía y terror (entre 1959 y 1964) de la serie de televisión estadounidense La dimensión desconocida, historias que sedujeron al mundo y que aún cautivan a creadores que ven allí una rica fuente de inspiración. La huella de La dimensión desconocida sobre la cultura pop es colosal, comparable a la influencia de Edgar Allan Poe o a la serie Los Simpson.
La filósofa alemana Hannah Arendt (1906-1975) conceptualizó la “banalidad del mal”, un controvertido concepto sobre los victimarios. Eichmann, oficial nazi, asesino de judíos en masa durante el día, tenía una familia normal después de su “trabajo”. Vida banal.
Por eso el libro de Nona Fernández se llama La dimensión desconocida: caer en una espiral de muerte y de tortura y la banalización del mal de un torturador.
La narradora y la escritora se funden aquí. Una narradora-escritora que tenía 13 años en el año 1984, cuando el soldado Andrés Antonio Valenzuela Morales llegó a la revista Cauce para declarar a la periodista Mónica González que él había torturado. «Yo torturé», tituló la revista. Los asesinos tienen algo que contar, a veces con más sustancia que un escritor profesional.
La narradora-personaje (que coincide con la autora) se apropia de la confesión del torturador a la periodista Mónica González, tal como Gabriel García Márquez y el relato del náufrago. El náufrago, Luis Alejandro Velasco llegó al diario El Espectador de Colombia. Gabriel García Márquez lo entrevistó y reconstruyó día a día la historia que se publicó bajo el título de «La verdad sobre mi aventura», en catorce capítulos del diario, escrito en primera persona y publicada con el nombre del náufrago. En marzo de 1970 se publicó en forma de libro con el título de Relato del Náufrago, bajo la firma de García Márquez. García Márquez le relegó los derechos de autor a Velasco, porque: «hay libros que no son de quien los escribe sino de quien los sufre».
Nona Fernández escribe una extensa crónica con sus aportes autobiográficos sobre ese pobre diablo que vivió en la banalidad del mal, un torturador arrepentido o con mala conciencia. De eso trata el libro. De un torturador y de las víctimas, una numerosa cantidad de chilenos.
La crónica–se ha dicho- es el género central de los mejores narradores chilenos.
En verdad, en el fondo, siento que Nona Fernández escribe sobre sí misma y su profundo y apenado malestar de vivir en un país detestable. Como muchos chilenos, abrumada de tétrica realidad, el libro está centrado en el dolor difícil de curar que le produce a Nona Fernández vivir en Chile.
Se nota que a Nona Fernández se le producía un crujido de dientes mientras escribía el libro.
Es el dolor melancólico de una niña que creció en una dictadura horrible.
Ojalá que escribir su larga y dolorosa crónica le haya suavizado el ánimo. Ojalá. (O-ja-lá, en el sentido etimológico wa-sa-Allah, que quiere decir: ¡y quiera Dios!).
También puedes leer:
–Space Invaders, de Nona Fernández: Vivir no es nada nuevo.
Omár Perez Santiago es un escritor y cronista chileno que egresó de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, y que luego estudió historia económica en la Universidad de Lund (Suecia). Sus últimos libros publicados son: El pezón de Sei Shonagon (novela), Caricias, poemas de amor de Michael Strunge (traducción), Allende, el retorno (novela), Introducción para inquietos, de Tomas Tranströmer (Premio Nobel), traducción de 2011 (Los Perros Románticos, 2015-2016), Nefilim en Alhué y otros relatos sobre la muerte (cuentos, 2011), Breve historia del cómic en Chile (2007) y Escritores de la guerra. Vigencia de una generación de narradores chilenos (Ensayo, 2007).
Crédito de la imagen destacada: Héctor Guerrero.